Tiempo de pensar en nuestra situación...
Escuchamos al profeta Ageo que invita a la reflexión: “Pensad bien en vuestra situación. Sembrasteis mucho, y recogisteis poco, coméis y no os llenáis; bebéis y seguís con sed; os vestís y no entráis en calor; el trabajador guarda su salario en saco roto.” Esta invitación que lanza el profeta de parte de Dios es respuesta a una actitud del pueblo. Una actitud de desidia, de abandono, de desplazar a Dios del momento presente: “No es momento de ponerse a construir la casa del Señor”.
Según oraba estas palabras irremediablemente venía a mis pensamientos la convicción que son palabras profundamente actuales. Hoy muchos hombres y mujeres viven esa convicción: “no es tiempo para Dios y para religiones”. No exageramos si afirmamos que una buena parte de nuestras sociedades no consideran ni precisan de Dios. Es como si el ser humano se hubiese abandonado en manos del materialismo, del hedonismo y del narcisismo. Se persigue el bienestar material, la acumulación de cosas; se anhela una vida desde lo placentero y agradable, el placer por el placer, huyendo de todo lo que suene a sacrificio y sufrimiento. Y, sin duda, las dos realidades anteriores se alimentan por medio del pronunciado narcisismo que ensalza al individuo, al yo haciéndole creer que sólo uno es dueño y señor de su vida, que solo yo soy el centro, el origen y la meta de todo lo que vivo y experimento.
Podríamos decir que el tetraca Herodes, de algún modo, participaba de todo esto también: poder, placer y egocentrismo… pero nos narra el evangelio de hoy que incluso un hombre así, un hombre como Herodes… tenía ganas de conocer a Jesús.
Mirémonos a nosotros mismos… en qué lugar estoy, cuáles son los bienes que persigo… qué mueve mi vida. ¡Qué importante que despertemos de nuevo la sed de Dios, el deseo de conocer a Jesús! Escuchemos y recordemos las palabras del profeta Ageo: “Pensad bien en vuestra situación. Sembrasteis mucho, y recogisteis poco, coméis y no os llenáis; bebéis y seguís con sed; os vestís y no entráis en calor”… pensemos en nuestra situación…
Según oraba estas palabras irremediablemente venía a mis pensamientos la convicción que son palabras profundamente actuales. Hoy muchos hombres y mujeres viven esa convicción: “no es tiempo para Dios y para religiones”. No exageramos si afirmamos que una buena parte de nuestras sociedades no consideran ni precisan de Dios. Es como si el ser humano se hubiese abandonado en manos del materialismo, del hedonismo y del narcisismo. Se persigue el bienestar material, la acumulación de cosas; se anhela una vida desde lo placentero y agradable, el placer por el placer, huyendo de todo lo que suene a sacrificio y sufrimiento. Y, sin duda, las dos realidades anteriores se alimentan por medio del pronunciado narcisismo que ensalza al individuo, al yo haciéndole creer que sólo uno es dueño y señor de su vida, que solo yo soy el centro, el origen y la meta de todo lo que vivo y experimento.
Podríamos decir que el tetraca Herodes, de algún modo, participaba de todo esto también: poder, placer y egocentrismo… pero nos narra el evangelio de hoy que incluso un hombre así, un hombre como Herodes… tenía ganas de conocer a Jesús.
Mirémonos a nosotros mismos… en qué lugar estoy, cuáles son los bienes que persigo… qué mueve mi vida. ¡Qué importante que despertemos de nuevo la sed de Dios, el deseo de conocer a Jesús! Escuchemos y recordemos las palabras del profeta Ageo: “Pensad bien en vuestra situación. Sembrasteis mucho, y recogisteis poco, coméis y no os llenáis; bebéis y seguís con sed; os vestís y no entráis en calor”… pensemos en nuestra situación…