¿Teología de despacho o experta en humanidad?
Comparto algunas de las ideas que aparecen en la carta que escribió el papa Francisco al Cardenal Mario Aurelio Poli, Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina, con motivo del centenario dicho centro.
No es mi intención copiar íntegramente la carta que se puede encontrar en la web de la santa sede (www.vatican.va) y destaco aquellos aspectos que me han resultado excelentes para la propia reflexión.
“Enseñar y estudiar teología significa vivir en una frontera, esa en la que el Evangelio encuentra las necesidades de las personas a las que se anuncia, de manera comprensible y significativa. Debemos guardamos de una teología que se agota en la disputa académica o que contempla la humanidad desde un castillo de cristal. Se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable.”
La idea de la frontera tan reiterada por el papa Francisco en distintos ámbitos llega también el mundo del estudio y la reflexión. No tanto una reflexión “de despacho” sino una reflexión que luego sepa expresarse en un lenguaje asequible a todos y tenga presente la realidad de hoy con sus retos y sus desafíos. Me pareció excelente la referencia a la santidad. Hacemos teología no de modo paralelo a una vida de santidad sino profundamente comprometida con ese espíritu que busca la santidad propia del teólogo y que ayuda a los demás a despertar nuevas inquietudes, a conocer más a fondo nuestra fe y a hacer crecer nuestro Sí al Señor.
“La teología también debe hacerse cargo de los conflictos: no sólo de los que experimentamos dentro de la Iglesia, sino también de los que afectan a todo el mundo y que se viven por las calles de Latinoamérica. No se conformen con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las fronteras. Y no caigan en la tentación de pintarlas, perfumarlas, acomodarlas un poco y domesticarlas. También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las heridas de los hombres.”
Muy interesante la llamada del papa a ser valientes encarando las dificultades y desafíos actuales. Una llamada a hacer una teología encarnada en un pueblo y en la Iglesia de hoy con sus luchas y sus retos. A veces pecamos de hacer unas reflexiones únicamente al alcance de una élite intelectual que no llega en absoluto al pueblo fiel.
“Que la teología sea expresión de una Iglesia que es «hospital de campo», que vive su misión de salvación y curación en el mundo. La misericordia no es sólo una actitud pastoral, sino la sustancia misma del Evangelio de Jesús. Les animo a que estudien cómo, en las diferentes disciplinas – dogmática, moral, espiritualidad, derecho, etc. – se puede reflejar la centralidad de la misericordia.”
La labor del hospital de campo en una batalla es estar cercano a quien está combatiendo y ha resultado herido. No resulta muy útil un hospital para un soldado herido si está a cientos de kilómetros. De igual modo, la Iglesia lleva en su naturaleza la gran buena noticia de la encarnación, Dios se ha hecho uno de los nuestros, compañero de camino de la humanidad, conoce nuestras fatigas y nuestras esperanzas porque ha caminado por nuestros caminos. Así su cuerpo, la Iglesia, no puede dejar de seguir haciendo camino con el pueblo, estando cercana y asequible para ayudar a encontrar a quien busca y para recibir a quien llama.
“Sin misericordia, nuestra teología, nuestro derecho, nuestra pastoral, corren el riesgo de caer en la mezquindad burocrática o en la ideología, que por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio. Comprender la teología es comprender a Dios, que es Amor.”
¡Qué peligroso cuando la burocracia del mundo contagia el modus operandi de la Iglesia! Entonces el pueblo de Dios siente lejano y distante el acompañamiento de sus pastores, entonces va desapareciendo la familia para dar paso a “la empresa”.
Y el papa lanza esta pregunta: ¿Quién es entonces el estudiante de teología que la U.C.A. está llamada a formar?
“Ciertamente no un teólogo «de museo», que acumula datos e información sobre la Revelación, pero sin saber muy bien qué hacer con ello. Y tampoco un «balconero» de la historia. El teólogo formado en la U.C.A. ha de ser una persona capaz de construir en tomo a sí la humanidad, de transmitir la divina verdad cristiana en una dimensión verdaderamente humana, y no un intelectual sin talento, un eticista sin bondad o un burócrata de lo sagrado.”
Me parece que todos los que andamos entre libros y universidades podemos hacer nuestro este proyecto, este objetivo: expertos en humanidad, capacidad de transmitir y comunicar la buena noticia sin miedos ni complejos y sintiendo cercano el palpitar del pueblo al que servimos.
No es mi intención copiar íntegramente la carta que se puede encontrar en la web de la santa sede (www.vatican.va) y destaco aquellos aspectos que me han resultado excelentes para la propia reflexión.
“Enseñar y estudiar teología significa vivir en una frontera, esa en la que el Evangelio encuentra las necesidades de las personas a las que se anuncia, de manera comprensible y significativa. Debemos guardamos de una teología que se agota en la disputa académica o que contempla la humanidad desde un castillo de cristal. Se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable.”
La idea de la frontera tan reiterada por el papa Francisco en distintos ámbitos llega también el mundo del estudio y la reflexión. No tanto una reflexión “de despacho” sino una reflexión que luego sepa expresarse en un lenguaje asequible a todos y tenga presente la realidad de hoy con sus retos y sus desafíos. Me pareció excelente la referencia a la santidad. Hacemos teología no de modo paralelo a una vida de santidad sino profundamente comprometida con ese espíritu que busca la santidad propia del teólogo y que ayuda a los demás a despertar nuevas inquietudes, a conocer más a fondo nuestra fe y a hacer crecer nuestro Sí al Señor.
“La teología también debe hacerse cargo de los conflictos: no sólo de los que experimentamos dentro de la Iglesia, sino también de los que afectan a todo el mundo y que se viven por las calles de Latinoamérica. No se conformen con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las fronteras. Y no caigan en la tentación de pintarlas, perfumarlas, acomodarlas un poco y domesticarlas. También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las heridas de los hombres.”
Muy interesante la llamada del papa a ser valientes encarando las dificultades y desafíos actuales. Una llamada a hacer una teología encarnada en un pueblo y en la Iglesia de hoy con sus luchas y sus retos. A veces pecamos de hacer unas reflexiones únicamente al alcance de una élite intelectual que no llega en absoluto al pueblo fiel.
“Que la teología sea expresión de una Iglesia que es «hospital de campo», que vive su misión de salvación y curación en el mundo. La misericordia no es sólo una actitud pastoral, sino la sustancia misma del Evangelio de Jesús. Les animo a que estudien cómo, en las diferentes disciplinas – dogmática, moral, espiritualidad, derecho, etc. – se puede reflejar la centralidad de la misericordia.”
La labor del hospital de campo en una batalla es estar cercano a quien está combatiendo y ha resultado herido. No resulta muy útil un hospital para un soldado herido si está a cientos de kilómetros. De igual modo, la Iglesia lleva en su naturaleza la gran buena noticia de la encarnación, Dios se ha hecho uno de los nuestros, compañero de camino de la humanidad, conoce nuestras fatigas y nuestras esperanzas porque ha caminado por nuestros caminos. Así su cuerpo, la Iglesia, no puede dejar de seguir haciendo camino con el pueblo, estando cercana y asequible para ayudar a encontrar a quien busca y para recibir a quien llama.
“Sin misericordia, nuestra teología, nuestro derecho, nuestra pastoral, corren el riesgo de caer en la mezquindad burocrática o en la ideología, que por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio. Comprender la teología es comprender a Dios, que es Amor.”
¡Qué peligroso cuando la burocracia del mundo contagia el modus operandi de la Iglesia! Entonces el pueblo de Dios siente lejano y distante el acompañamiento de sus pastores, entonces va desapareciendo la familia para dar paso a “la empresa”.
Y el papa lanza esta pregunta: ¿Quién es entonces el estudiante de teología que la U.C.A. está llamada a formar?
“Ciertamente no un teólogo «de museo», que acumula datos e información sobre la Revelación, pero sin saber muy bien qué hacer con ello. Y tampoco un «balconero» de la historia. El teólogo formado en la U.C.A. ha de ser una persona capaz de construir en tomo a sí la humanidad, de transmitir la divina verdad cristiana en una dimensión verdaderamente humana, y no un intelectual sin talento, un eticista sin bondad o un burócrata de lo sagrado.”
Me parece que todos los que andamos entre libros y universidades podemos hacer nuestro este proyecto, este objetivo: expertos en humanidad, capacidad de transmitir y comunicar la buena noticia sin miedos ni complejos y sintiendo cercano el palpitar del pueblo al que servimos.