Antonio Salas: "La enseñanza de la Religión, su contribución a la formación integral" Monseñor Argüello, a los profesores de Religión: "No olvidéis que vuestra tarea profesional es también un ministerio eclesial"
Hace ya cuarenta y cinco años que los obispos de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de entonces, reflexionaron sobre el papel de la enseñanza escolar de la Religión y alumbraron el documento "Orientaciones pastorales sobre la enseñanza de la Religión. Su legitimidad, carácter propio y contenido"
Aunque sean muchos los años transcurridos desde su publicación, consideramos que tiene plena vigencia porque sitúa muy bien el lugar de esta enseñanza en la escuela
Monseñor Argüello, a los profesores de Religión: "No olvidéis que vuestra tarea profesional es también un ministerio eclesial. La comunidad cristiana os apoya"
Monseñor Argüello, a los profesores de Religión: "No olvidéis que vuestra tarea profesional es también un ministerio eclesial. La comunidad cristiana os apoya"
| Revista Aldebarán
45 años del documento "Orientaciones pastorales sobre la enseñanza de la Religión. Su legitimación, carácter propio y contenido"
Antonio Salas Ximelis. Profesor de Religión, Doctor en CC de la Educación
Hace ya cuarenta y cinco años que los obispos de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de entonces, reflexionaron sobre el papel de la enseñanza escolar de la Religión y alumbraron el documento «Orientaciones pastorales sobre la enseñanza de la Religión. Su legitimidad, carácter propio y contenido». Aunque sean muchos los años transcurridos desde su publicación, consideramos que tiene plena vigencia porque sitúa muy bien el lugar de esta enseñanza en la escuela. Define acertadamente la finalidad de la enseñanza de la Religión, indica los tres objetivos que se pretenden lograr y señala con claridad la distinción entre la clase de Religión y la catequesis.
En mi tesis doctoral en Ciencias de la Educación «Problemática de la enseñanza de la Religión. Propuesta de un área curricular», subrayo la importancia de dicho documento. Transcribo algunas referencias que hice en ella.
La enseñanza de la Religión: su contribución a la formación integral
«La enseñanza de la Religión está presente y desea estarlo en el currículo escolar por su aportación específica y significativa a la formación integral de los alumnos».
Y esta finalidad de toda educación es la que también tiene, desde su especificidad, la enseñanza religiosa.
La Comisión Episcopal de Enseñanza publicó un documento muy valioso y profético, avanzado en su tiempo y muy certero en sus planteamientos. El documento es del año 1979, aunque nosotros citaremos la edición publicada del año 2000: Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis (2000): Orientaciones Pastorales sobre la Enseñanza de la Religión. Su legitimidad, carácter propio y contenido. Madrid: EDICE, pág. 6:
«Creemos que la escuela en la situación actual no puede renunciar a su condición de ser un lugar señalado para la formación integral del hombre, mediante la asimilación sistemática y crítica del universo cultural; hechos, saberes, valores, sentido de la vida humana, posibilidades éticas, formas de interpretación creadora de la realidad, esperanzas, capacidades de autodefinición, de discernimiento, de distanciamiento crítico respecto a lo dado y establecido. Y esto, dentro de una sociedad en la que, más que productos, necesitamos fuerzas desde lo interior, libertad creadora, impulsos esperanzados hacia el futuro, confianza para obrar y, sobre todo, para ser».
Nos podemos preguntar por la aportación específica que hace la enseñanza de la Religión a esa formación integral, a ese pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos. Una de las aportaciones es la de posibilitar preguntas y respuestas acerca de algo tan vital para el ser humano como es el encontrar sentido a su existencia. Y este sentido pudiera encontrarlo el hombre en lo inmanente, en lo tangible, en lo cuantificable, en lo factual. Sin embargo, debido a que todo ser humano, entre otras dimensiones, cuenta con la dimensión trascendente, sea consciente o no, la desarrolle o la silencie, este sentido se alcanza en la apertura a lo que trasciende la realidad inmanente en la que existimos. El ser humano es homo viator: toda su vida se desarrolla en busca de ese «algo» o «alguien» que dote de significado una existencia deseosa de sentido. Este anhelo, en ocasiones, se frustra por no saber encaminarse hacia él, por no haber aprendido a descubrir horizontes más allá del aquí y ahora, por haber carecido de una buena educación que capacite para mirar más allá de la realidad inmediata que tenemos delante.
La enseñanza de la Religión, precisamente, para quien la desee en su itinerario educativo, viene a mostrar caminos, a descubrir horizontes, a dar respuestas a los alumnos para lograr que ellos mismos desarrollen esa dimensión trascendente desde unos criterios sólidos, bien arraigados, que aprenderán en las clases de Religión.
"La enseñanza de la Religión viene a mostrar caminos, a descubrir horizontes, a dar respuestas a los alumnos"
La Comisión Episcopal de Enseñanza (ahora de Educación y Cultura) reflexionó acerca de cuál era el lugar que le correspondía a la enseñanza de la Religión en el Sistema Educativo, y fruto de esa reflexión elaboraron un documento que fue, ha sido y sigue siendo el faro que guía las distintas propuestas que han visto la luz a lo largo de estos cuarenta y cinco años. En el documento se sintetiza mucho de lo que hemos visto sobre la finalidad de la enseñanza de la Religión y de las tareas de esta en el ámbito escolar. – Objetivos de la enseñanza de la Religión según el Documento son estos los objetivos:
Situarse lúcidamente ante la tradición cultural
La maduración de la personalidad humana surge dentro de una determinada tradición cultural y en este medio se sustenta y crece, pudiendo solo configurarse a partir de un dato cultural heredado. Aunque luego el adulto pueda y, en muchos aspectos, deba distanciarse de esa cultura heredada para hacerla evolucionar, no podrá hacerlo sin una previa asimilación reflexiva de la misma. Nuestra cultura occidental está sustentada y con formada profundamente por creencias, costumbres, ritos, fiestas, valores y modos de vida impregnados de cristianismo. Es imposible interpretarla en profundidad sin tener en cuenta, para bien o para mal, ese punto de referencia.
La escuela tendrá que transmitir, pues, el patrimonio cultural cristiano ofreciendo a los niños y adolescentes los elementos del suelo nutricio de su cultura. Y ha de poder ofrecerlos, al menos a los creyentes, en toda su verdad y realidad, es decir, mediante una presentación creyente de los mismos.
Insertarse críticamente en la sociedad
El sistema educativo no puede tener como objetivo reproducir sin más el modelo de sociedad existente. Habrá de disponer a sus alumnos para que puedan abordar críticamente esa sociedad e intervenir en ella para cambiarla o modificarla. La preparación para esta crítica y futura intervención en la vida social supone una determinada manera de ver la vida, en cuyo fondo hay siempre una referencia a una escala de valores y a un concepto de hombre. Desde esta concepción del hombre y de la vida tendrá lugar todo juicio y acción transformante, a no ser que demos por bueno el positivismo sociológico que escondería, en el fondo, una voluntad de reproducir la sociedad de hecho establecida. Consideramos que la religión, como instancia crítica de la sociedad, ejerce un papel esencial en el desempeño de esta imprescindible función escolar, a la que también otras disciplinas, ciertamente, han de colaborar.
Dar respuesta al sentido último de la vida con todas sus implicaciones éticas
Sin una conveniente orientación hacia un significado último y total de su existencia humana no lograrán el niño y el adolescente su identidad personal, finalidad fundamental del quehacer escolar. Uno de los objetivos más importantes de este quehacer es suscitar y aclarar, según la capacidad del educado, sus preguntas radicales en torno a sí mismo, a su vida en comunidad, al sentido último de la historia y del mundo, a las limitaciones y fracasos, y a la muerte. Proporcionar este sentido es una de las competencias propias de la formación religiosa. De hecho, cuando falta este horizonte religioso, son las ideologías las que tratan de dar una respuesta. El niño, como el adulto, necesita ese sistema último de orientación en el mundo, ese hondo sentido de vivir que es la dimensión religiosa. Esta dimensión religiosa vinculada no solo vincula a los interrogantes más radicales del hombre, sino además le proporciona una axiología, una jerarquía de valores, unas actitudes, que se traducen en modos concretos de conducta y de convivencia éticas. Dentro de los cometidos de las demás disciplinas, la contribución más específica de la enseñanza religiosa al quehacer escolar es la respuesta al sentido último de la vida con sus implicaciones éticas».
Comisión Episcopal de Enseñanza (2000). Orientaciones Pastorales sobre la Enseñanza Reli giosa Escolar. Su legitimidad, carácter propio y contenido. Madrid: Edice, págs. 11-13
Se trata de tres objetivos muy claros y concretos y que aciertan en situar a la enseñanza de la Religión en el sistema educativo con unos rasgos específicos que realmente pueden contribuir al desarrollo integral del alumno y que, como hemos dicho, constituye la finalidad última de la presencia de la enseñanza de la Religión en el currículo del alumnado que voluntariamente la elijan.
Respecto a la relación de la enseñanza de la Reli gión con la catequesis, el documento afirma que se trata de dos ámbitos distintos, aunque complementarios, de la formación en la fe, que se diferencian tanto por el lugar en el que se imparten, como por el sujeto que convoca y por los destinatarios a los que se dirigen.
Todo profesor de Religión, antes de ponerse de lante de su alumnado, debería leerlo y reflexionar lo detenidamente, pues el paso de estos cuarenta y cinco años, en vez de relegarlo a pieza de museo, lo ha convertido en un documento clarividente que, como el buen vino, gana con el paso de los años, ayudándonos a entender mejor el carácter propio de la enseñanza de la Religión en la escuela.
"A los profesores de Religión"
Mons. Luis J. Argüello. Arzobispo de Valladolid, presidente de la Conferencia Episcopal Española
A través de la revista Aldebarán quiero dirigirme, de una forma especial, a los profesores que imparten la asig- natura de Religión en el sistema educativo español. Sois casi 36 000 y llegáis a más de tres millones de alumnos, además de mantener un contacto con miles y miles de profesores en cada uno de vuestros claustros.
Vuestro servicio es grande y os lo agradezco en nombre de los padres que confían en vosotros, y de la comunidad cristiana que espera de vuestro saber hacer una colaboración decisiva en la educación católica de las nuevas generaciones. Tenéis el gran desafío de acercaros a todos los buscadores de sentido o de suscitar esa búsqueda para ayudar a «caer en la cuenta», hacerse preguntas y proponer toda la reflexión teológica acumulada a lo largo de siglos a los niños, adolescentes y jóvenes de esta época.
Una de las características centrales de lo católico es la capacidad que tiene de integrar y relacionar. Por ello vuestra presencia no solo es importante en el aula con los alumnos que eligen cursar esta asignatura, sino que lo es también en el claustro a la hora de poder ayudar a vuestros compañeros de tarea educativa a relacionar los diversos saberes y ofrecer lo nuclear de la propuesta cristiana que ilumina la razón y potencia los afectos del corazón, para poder adherirse así a lo que cualquier asignatura propone en el conoci miento de lo real en las diversas expresiones de cada una de las asignaturas.
También vuestra presencia ha de ser un testimonio para facilitar las relaciones entre unos y otros profesores, entre estos y los alumnos y sus familias. El profesor de Religión, desde luego, ha de aportar ciencia teológica en los saberes que trata de comunicar, pero tiene una importancia grande que dé testimonio de que aquello que estudia, comunica y enseña también a él le afecta y le hace bien.
"El profesor de Religión es un signo visible de la necesidad de ensanchar la razón y de proponer un permanente coloquio entre esta y la fe"
La enseñanza religiosa en la escuela ha de colaborar en la humanización de los alumnos en estos tiempos de ciertos resabios humanos. Qué importante es poder decir que el Dios que se ha hecho hombre se ha encarnado para afirmar la dignidad sagrada de cada vida humana. El sistema competencial, atravesando sus engorros burocráticos, da la oportunidad de aterrizar los saberes de Religión católica en la vida de los alumnos, promoviendo virtudes intelectuales, morales y cívicas.
Sé de los enormes desafíos que vive la asignatura y de las dificultades y rechazos que muchos padecéis. No olvidéis que vuestra tarea profesional es también un ministerio eclesial. La comunidad cristiana os apoya, sed fieles a la encomienda recibida como mi sión en el campo educativo.
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