El Papa en Colombia: la pastoral sí es política

El viaje del Papa Francisco a Colombia será pastoral, no político. Lo dijo el portavoz del Vaticano, Greg Burke. También el vicepresidente colombiano, Óscar Naranjo, y seguramente muchos otros más. Querrán decir partidista, no político, porque la pastoral sí es política y así lo ha sido desde tiempos del rey David.



"La pastoral" es una abstracción de la imaginería concreta en la Biblia del pastoreo, la predominancia de la cual se explica en la profesión original del rey más famoso de los israelitas (1 Samuel 16:11). Como pastor el rey David es político, y como político es pastor. Por mucho que reyes y líderes posteriores se quedaran cortos del ideal davídico y dejaran que las ovejas de Dios fueran dispersadas en el exilio… por tanto esfuerzo que dedicaron a despojarlas.

Aprovechando la vívida conciencia de David de Dios como Rey supremo, pastor y ovejero (Salmo 23), Ezequiel 34 representa a Dios prometiendo que retomará su pastoreo directamente, en vez de delegarlo a los líderes incompetentes y corruptos. Juan 10 retrata a Jesús cumpliendo la profecía del buen pastor mesiánico quien, a diferencia de los fariseos y otros líderes israelíes, dará la vida por las ovejas.

Este es el modelo sacrificial de los "ancianos" como vice-pastores del pastor supremo (1 Pedro 5:1-5). No es un modelo de una política secular, partidista y egoísta, sino el de la política abnegada y altruista del Reino de Dios.

Pero si esta reinterpretación de la imaginería pastoral de la Biblia nos suena extraña, es por el hecho de que hemos privatizado, espiritualizado y domesticado tanto el significado que una vez la idea de lo "pastoral" tenía. ¿Por qué? Porque los Estados de los siglos XVI y XVII aprovecharon (o hasta patrocinaron) las mal llamadas "Guerras de Religión" para asegurarse de que las diferentes "creencias" de cada uno, y la categoría de la "religión" en sí, quedaran estrictamente en la esfera de lo privado. Sin ninguna relevancia política directa que pudiera interferir con la necesidad estatal de establecer su soberanía absoluta sobre sus sujetos.

Es de esta forma como consiguió tomar raíz el capitalismo, la forma en la que los Estados consiguieron desviar las energías de sus ciudadanos hacia las comodidades materiales en vez de las espirituales, para así asegurar que la religión -ya privada- se quedara sujeta a sus voluntades políticas, o lo que es lo mismo, al imperio de sus leyes. Nadie ya quiere matar por lo meramente privado, ni quiere morir por ello, ni quiere incluso implicarse en ello a fondo. Así los cuerpos se someten al Estado y el Estado a la economía, y el cuidado de las almas a la Iglesia, ocasionándose un intercambio en la vida humana de una libertad positiva "para" (para realizar en la vida propia la llamada de Dios) por una libertad negativa "de" (de la violencia, de la persecución, del miedo, etc.).

Pero si en su cuidado de las almas de los fieles, el Papa también se preocupa por sus cuerpos -y esto lo hace una y otra vez, llamando la atención tal y como lo hace sobre los efectos de una economía que hasta puede "matar", por ejemplo- su pastoreo de las ovejas de Dios traspasa necesariamente las fronteras de lo pastoral y se halla ya en territorio de lo político. O, mejor dicho, en territorio de la emulación del pastoreo de Dios mismo de sus ovejas.

¿Qué implica todo esto? Que si la política no es pastoral, la pastoral será política. Así se desprende del anteriormente mencionado Ezequiel 34, un trozo del Evangelio avant la lettre. Si los políticos no fortalecen a los débiles, no cuidan de los enfermos, no curan a los heridos, no van por los descarriados ni buscan a los perdidos (v. 4), pues los pastores han de asumir tales tareas. Más si los políticos se han convertido en "carneros" y los ciudadanos en "chivos" (v. 17), y tratan al pueblo con "crueldad y violencia". Y todo esto con el fin de que las ovejas ya no vuelvan "a ser presa de las naciones" ni sean "devoradas por las fieras". Para que vivan seguras y nadie les infunda temor: no para que tengan, meramente, la seguridad de un alma tranquilo.

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