El arzobispo de Toledo presidió una vigilia por la muerte del pequeño Mateo "Rezo por los familiares, amigos y el pueblo de Mocejón"

Francisco Cerro, en la Vigilia de Oración por el pequeño Mateo, en Mocejón
Francisco Cerro, en la Vigilia de Oración por el pequeño Mateo, en Mocejón

Ya en el templo, el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, visiblemente emocionado, presidió la ceremonia, en la que hubo pocas palabras y mucho sentimiento. Mucha oración en silencio, muchas lágrimas robadas, y una petición del arzobispo: "Rezo en estos momentos tan dificiles, por los familiares, amigos y el pueblo de Mocejón"

Todos los domingos acudían a misa en la parroquia de San Esteban que, ayer, con un nudo en el estómago, celebraba una Vigilia de oración por el pequeño asesinado. Y, también, como ha de ser entre cristianos, por todo el pueblo: también por quien le arrebató la vida

Hacía apenas unas horas que habían detenido al presunto asesino del pequeño Mateo, el niño de 11 años apuñalado el domingo por la mañana mientras jugaba al fútbol con unos amigos en el polideportivo de Mocejón, en Toledo. Un joven de 20 años, con problemas mentales, que vivía con su madre en Madrid y, en verano, pasaba temporadas en el pueblo con su padre y sus abuelos.

Todos los domingos acudían a misa en la parroquia de San Esteban que, ayer, con un nudo en el estómago, celebraba una Vigilia de oración por el pequeño asesinado. Y, también, como ha de ser entre cristianos, por todo el pueblo: también por quien le arrebató la vida.

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Un templo abarrotado recibió a algunos familiares (los padres no estuvieron presentes), y a prácticamente todo el pueblo, en una ceremonia organizada a la perfección por los voluntarios de la parroquia. Entre ellos, Asell Sánchez-Vicente, el periodista que ejerció de portavoz de la familia (es primo de la madre) y que tuvo que aguantar improperios por las redes sociales por el hecho de haber trabajado en el programa 'Misioneros por el Mundo', de TRECE, y divulgar imágenes de sus viajes en África. Junto a niños negros. Como si eso pudiera ser un delito.

Sólo eso bastó para que algunos, que van por la vida haciéndose llamar cristianos, le acusaran de 'parcialidad'. Como si pudiera ser imparcial la muerte de un niño. "Queremos justicia, no venganza", apuntaba, con dignidad, Asell quien, desde el principio, con más información de la que se podía dar, pedía "no criminalizar a nadie por su raza". Al final, resultó que el presunto asesino era del pueblo.

Ya en el templo, el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, visiblemente emocionado, presidió la ceremonia, en la que hubo pocas palabras y mucho sentimiento. Mucha oración en silencio, muchas lágrimas robadas, y una petición del arzobispo: "Rezo en estos momentos tan dificiles, por los familiares, amigos y el pueblo de Mocejón".

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