Manuel Herrero se despide defendiendo al Papa "en estos tiempos de tantos ataques" Mikel Garciandía ya es obispo de Palencia: "Abramos puertas, derribemos muros, bastiones, salgamos de nuestras trincheras"
"No valen los extremismos de quienes se refugian en un pasado dorado que nunca existió, ni en un futuro ideal que llegará a golpe de programas ideológicos con pretensiones absolutas y totalitarias. Lo que vale es la radicalidad del Evangelio de Jesús, sin glosas ni falsas adecuaciones"
"Me comprometo a luchar en favor de la vida humana, especialmente, de todas las víctimas de los abusos de cualquier tipo en el seno de la Iglesia y en nuestra sociedad, por los más necesitados,por los enfermos, por los ancianos, por los que serán privados de su derecho a nacer. Los descartados por los que aboga nuestro Papa Francisco nos deben doler y movilizar de una manera tan vigorosa como creativa"
Mikel Garciandía ya es obispo de Palencia. En una solemne ceremonia celebrada en la bella desconocida, presidida por el Nuncio Bernardito Auza, y acompañado por 26 obispos (entre ellos, dos de los últimos prelados de Palencia: Ricardo Blázquez y Esteban Escudero, además de Manuel Herrero, que hoy se convierte en emérito -Munilla excusó su presencia a última hora, y Nicolás Castellanos siguió de corazón, desde Bolivia, el acto), el nuevo prelado arrancó su ministerio con una llamada a salir de los muros que nos encierran y construir una Iglesia de todos, todos, todos. "Es importante que los creyentes y seguidores de Jesús abramos puertas, derribemos muros, bastiones, salgamos de nuestras trincheras y hagamos de la comunidad cristiana un hogar abierto y acogedor para todos", señaló el nuevo obispo de Palencia.
La entrada de Garciandía fue precedida por unas palabras de saludo, y despedida, por parte de Manuel Herrero, obispo emérito de la diócesis. En su intervención, el agustino se dirigió al Nuncio para expresar su "comunión con el Papa Francisco". "En estos tiempos de tantos ataques hágale llegar nuestra comunión eclesial", recalcó el prelado.
"La Iglesia en Palencia quiere seguir anunciando la Buena noticia con alegría, soñando los sueños de Dios, acogiéndolos y acompañando a los hombres de esta tierra", subrayó el obispo emérito, quien se despidió de sus fieles invitando a los "hermanos palentinos a acoger a todos".
En sus primeras palabras como obispo, el nuevo prelado de Palencia quiso agradecer a todos su asistencia a la celebración, desde las autoridades públicas al santo Pueblo de Dios que peregrina en la diócesis, e hizo un repaso de su vocación sacerdotal, siempre e la mano de "mi querido hermano Alfon".
Necesitamos restaurar la Iglesia
"Hoy he entrado en esta preciosa catedral por la puerta del obispo, recién restaurada y quiero leer este hecho como un símbolo de nuestro tiempo. En la iglesia, necesitamos restaurar, como diría San francisco de Asís, nuestra Iglesia y nuestro enorme y maravilloso patrimonio palentino", arrancó Garciandía, quien advirtió que "no debemos resignarnos a hacer, del arte, de las obras del pasado una especie de tanatorio", sino que "han de ser un verdadero paritorio, lugares para despertarnos de nuestra modorra cultural, y activar la búsqueda y el deseo de plenitud que toda persona lleva dentro".
Así, definió las parroquias como "las embajadas del cielo" y la catedral "la Domus, la casa de los católicos", a quienes invitó a acudir siempre que lo desearan. "Es importante que los creyentes y seguidores de Jesús abramos puertas, derribemos muros, bastiones, salgamos de nuestras trincheras y hagamos de la comunidad cristiana un hogar abierto y acogedor para todos".
Cristianos perseguidos, allí y aquí
Junto a ello, el nuevo prelado denunció "las amenazas físicas y la persecución a los cristianos y otros credos", que "son terribles y numerosas en muchas naciones de África, Asia y América". "Pero entre nosotros, aun no siendo tan evidentes, tan externas, son también profundas, de modo que la frágil barca de Pedro sigue sufriendo los embates del mal, en primer lugar, por nuestros pecados propios y, en segundo lugar, porque el mal se establece bajo figura de bien en nuestra sociedad, llevándonos de la mano de la indiferencia".
Junto a ello, una llamada a la autocrítica en la propia Iglesia. "No valen los extremismos de quienes se refugian en un pasado dorado que nunca existió, ni en un futuro ideal que llegará a golpe de programas ideológicos con pretensiones absolutas y totalitarias. Lo que vale es la radicalidad del Evangelio de Jesús, sin glosas ni falsas adecuaciones".
Entre sus compromisos, el de "luchar en favor de la vida humana, especialmente, de todas las víctimas de los abusos de cualquier tipo en el seno de la Iglesia y en nuestra sociedad, por los más necesitados,por los enfermos, por los ancianos, por los que serán privados de su derecho a nacer". "Los descartados por los que aboga nuestro Papa Francisco nos deben doler y movilizar de una manera tan vigorosa como creativa" culminó, antes de ponerse a disposición de los fieles y del plan pastoral de la diócesis.
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