"La mucha leña alienta una gran llama"
La frase que da título a la entrada es de uno de los santos padres del siglo IV, el monje Evagrio Pontico. Sacada de uno de sus escritos sobre los 8 vicios malvados, en concreto del referente a la gula.
Lo que explica Evagrio bien podría leerse también en clave de gula informativa. Escribe: “La mucha leña alienta una gran llama y la abundancia de comida nutre la concupiscencia“. Estoy convencido que uno de los problemas del mundo moderno es la saturación informativa y la gula que producen en no pocas almas la necesidad de tragar y tragar información, datos, noticias sin darse tiempo ni siquiera a una debida digestión.
Como ya escribí en mi anterior entrada “cansina franciscofobia” llega a atragantárseme tanta fijación con que si “el papa ha hecho” o “el papa ha dicho” y venga a ingerir después todo tipo de alimentos ácidos y picantes en formato de palabras y expresiones, digamos, poco saludables para el organismo. La abundancia de saturación informativa negativa sobre alguien nutre la concupiscencia de los juicios y las ofensas.
Es importante ser conscientes de dónde nos estamos nutriendo y alimentando. Me explico: Si uno se alimenta diariamente de alimentos sanos su organismo lo agradece y se siente bien pero si uno toma alimentos muy grasos o picantes, muy probablemente el organismo se resiente y empieza uno a sentirse mal.
Nuestra vida diaria tiene que girar en torno a la Palabra, a la intimidad con el Señor y alimentarnos sanamente de ella y, con asiduidad, de los sacramentos.
El nº 2034 del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:
“El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar.”
Cada papa que ha tenido la Iglesia ha aportado su personalidad y sus cualidades al servicio de este ministerio. Pero, igual que nuestros obispos en la diócesis o los sacerdotes en las parroquias, no dejan de ser seres humanos con sus virtudes y defectos, sus capacidades y sus carencias. No en vano se debe hacer el esfuerzo de querer comprender lo que quieren transmitir realmente cuando movidos por el Espíritu Santo enseñan al pueblo de Dios en su calidad de pastores. Humanamente hablando, hay pastores que presentan un discurso con un lenguaje muy formal que no toca el corazón del pueblo llano que no le entiende y hay otros que hablan un lenguaje más cercano a lo que viven y entienden las personas. No por ello uno es mejor o peor que el otro. Ambos ejercen su ministerio de enseñar según sus capacidades y su personalidad.
Querer estar comparando continuamente al papa Francisco y al papa Benedicto es algo que no solo no aporta nada constructivo sino que además puede fomentar “los sectarismos” de un lado o de otro. Son dos realidades y personalidades completamente diferentes. Ambos han sido llamados por el Señor y, más allá de las tramas que tanto alientan algunos sobre legitimidad o no, creemos que el Espíritu Santo actúa en la Iglesia y en la conciencia de los cardenales que eligen al sucesor de Pedro, conociendo en el candidato su personalidad y sus capacidades.
Retomando el hilo del alimento, igual que no es sano que uno coma cada día el mismo alimento aún siendo ácido o picante, creo que no hay que estar obsesionados cada día con todo lo que ha dicho o dejado de decir el papa, insisto, incluso en contextos informales o dirigido a un grupo particular. Y hay que evitar alimentarse de esos comentarios ácidos, escrupulosos y obsesivos contra cualquier comentario del papa sin tener en cuenta los contextos, los destinatarios y la intención con la que lo dice, creo que es como alimentarse con chili, normal que al final le salga a uno hasta úlceras…. cuando el papa habla duro uno tiene que escuchar con humildad y autoevaluarse y ver si algo de lo que está denunciando el papa me afecta y puedo corregir, pero si tras ese discernimiento siento que estoy en paz no he de tomarme a la tremenda lo que ha dicho como si me lo estuviera diciendo a mi. Es como esto último del mensaje a la curia, si lo ha dicho así por algo será y mejor conocedor de la realidad interna de la curia que nosotros, probablemente lo será, digo yo.
Leamos con paz y serenidad sus palabras sin el prejuicio que muchos están alimentando a diario y que tanto daño hace. Y cuidado con hablar con tanta ligereza de un papa que dice herejías no estemos echando más leña para que aliente una mayor llama.
Por cierto, lo mismo digo con mis palabras si piensa que no le sirven no las tenga en cuenta. Aprovecho para desearles a todos una santa celebración de la natividad.
Lo que explica Evagrio bien podría leerse también en clave de gula informativa. Escribe: “La mucha leña alienta una gran llama y la abundancia de comida nutre la concupiscencia“. Estoy convencido que uno de los problemas del mundo moderno es la saturación informativa y la gula que producen en no pocas almas la necesidad de tragar y tragar información, datos, noticias sin darse tiempo ni siquiera a una debida digestión.
Como ya escribí en mi anterior entrada “cansina franciscofobia” llega a atragantárseme tanta fijación con que si “el papa ha hecho” o “el papa ha dicho” y venga a ingerir después todo tipo de alimentos ácidos y picantes en formato de palabras y expresiones, digamos, poco saludables para el organismo. La abundancia de saturación informativa negativa sobre alguien nutre la concupiscencia de los juicios y las ofensas.
Es importante ser conscientes de dónde nos estamos nutriendo y alimentando. Me explico: Si uno se alimenta diariamente de alimentos sanos su organismo lo agradece y se siente bien pero si uno toma alimentos muy grasos o picantes, muy probablemente el organismo se resiente y empieza uno a sentirse mal.
Nuestra vida diaria tiene que girar en torno a la Palabra, a la intimidad con el Señor y alimentarnos sanamente de ella y, con asiduidad, de los sacramentos.
El nº 2034 del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:
“El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar.”
Cada papa que ha tenido la Iglesia ha aportado su personalidad y sus cualidades al servicio de este ministerio. Pero, igual que nuestros obispos en la diócesis o los sacerdotes en las parroquias, no dejan de ser seres humanos con sus virtudes y defectos, sus capacidades y sus carencias. No en vano se debe hacer el esfuerzo de querer comprender lo que quieren transmitir realmente cuando movidos por el Espíritu Santo enseñan al pueblo de Dios en su calidad de pastores. Humanamente hablando, hay pastores que presentan un discurso con un lenguaje muy formal que no toca el corazón del pueblo llano que no le entiende y hay otros que hablan un lenguaje más cercano a lo que viven y entienden las personas. No por ello uno es mejor o peor que el otro. Ambos ejercen su ministerio de enseñar según sus capacidades y su personalidad.
Querer estar comparando continuamente al papa Francisco y al papa Benedicto es algo que no solo no aporta nada constructivo sino que además puede fomentar “los sectarismos” de un lado o de otro. Son dos realidades y personalidades completamente diferentes. Ambos han sido llamados por el Señor y, más allá de las tramas que tanto alientan algunos sobre legitimidad o no, creemos que el Espíritu Santo actúa en la Iglesia y en la conciencia de los cardenales que eligen al sucesor de Pedro, conociendo en el candidato su personalidad y sus capacidades.
Retomando el hilo del alimento, igual que no es sano que uno coma cada día el mismo alimento aún siendo ácido o picante, creo que no hay que estar obsesionados cada día con todo lo que ha dicho o dejado de decir el papa, insisto, incluso en contextos informales o dirigido a un grupo particular. Y hay que evitar alimentarse de esos comentarios ácidos, escrupulosos y obsesivos contra cualquier comentario del papa sin tener en cuenta los contextos, los destinatarios y la intención con la que lo dice, creo que es como alimentarse con chili, normal que al final le salga a uno hasta úlceras…. cuando el papa habla duro uno tiene que escuchar con humildad y autoevaluarse y ver si algo de lo que está denunciando el papa me afecta y puedo corregir, pero si tras ese discernimiento siento que estoy en paz no he de tomarme a la tremenda lo que ha dicho como si me lo estuviera diciendo a mi. Es como esto último del mensaje a la curia, si lo ha dicho así por algo será y mejor conocedor de la realidad interna de la curia que nosotros, probablemente lo será, digo yo.
Leamos con paz y serenidad sus palabras sin el prejuicio que muchos están alimentando a diario y que tanto daño hace. Y cuidado con hablar con tanta ligereza de un papa que dice herejías no estemos echando más leña para que aliente una mayor llama.
Por cierto, lo mismo digo con mis palabras si piensa que no le sirven no las tenga en cuenta. Aprovecho para desearles a todos una santa celebración de la natividad.