David López Royo Tiempos recios
"Ayer, 15 de octubre, se celebró una fiesta importante, al menos para los católicos, Santa Teresa de Ávila. Ella hablaba de los tiempos recios y de que en la vida no haya nada que te la pueda turbar"
"Estamos entrando en una etapa de racionamiento y ha comenzado a aparecer el número diecinueve en nuestros termostatos. Ya veremos en qué acaba todo esto"
"Los ciudadanos, con cierta experiencia de años, sabemos que nos adentramos en tiempos recios y que solamente podremos resistir si somos capaces de tener una unidad de principios con un espíritu de querer trabajar conjuntamente"
"Los tiempos recios deben de invitar a que el sentido común vuelva a ser el eje conductor de las decisiones de nuestros gobernantes. Cada día somos más los ciudadanos que echamos en falta esta forma de actuar en la clase política"
"Los ciudadanos, con cierta experiencia de años, sabemos que nos adentramos en tiempos recios y que solamente podremos resistir si somos capaces de tener una unidad de principios con un espíritu de querer trabajar conjuntamente"
"Los tiempos recios deben de invitar a que el sentido común vuelva a ser el eje conductor de las decisiones de nuestros gobernantes. Cada día somos más los ciudadanos que echamos en falta esta forma de actuar en la clase política"
Ayer, 15 de octubre, se celebró una fiesta importante, al menos para los católicos, Santa Teresa de Ávila. Ella hablaba de los tiempos recios y de que en la vida no haya nada que te la pueda turbar, existe un poema precioso escrito por la Santa. Existen innumerables versiones convertidas en canciones sobre este texto, que, desde luego, merece dedicar un tiempo a escuchar.
Nos estamos adentrando en tiempos recios. Los que tenemos ya unos años de vida, vimos llegar en este país el agua a nuestras casas, dejando de ir a las fuentes a buscarla; hemos visto construir autovías y autopistas; hemos experimentado que la luz eléctrica pudiera ser un bien común porque era permanente frente a esos tiempos que no a todas las horas existía este invento de los tiempos contemporáneos; nuestra vista ha visto como los pueblos y ciudades han mejorado en todos los sentidos. El progreso nos ha llevado a una transformación digital que hace cuarenta años era impensable, algo se podía intuir, pero llegar a donde estamos ha supuesto una verdadera revolución.
Sin embargo, vivimos, aunque no queramos ser muy conscientes, tiempos recios. De pronto comenzamos a experimentar que se impone la idea, de momento con suavidad, de que hay que racionalizar en nuestras mentes el consumo de la luz y del gas. Vamos, que estamos entrando en una etapa de racionamiento y ha comenzado a aparecer el número diecinueve en nuestros termostatos. Ya veremos en qué acaba todo esto.
Los ciudadanos somos obedientes, al menos la gran mayoría, y cumpliremos con lo que de momento es una sugerencia de nuestros políticos; pero que, con el tiempo, se convertirá en una orden. Por ahora se elaboran leyes con matices y con medidas suaves; pero son normas que podrán cambiarse.
Los ciudadanos, con cierta experiencia de años, sabemos que nos adentramos en tiempos recios y que solamente podremos resistir si somos capaces de tener una unidad de principios con un espíritu de querer trabajar conjuntamente. Por esta razón sabemos que la división que muchos responsables políticos predican no irá a ninguna parte. En tiempos recios se precisa unidad de acción y sembrar la concordia y el dialogo constructivo.
Nuestra vida, cuando el teléfono era un lujo, se forjó sabiendo que solamente el esfuerzo y la dedicación constante nos podría sacar de los límites que la realidad nos mostraba. Aprendimos a que si algo queríamos tener lo tendríamos que conseguir con trabajo.
Sabemos los que nacimos en la década de los cincuenta que en tiempos recios no nos podemos dejar llevar por los eslóganes de los políticos y mucho menos por sus campañas de marketing. En tiempos recios sabemos que tendremos que hacer nuestros propios planes, esperando muy poco de los responsables políticos y confiando en nuestras propias fuerzas. Hemos trabajado con intensidad y hemos creado muchos proyectos, por esta razón no nos dejaremos llevar nunca por las ocurrencias de última hora.
Hemos experimentado a lo largo de nuestras vidas que lo que conviene hacer en tiempos recios es ser prudentes, no dar la impresión de que todo lo que tenemos no puede acabarse y mucho menos que vivimos en una sociedad que tiene recursos ilimitados.
Los tiempos recios deben de invitar a que el sentido común vuelva a ser el eje conductor de las decisiones de nuestros gobernantes. Cada día somos más los ciudadanos que echamos en falta esta forma de actuar en la clase política. Sí se creen que nos podrán comprar diciéndonos que nos suben las pensiones un porcentaje determinado, están muy equivocados. El sentido común nos dice que los que hoy tenemos derecho a una pensión se debe a una razón: que hemos trabajado para ello y, en bastantes casos, contribuyendo con una base de cotización que nunca se alcanzará a cobrar porque la Ley ha puesto un tope máximo ¿No es esto solidaridad con el sistema? Los empresarios pagan cotizaciones por una base máxima que nunca cobrarán los cotizantes.
Los señores políticos no nos lo dan. No, no. El sentido común y la experiencia nos dice que nos lo hemos ganado nosotros a lo largo de nuestra vida laboral; así que por muchas campañas de marketing político que hagan no nos podrán comprar.
Lo que deberían hacer los políticos, dado que nos estamos adentrando en tiempos recios, es tratar con rigor, seriedad y profundidad qué va a pasar con el sistema de pensiones y no solamente en el presente sino en el futuro. Pensar en el futuro es ejercer la solidaridad para los futuros pensionistas. El sentido común nos dice que el sistema tal y como está establecido necesita ser repensando y para esto hace falta mucho sentido común. El consenso es necesario y preciso. En esto deberían estar el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español.
Los futuros pensionistas han nacido en la era digital, los que nacimos con teléfonos que había que conectar con una manivela queremos ser solidarios con los digitalizados y pedir a los políticos que, con sentido común, sobre todo, con este sentido, que se pongan a trabajar por su futuro.
El sentido común de los más jóvenes, a la hora de emitir su voto, debería fijarse en la manera en cómo los políticos son capaces de trabajar conjuntamente, mirando y evaluando cuál es la verdadera preocupación de los que se sientan en el Congreso de los Diputados y en el Senado.
No hay mayor progreso, en tiempos recios, que preocuparse por lo que podrá suceder en un futuro y para esto el sentido común es muy necesario.
En el presente ya nos percatamos cómo se las gastan los políticos. Lo estamos viviendo y experimentando en nuestras carnes. Quienes gestionan proyectos tienen la obligación de hacerlo con rigor y, también, intentar visionar el futuro para ir adecuándolos a lo que va a venir. Esto es lo que hacen los buenos empresarios y por esta razón sus empresas y proyectos perduran en el tiempo.
La pregunta que hay que hacerse es ¿cómo gestionan nuestros responsables políticos y cómo inciden sus decisiones en la Administración Pública? Un día escribiré sobre Derecho Administrativo y la responsabilidad de la función pública en la gestión de los servicios que las Administraciones Públicas tienen que ofrecernos y darnos a los ciudadanos. El sentido común nos dice que cada día es más necesaria la colaboración y el trabajo conjunto entre Administraciones Públicas y Empresarios, entidades privadas, obviarlo es mirar en una dirección equivocada.
La sociedad del bienestar se sostiene por la búsqueda de una colaboración sensata y permanente, no por exclusividad de un Estado, porque esto supone olvidar un principio fundamental en un Estado Social Democrático de Derecho, se trata del principio de colaboración y de apoyo a la sociedad desde el ejercicio de la libertad.
Vivimos tiempos recios, tenemos, todavía en nuestra sociedad, a una Santa que nos invita a no dejarnos turbar. Miremos al futuro con sentido común porque en el futuro hay muchos temas que tener en cuenta. Por cierto, en este futuro, aunque algunos, cada día menos, recordemos las festividades de los Santos, la Iglesia Católica se ha ganado a pulso su poca incidencia en la población. La Fe se está perdiendo sentido y los máximos responsables andan ensimismados en sus propias elucubraciones que nada tienen que ver con la vida de los fieles y mucho con cómo mantener el poder del que se creen dueños y señores. Sería bueno que miraran a Santa Teresa de Ávila con humildad y con una verdadera vocación de servicio. Los hay, pero cada día menos.
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