David López Royo Necesitamos emprendedores
El tejido empresarial comienza a sentirse utilizado por quienes deberían potenciar los canales necesarios para facilitar que éste pueda generar riqueza.
No es fácil encontrar a personas que estén dispuestas a arriesgar y menos cuando pueden tener la sensación de ser consideras como las causantes de todos los males que puedan afectar a la sociedad.
Los políticos y los que, como consecuencia de unas elecciones, son elegidos para realizar un servicio de gobierno, deberían articular los cauces necesarios para que el emprendimiento empresarial fuera la joya a la que habría que cuidar y proteger. No hacerlo podría terminar con una recaudación justa de impuestos que ayuden a sustentar nuestro Estado del Bienestar.
No están los tiempos para populismos innecesarios y mucho menos para medidas que puedan afectar a la savia del árbol que nos cobija y nos posibilita tener la sombra de la seguridad jurídica y, por extensión, la fortaleza de las ramas que dan sustento a los habitantes de una nación.
La existencia del tejido empresarial nos da la posibilidad de realizarnos como personas. El trabajo dignifica y éste es creado por emprendedores dispuestos a implicarse en los proyectos que deciden poner en marcha hasta las últimas consecuencias. Éstos, sí, están dispuestos a dejarse, de verdad, la piel. Se juegan su patrimonio y su prestigio.
Los emprendedores son personas con iniciativa social. Sí, con preocupación social, por cuanto desean aportar a la misma sociedad creación de puestos de trabajo y riqueza. Emprenden para ganar justamente y para poder incrementar su patrimonio ¿qué hay de malo en esto? absolutamente nada.
Querer generar una imagen distorsionada del emprendedor solamente lograra alejarlos de la iniciativa social de emprender y esto puede ser catastrófico para el presente inmediato y para el futuro.
Hay que tener muy presente que el emprendedor lo es porque tiene, ante todo, vocación de servicio y esperanzas de obtener unas ganancias justas. Por esta razón no se puede trasladar un mensaje que lo que hace es situarlo en el bando de los malos.
¿Vds. creen que la acción política puede decir quienes son buenos y quienes son malos?
Se está traspasando una línea que puede ser letal, no solo para nuestra economía, sino para las relaciones sociales. La pregunta que habría que hacerse sería ¿Quién gana y quién pierde con esta posición?
He defendido en mis artículos de opinión que hay que apostar por generar riqueza social y éste, y no otro, debería ser el objetivo de todo emprendedor. Estoy convencido que un porcentaje elevadísimo del tejido empresarial trabaja desde esta perspectiva. Entonces ¿por qué se le quiere atacar? ¿qué se busca con ello?
Trabajar conjuntamente entre el tejido empresarial, el tercer sector y las Administraciones Públicas debería el eje económico de un gobierno que busca servir y no ser servido.
La salud democrática también se mide por la capacidad que tienen los agentes sociales para llegar a acuerdos sostenibles en el tiempo y que no supongan ser “flor de un día”.
Hay que defender, ante todo, al emprendedor empresarial. Por esta razón la sociedad, en general, no puede pensar que es el enemigo que batir. Al contrario, es el amigo en el que hay que confiar y arropar para que sea capaz de generar riqueza social.
El sentido común de los ciudadanos puede mucho más que las consignas y menajes populistas y, somos capaces de percatarnos, qué es lo que verdaderamente nos interesa.
El interés de los ciudadanos es poder disponer de un trabajo digno que nos ayude a realizarnos como personas y para esto sabemos que precisamos del tejido empresarial, es decir de emprendedores sociales capaces de generar riqueza.
Estoy seguro de que el día que nos toque ir a votar valoraremos a las fuerzas políticas que fomenten el emprendimiento empresarial. Sabemos, los que no podemos tener alma emprendedora, que se necesitan personas capaces de generar puestos de trabajo y para ello, también sabemos, que la inversión económica es imprescindible.
Conclusión, necesitamos emprendedores con vocación de generar riqueza social.