En la primera lectura de hoy escuchamos como el rey Dario ordena la reconstrucción del templo… quedémonos con esta palabra: reconstruir.
En el evangelio se ha proclamado ese breve pasaje donde Jesús abre el concepto de familia y va más allá de los familiares y conocidos: “Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.
Estamos en un tiempo de cierta crisis social, política, económica y humanitaria… crisis de valores y una profunda crisis de fe. Parece como si las grandes religiones, en concreto para nosotros, la Iglesia, el cristianismo… ya no son referentes ni necesarios. Podemos hacer mil conjeturas y seguro que hay una parte de verdad en todas ellas pero no podemos cerrar los ojos a lo que se refiere a nosotros mismos, nuestra responsabilidad. ¿Podría el Señor reconocernos como parte de su familia tal y como estamos viviendo nuestra fe actualmente? ¿podemos decir que escuchamos la Palabra de Dios y que la cumplimos, la vivimos, la ponemos en práctica?
Quizás parte de la solución está en un buen análisis del problema… la Iglesia ya no es referente para muchos porque quizás los que la formamos estamos dormidos en los laureles, no somos coherentes, no encarnamos la Palabra de Dios en lo cotidiano….
Es tiempo de reconstruir la Iglesia para los tiempos de hoy, con los cimientos sólidos de la profunda experiencia de Dios y vivencia del proyecto que el Señor nos ha revelado: el evangelio.
Reconstruyamos el templo como en tiempos del rey Dario… el templo que es la Iglesia y el templo que somos cada uno de nosotros, como dice San Pablo: mirad que vosotros sois templos del Espíritu Santo.