A propósito de los sacramentos
Decía S. Agustín en su obra Ciudad de Dios: “Sacramentum, id est sacrum signum” (Sacramento, esto es un signo sagrado).
Permitidme, para comprender mejor qué entendemos por signo, un ejemplo muy elemental pero que quizás resulte útil:
Cuando los cazadores se adentran en la selva y se encuentran con una huella de animal en el suelo (el SIGNUM, o sea “el signo”) les hace pensar en el animal pero NO es el animal (la RES, o sea “el objeto”). Ambas realidades se encuentran en la MENS (o sea en la “inteligencia” del cazador.
Si vamos a la RAE encontraremos las siguientes definiciones de Signo:
1. Objeto, fenómeno o hecho que, por una relación natural o convencional, representa o evoca otro objeto, fenómeno o hecho.
Ej: "lanzaron palomas como signo de paz; hay signos convencionales para poder interpretar los mapas"
2. Indicio que permite deducir algo de lo que no se tiene un conocimiento directo.
Ej: "los buenos modales en la mesa son signo de buena educación"
Dicho con palabras más nuestras: Un signo nos habla de algo que va más allá de él mismo. Igual que la huella nos habla del tipo de animal que hay detrás.
Los sacramentos son para nosotros “signos visibles de realidades invisibles”. Lo que diferencia un signo sacramental del signo de la huella es que éstos sí llevan en sí mismos parte de lo que significan: la Gracia. Como también diría S Agustín “invisibilis gratiae visibilis forma” (La gracia invisible en forma visible).
Con razón la Constitución “Sacrosanctum Concilium” sobre la liturgia del Concilio Vaticano II afirma en el número 59: "Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero, como signos, también tienen un fin instructivo. No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por se llaman sacramentos de la fe"
¡Qué bueno si valoramos los sacramentos con la importancia que tienen para nosotros! Como nos recuerda el Catecismo en el número 1129: La "gracia sacramental" es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento. El Espíritu cura y transforma a los que lo reciben conformándolos con el Hijo de Dios”
Acerquémonos a vivir y disfrutar de los sacramentos y no olvidemos las hermosas palabras con las que Santo Tomás en su Suma Teológica nos decía:
«Por eso el sacramento es un signo que rememora lo que sucedió, es decir, la pasión de Cristo; es un signo que demuestra lo que se realiza en nosotros en virtud de la pasión de Cristo, es decir, la gracia; y es un signo que anticipa, es decir, que preanuncia la gloria venidera»
Permitidme, para comprender mejor qué entendemos por signo, un ejemplo muy elemental pero que quizás resulte útil:
Cuando los cazadores se adentran en la selva y se encuentran con una huella de animal en el suelo (el SIGNUM, o sea “el signo”) les hace pensar en el animal pero NO es el animal (la RES, o sea “el objeto”). Ambas realidades se encuentran en la MENS (o sea en la “inteligencia” del cazador.
Si vamos a la RAE encontraremos las siguientes definiciones de Signo:
1. Objeto, fenómeno o hecho que, por una relación natural o convencional, representa o evoca otro objeto, fenómeno o hecho.
Ej: "lanzaron palomas como signo de paz; hay signos convencionales para poder interpretar los mapas"
2. Indicio que permite deducir algo de lo que no se tiene un conocimiento directo.
Ej: "los buenos modales en la mesa son signo de buena educación"
Dicho con palabras más nuestras: Un signo nos habla de algo que va más allá de él mismo. Igual que la huella nos habla del tipo de animal que hay detrás.
Los sacramentos son para nosotros “signos visibles de realidades invisibles”. Lo que diferencia un signo sacramental del signo de la huella es que éstos sí llevan en sí mismos parte de lo que significan: la Gracia. Como también diría S Agustín “invisibilis gratiae visibilis forma” (La gracia invisible en forma visible).
Con razón la Constitución “Sacrosanctum Concilium” sobre la liturgia del Concilio Vaticano II afirma en el número 59: "Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero, como signos, también tienen un fin instructivo. No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por se llaman sacramentos de la fe"
¡Qué bueno si valoramos los sacramentos con la importancia que tienen para nosotros! Como nos recuerda el Catecismo en el número 1129: La "gracia sacramental" es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento. El Espíritu cura y transforma a los que lo reciben conformándolos con el Hijo de Dios”
Acerquémonos a vivir y disfrutar de los sacramentos y no olvidemos las hermosas palabras con las que Santo Tomás en su Suma Teológica nos decía:
«Por eso el sacramento es un signo que rememora lo que sucedió, es decir, la pasión de Cristo; es un signo que demuestra lo que se realiza en nosotros en virtud de la pasión de Cristo, es decir, la gracia; y es un signo que anticipa, es decir, que preanuncia la gloria venidera»