En todo existe un límite. Conviene no excederse y lograr que el equilibrio marque nuestro ritmo de vida.

Las personas precisamos en nuestro ser sentirnos bien con nosotros mismos y, sobre todo, lograr que los demás puedan percibirnos como personas de bien. Lo importante en la vida no es acumular sino alcanzar metas que puedan ser puntos de apoyo para construir proyectos que ayuden a la sociedad a conseguir la armonía.

 Desde esta perspectiva las personas, en función de su empeño y dedicación, podrán alcanzar las metas que se propongan; pero para llegar a superar la cinta de la línea de meta es necesario no hacer trampas ni buscar atajos que vicien negativamente las reglas que deben de regir el recorrido del circuito porque, de hacerlo de esta manera, puede afectar a las relaciones sanas que debemos de tener las personas que participamos en la carrera de la democracia.

Una democracia que se considera un Estado Social de Derecho es la meta que todos los que participamos en la carrera de la democracia queremos alcanzar, porque el logro de este objetivo nos alejará de los extremismos ideológicos y de la zozobra de vivir permanentemente en la inseguridad de ser un día engullidos por la sinrazón de quienes quieren imponer un régimen con una libertad simulada y devaluada.

Esta carrera, en la que toda la población participa, tiene que tener unas normas y éstas deben ser los puntos de descanso y de avituallamiento que nos ayudarán a que podamos ser constructores de una meta que nos dará seguridad a los corredores que hemos decidido participar en el recorrido de la libertad, es decir en alcanzar la meta de la democracia.

La normas de la carrera se traducen en límites que los corredores debemos de aceptar, no podemos buscar atajos y mucho menos insultar, poner zancadillas, empujar, dar codazos, etc. La libertad es patrimonio de quienes corremos en la carrera de la democracia; pero la libertad se sostiene con límites normativos, romperlos de manera unilateral supone para el presente la destrucción del respeto democrático que debe de darse entre las personas, y para el futuro, lo más probable, la devaluación de la democracia. Ambas situaciones conducirán a los participantes a una situación límite. Se estará dando una curiosa paradoja, el límite que deben de marcar las normas se convertirá en el propio límite de la democracia y esto se estará dando porque el límite de la norma se verá superado por otro límite que rompe la propia normativa fijada para que la meta de la democracia sea alcanzada con un espíritu deportivo sano y constructivo.

Lo que sucede a partir de este momento, por parte de algunos corredores, es un comportamiento incoherente, aceptan los límites de la normativa de la carrera; pero lo hacen para lograr, una vez dentro, romperlos y proponer un límite que desdibuje y aniquile la Norma con mayúscula que todos los corredores han aceptado antes de empezar el camino que les llevará a la meta.

Si queremos que la meta de la democracia siga existiendo debemos de conseguir la armonía porque sin ésta las trampas se adueñarán de la carrera y esto, es un límite que nos debemos de imponer cada corredor y para que éste sea el que rija la carrera es necesario que una amplia mayoría nos propongamos vivir en armonía. Tenemos que poner, necesariamente, un límite a la incoherencia, a la falsedad y a la mentira.

Hacer trampas siempre lleva al corredor que las hace a una apariencia de victoria inmediata; pero el tiempo que es sabio y que no es manipulable irá descubriendo que las normas atacadas han servido para que no exista una verdadera libertad y lo prometido por quien ha roto los límites de la norma ha sido utilizado para atacar la meta de la democracia.

Lo positivo es que cada año se incorporan nuevos corredores, son el futuro, y que cada etapa que desarrollan los que llevan tiempo corriendo, son el presente, son capaces de descubrir la incoherencia de aquellos que quieren marcar el ritmo utilizando los atajos y las trampas, lo cual comportará el intentar hacer valer los límites de las normas que deben de ser tenidos en cuenta y hacer que el nuevo límite no sea el que marque el ritmo de la carrera.

Lo excelente en una carrera, como puede ser la que nos encarrila hacia la meta de la democracia, es el respeto y éste se da porque la Norma que da cobertura a la Democracia, ambas con mayúsculas, es el único camino para evitar las trampas y los atajos.

Los límites existen para que exista la limpieza deportiva, sin éstos es inviable la construcción de un recorrido en el que podamos participar sin buscar derribarnos y sacar del itinerario a los han decidido que la Democracia se rige por la Norma y no por el mercadeo, el clientelismo y los intereses partidistas.

El presente se construye con límites normativos y el futuro será posible haciendo que éstos estén basados en la coherencia de la verdad y en el esfuerzo por mantener una democracia en donde la meta democrática se construya desde la libertad.

Alejarnos de esta meta es dar cabida a quienes entienden que la democracia se construye por medio de trampas y atajos, y esto, aunque de la impresión inmediata de una victoria de etapa, supondrá el desastre de aquellos preparadores deportivos que han decidido romper la Norma. El tiempo es sabio y nadie lo puede controlar ni manipular. El tiempo es el espacio que los límites normativos precisan para hacer que el horizonte mire siempre a la meta de la Democracia. El tiempo siempre estará enriquecido por los corredores del presente y del futuro dispuestos a impulsar los límites normativos que ayuden a cruzar la cinta de la meta en donde está escrita la palabra Democracia.