Coalición de gobierno sin Podemos
La Reforma Constitucional es la razón más poderosa que puede justificar la formación de un gobierno de coalición y transición que podría salvaguardar la estabilidad financiera del Estado y la inversión extranjera en el país, que tanto necesita.
Esta Reforma otorgaría el protagonismo y el poder de iniciativa para la fijación de los nuevos textos constitucionales, a quienes sí garantizan la estabilidad del país, y garantizan la racionalidad en los debates en los cambios que exige la sociedad española, con Pactos de Estado y con Pactos de reforma que reclama la sociedad española, que no acepta procesos separatistas ni revolucionarios de forma mayoritaria en términos electorales absolutos.
Para qué repartirse una cartera ministerial o poder de influencia, si lo que se pueden repartir es el mayor poder atribuido por la Constitución, el de fijar textos en la norma suprema.
La PROPUESTA de un GOBIERNO de COALICIÓN con carácter funcional, formado por PP, PSOE, CIUDADANOS e IZQUIERDA UNIDA, no es un disparate, es una puerta abierta en medio del galimatías formado por los resultados electorales de ayer, que nos despistan del verdadero problema, que no es el de gobernabilidad sino el de sostenibilidad del Estado y del modelo de convivencia común en la diversidad, en el que han vivido de forma próspera los españoles como nunca antes en su Historia.
Para formar ese pintoresco gobierno, hay que “decapitar” a Rajoy, para que Pedro Sánchez se excuse ante su electorado. Sólo Rivera puede ser presidente, para que arbitre entre los dos partidos de verdadero poder territorial (PP y PSOE). Y se debería admitir una participación activa de Izquierda Unida, que recobraría el liderazgo efectivo y racional de la izquierda, que excluya los extremismos.
Si su función y razón es la reforma de la Constitución, nadie dudaría de la legitimidad democrática y solidez de quienes adoptaran en este caso su iniciativa, y lo mismo, nadie dudaría de la racionalidad de los debates en los textos a reformar.
Sí, seguro que se han dado cuenta, excluyo a Podemos y a los nacionalistas. PODEMOS puede enquistarse en los territorios nacionalistas, pues confían en que les proporcionará el referéndum soberanista.
PODEMOS es directo beneficiario de la Ley electoral que criticaba, que le da 12 diputados en Cataluña con 920.000 votos en esa región. Mientras esa ley dá sólo 2 a IZQUIERDA UNIDA teniendo el mismo número de votos en todo el territorio nacional, lo cual le deslegitima para que ejerza liderazgo alguno, pues su fuerza electoral efectiva sin los nacionalistas de izquierdas le sitúa al mismo nivel que Ciudadanos.
Una REFORMA CONSTITUCIONAL consensuada sin PODEMOS y sin NACIONALISTAS, otorgaría una salida hábil a la desconfianza que empieza a manifestarse desde los mercados frente a España.
El GASTO SOCIAL tiene operativamente que financiarse por los mercados, y una situación de indefinición política es inasumible a medio plazo por su elevado coste. España tiene un elevadísimo nivel de deuda que puede provocar la quiebra del Estado si se perpetúa la inestabilidad política, que ya existía por el secesionismo.
El verdadero cambio reclamado por los españoles es de contenidos, y no de caras. Los españoles ya no somos ingenuos, y en verdad, a todos los candidatos les hemos partido la cara, porque no hemos otorgado poder inmediato a ninguno.
Ni la denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede, ni la abolición de la tauromaquia, ni tan siquiera una nueva ley de género, tienen tanta preferencia como la propia existencia del Estado español y de la Nación española, como sujeto histórico, vivo y permanente.
España es entidad real, porque es una entidad cultural, diversa y plural por supuesto, pero con identidad propia e integrada. España es un Modal Life, como el americano, y por el que somos reconocidos claramente, que trasciende los intereses diminutos del afán de poder de Podemos, y del afán de impunidad del corrupto sistema nacionalista vasco y catalán.
Ser independiente y ser independentista son realidades bien distintas, que distingue cada vez más gente en las regiones nacionalistas.
Hay que reformar el Título VIII de la Constitución sobre la estructura territorial, y para ello los barones regionales deben ser generosos. Hay que re-centralizar competencias y revisar el sistema de financiación autonómica. Esta reforma, entre otras no esenciales, simplemente requiere someterse a referéndum si así lo reclama un 10% del Congreso, pero no se disuelven las Cortes ni se exigen mayorías reforzadas.
Para una reforma esencial de la Constitución (unidad política y monarquía), el mosaico parlamentario no sería el apropiado. El contexto actual no está para aconsejar abrir todo el melón. Ya lo dice San Ignacio: En tiempos de desolación no hacer mudanza. El desafío catalán no lo hace ni mucho menos conveniente.
Abandonado por nacionalistas de izquierdas, que han inflado sus resultados, PODEMOS sólo se convierte en lo que empezó, y confirman catedráticos de Facultad de la Complutense, un aparato para la toma del poder, al que por cierto contribuyeron en Venezuela a favor del chavismo, con el resultado que sabemos todos.
En esto se resume la baja política, en las personas y sus ambiciones.
A Rajoy le hizo perder su placidez y su omisión consciente ante la corrupción de su partido. A Pedro Sánchez tan sólo le ha perdido su fuerte carácter, y ya es bastante. Por ello sólo Rivera es capaz de proporcionar la imagen de renovación del sistema que los españoles necesitan para legitimar los cambios con la aprobación mayoritaria.
A Pablo Iglesias le pierde su soberbia y por eso no tiene los 920000 votos de IU, que tendría la ocasión de revancha frente a Podemos, por ejemplo si le sirven en bandeja, negociar una reforma constitucional con la exclusión de aquel, lo que le permitiría asumir la representación de la Izquierda dogmática útil y práctica, que no utiliza el visceralismo directo y manipulador de los dirigentes de PODEMOS.
ES PURO ESTADISMO POLITICO, no hay que olvidar que Valls pidió el voto para Sarkozy contra el Frente Nacional en segunda vuelta. Y lo hicieron porque creyeron que era lo mejor para su país.
Es peor aventurarse con Podemos que negociar duramente, renunciando a parte del programa. El PSOE se juega su supervivencia, el PP su insignificancia y CIUDADANOS e IZQUIERDA UNIDA su influencia.
Los españoles comprenden aquello que exige una renuncia por un bien mayor porque es algo que viven en su cotidianidad. Los españoles exigen mayoritariamente reformas y no una revolución. Distinguen entre purga y venganza, que es lo que exige, sin perjuicio de la actuación de la Justicia, la lucha contra la corrupción.
El futuro Gobierno debe proporcionar la estabilidad política y por ende, fiscal, pero también la solvencia personal de su presidente, que son las condiciones requeridas por quienes financian nuestro Estado de Bienestar en su condición de prestamistas y fiadores del Estado.
Las circunstancias exigen al pueblo español madurar y "germanizarse", puesto que la estabilidad financiera es la que en último término garantiza el Estado de bienestar que tanto demanda. Y ello sin perjuicio de que haya sido irreprochable que el resultado electoral constituya un legítimo revulsivo frente a un Estado que ha institucionalizado la corrupción como coste de gestión pública, que no se puede ni se debe tolerar de ninguna de las maneras.
El resultado electoral traduce claramente la voluntad mayoritaria del pueblo español de reformas políticas e institucionales, como también personales.
Corresponde a la Monarquía, y a quien la personaliza, el REY, estar a la altura del momento, e impulsar los pactos que contribuyan a la estabilidad del país. A Felipe VI las circunstancias le exigen que actúe en estos instantes no sólo como árbitro del regular funcionamiento de las instituciones, sino como un estadista, por el bien de España, y por la permanencia de la institución monárquica, que debe ser símbolo de su unidad y permanencia, lo cual es un factor que no deben despreciar los que nos fian.
Es hora de la alta política. Hay que acabar con la baja política, que es la que se presenta con imposiciones en las calles, la que divide, crispa, manipula y simplifica en términos intolerables. Es la hora de que la talla política de los candidatos se mida por la elevada conciencia moral de renunciar para garantizar aquello que es estrictamente lo mejor para los españoles: la continuidad del actual sistema de convivencia en una democracia reformada y sin rupturas.
Esta Reforma otorgaría el protagonismo y el poder de iniciativa para la fijación de los nuevos textos constitucionales, a quienes sí garantizan la estabilidad del país, y garantizan la racionalidad en los debates en los cambios que exige la sociedad española, con Pactos de Estado y con Pactos de reforma que reclama la sociedad española, que no acepta procesos separatistas ni revolucionarios de forma mayoritaria en términos electorales absolutos.
Para qué repartirse una cartera ministerial o poder de influencia, si lo que se pueden repartir es el mayor poder atribuido por la Constitución, el de fijar textos en la norma suprema.
La PROPUESTA de un GOBIERNO de COALICIÓN con carácter funcional, formado por PP, PSOE, CIUDADANOS e IZQUIERDA UNIDA, no es un disparate, es una puerta abierta en medio del galimatías formado por los resultados electorales de ayer, que nos despistan del verdadero problema, que no es el de gobernabilidad sino el de sostenibilidad del Estado y del modelo de convivencia común en la diversidad, en el que han vivido de forma próspera los españoles como nunca antes en su Historia.
Para formar ese pintoresco gobierno, hay que “decapitar” a Rajoy, para que Pedro Sánchez se excuse ante su electorado. Sólo Rivera puede ser presidente, para que arbitre entre los dos partidos de verdadero poder territorial (PP y PSOE). Y se debería admitir una participación activa de Izquierda Unida, que recobraría el liderazgo efectivo y racional de la izquierda, que excluya los extremismos.
Si su función y razón es la reforma de la Constitución, nadie dudaría de la legitimidad democrática y solidez de quienes adoptaran en este caso su iniciativa, y lo mismo, nadie dudaría de la racionalidad de los debates en los textos a reformar.
Sí, seguro que se han dado cuenta, excluyo a Podemos y a los nacionalistas. PODEMOS puede enquistarse en los territorios nacionalistas, pues confían en que les proporcionará el referéndum soberanista.
PODEMOS es directo beneficiario de la Ley electoral que criticaba, que le da 12 diputados en Cataluña con 920.000 votos en esa región. Mientras esa ley dá sólo 2 a IZQUIERDA UNIDA teniendo el mismo número de votos en todo el territorio nacional, lo cual le deslegitima para que ejerza liderazgo alguno, pues su fuerza electoral efectiva sin los nacionalistas de izquierdas le sitúa al mismo nivel que Ciudadanos.
Una REFORMA CONSTITUCIONAL consensuada sin PODEMOS y sin NACIONALISTAS, otorgaría una salida hábil a la desconfianza que empieza a manifestarse desde los mercados frente a España.
El GASTO SOCIAL tiene operativamente que financiarse por los mercados, y una situación de indefinición política es inasumible a medio plazo por su elevado coste. España tiene un elevadísimo nivel de deuda que puede provocar la quiebra del Estado si se perpetúa la inestabilidad política, que ya existía por el secesionismo.
El verdadero cambio reclamado por los españoles es de contenidos, y no de caras. Los españoles ya no somos ingenuos, y en verdad, a todos los candidatos les hemos partido la cara, porque no hemos otorgado poder inmediato a ninguno.
Ni la denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede, ni la abolición de la tauromaquia, ni tan siquiera una nueva ley de género, tienen tanta preferencia como la propia existencia del Estado español y de la Nación española, como sujeto histórico, vivo y permanente.
España es entidad real, porque es una entidad cultural, diversa y plural por supuesto, pero con identidad propia e integrada. España es un Modal Life, como el americano, y por el que somos reconocidos claramente, que trasciende los intereses diminutos del afán de poder de Podemos, y del afán de impunidad del corrupto sistema nacionalista vasco y catalán.
Ser independiente y ser independentista son realidades bien distintas, que distingue cada vez más gente en las regiones nacionalistas.
Hay que reformar el Título VIII de la Constitución sobre la estructura territorial, y para ello los barones regionales deben ser generosos. Hay que re-centralizar competencias y revisar el sistema de financiación autonómica. Esta reforma, entre otras no esenciales, simplemente requiere someterse a referéndum si así lo reclama un 10% del Congreso, pero no se disuelven las Cortes ni se exigen mayorías reforzadas.
Para una reforma esencial de la Constitución (unidad política y monarquía), el mosaico parlamentario no sería el apropiado. El contexto actual no está para aconsejar abrir todo el melón. Ya lo dice San Ignacio: En tiempos de desolación no hacer mudanza. El desafío catalán no lo hace ni mucho menos conveniente.
Abandonado por nacionalistas de izquierdas, que han inflado sus resultados, PODEMOS sólo se convierte en lo que empezó, y confirman catedráticos de Facultad de la Complutense, un aparato para la toma del poder, al que por cierto contribuyeron en Venezuela a favor del chavismo, con el resultado que sabemos todos.
En esto se resume la baja política, en las personas y sus ambiciones.
A Rajoy le hizo perder su placidez y su omisión consciente ante la corrupción de su partido. A Pedro Sánchez tan sólo le ha perdido su fuerte carácter, y ya es bastante. Por ello sólo Rivera es capaz de proporcionar la imagen de renovación del sistema que los españoles necesitan para legitimar los cambios con la aprobación mayoritaria.
A Pablo Iglesias le pierde su soberbia y por eso no tiene los 920000 votos de IU, que tendría la ocasión de revancha frente a Podemos, por ejemplo si le sirven en bandeja, negociar una reforma constitucional con la exclusión de aquel, lo que le permitiría asumir la representación de la Izquierda dogmática útil y práctica, que no utiliza el visceralismo directo y manipulador de los dirigentes de PODEMOS.
ES PURO ESTADISMO POLITICO, no hay que olvidar que Valls pidió el voto para Sarkozy contra el Frente Nacional en segunda vuelta. Y lo hicieron porque creyeron que era lo mejor para su país.
Es peor aventurarse con Podemos que negociar duramente, renunciando a parte del programa. El PSOE se juega su supervivencia, el PP su insignificancia y CIUDADANOS e IZQUIERDA UNIDA su influencia.
Los españoles comprenden aquello que exige una renuncia por un bien mayor porque es algo que viven en su cotidianidad. Los españoles exigen mayoritariamente reformas y no una revolución. Distinguen entre purga y venganza, que es lo que exige, sin perjuicio de la actuación de la Justicia, la lucha contra la corrupción.
El futuro Gobierno debe proporcionar la estabilidad política y por ende, fiscal, pero también la solvencia personal de su presidente, que son las condiciones requeridas por quienes financian nuestro Estado de Bienestar en su condición de prestamistas y fiadores del Estado.
Las circunstancias exigen al pueblo español madurar y "germanizarse", puesto que la estabilidad financiera es la que en último término garantiza el Estado de bienestar que tanto demanda. Y ello sin perjuicio de que haya sido irreprochable que el resultado electoral constituya un legítimo revulsivo frente a un Estado que ha institucionalizado la corrupción como coste de gestión pública, que no se puede ni se debe tolerar de ninguna de las maneras.
El resultado electoral traduce claramente la voluntad mayoritaria del pueblo español de reformas políticas e institucionales, como también personales.
Corresponde a la Monarquía, y a quien la personaliza, el REY, estar a la altura del momento, e impulsar los pactos que contribuyan a la estabilidad del país. A Felipe VI las circunstancias le exigen que actúe en estos instantes no sólo como árbitro del regular funcionamiento de las instituciones, sino como un estadista, por el bien de España, y por la permanencia de la institución monárquica, que debe ser símbolo de su unidad y permanencia, lo cual es un factor que no deben despreciar los que nos fian.
Es hora de la alta política. Hay que acabar con la baja política, que es la que se presenta con imposiciones en las calles, la que divide, crispa, manipula y simplifica en términos intolerables. Es la hora de que la talla política de los candidatos se mida por la elevada conciencia moral de renunciar para garantizar aquello que es estrictamente lo mejor para los españoles: la continuidad del actual sistema de convivencia en una democracia reformada y sin rupturas.