Mayo del 68 HOY
La actual crisis en occidente es una crisis del principio de Realidad que al mismo tiempo es una crisis de Racionalidad. La realidad es lo que permanece cuando se deja de creer en la fantasía. Cada cual elige en ese momento construir su vida desde ella o contra ella.
Cuando el filósofo Gianni Vattimo define el Pensamiento Débil como una anarquía no sangrante, introducía una forma revolucionaria de entender la posmodernidad. Bajo inspiración anarquista, la autonomía del individuo se entiende de forma radical –y por tanto bajo dictadura emocional- como motor de desorganización social y familiar. Su éxito se ha basado en el rechazo de la realidad por insatisfacción, hedonismo y rebeldía.
La familia española es un campo de laboratorio magnífico para observar cómo esa anarquía no sangrante -el caduco autoritarismo de los padres ahora se está convirtiendo por idiotez y chantaje emocional en el autoritarismo de los hijos- es real e imperante.
Del "Harás lo que quieras cuando tengas tu propia economía y casa, pero mientras vivas en esta casa harás lo que te mandemos", al "Me das lo que pido o te la monto". Del "Estudia o trabaja pero no vas a estar sin hacer nada" al padre o la madre que, tras volver del trabajo, hace las tareas escolares de los hijos, inmersos en una absurda competitividad que hiere de muerte el principio del mérito y el esfuerzo individual. Somos una generación de nuevos padres que estamos sacándonos la EGB por segunda vez. Como padre creo que, ocultando la realidad o disfrazándola de amabilidad (pos-verdad lo llaman) a los hijos, los conducimos a su tiranía (emocional) y a su fracaso personal por falta de preparación y adaptación a toda realidad que tengan que afrontar por sí solos cuando sean mayores de edad.
Una consecuencia del bienestar material que tuvo lugar en Europa con la implantación del Estado social de Bienestar fue el advenimiento en una cultura de nueva opulencia, de generaciones insatisfechas de jóvenes que contemplaban su sociedad como un sistema de valores anacrónicos conservados en formol. Su herencia fue cultural y no política, se llamó MAYO DEL 68. Políticamente no innovó nada pues su espíritu revolucionario fracasó por contradicción real (existencia de dictaduras revolucionarias). Mayo del 68 rompió los conservadores valores sexuales de occidente y cuestionó la autoridad política hecha a semejanza del modelo familiar tradicional, que entonces sí era hetero-patriarcal y hoy es tan diverso como un sabroso cocido.
La revolución cultural inacabada de Mayo del 68 acabó paradójicamente en nada y en la nada. Generaciones de inconformistas de entonces fueron domesticados gracias a los encantos del hedonismo de la sociedad de consumo, en el transcurso de la más amplia etapa de libertades y ausencia de conflictos que ha vivido occidente. Sin embargo, muchos siguen padeciendo neurosis porque nunca llegaron a conciliar su conformismo material con ese inconformismo espiritual proveniente de sus años de juventud.
Muchos nostálgicos de ese espíritu de Mayo del 68, han convertido su idealismo juvenil en una metafísica o religión ateísta de eterna juventud. De ella beben como bebe el ganado en el abrevadero. Sorprende observar a adultos en plena adolescencia mental. Emocionales e irreflexivos, juzgadores y no observadores, burgueses inconformistas negacionistas de cualquier matiz, idiotas en creciente senilidad. Estos son los que aplauden el anarquismo no sangrante, que no es más que una rebeldía intergeneracional de estética desenfadada y boicoteo colérico del normal desarrollo de la vida del prójimo. Que impone constantemente su presencia a una mayoría silenciosa que nunca fue ni pija ni consentida, y que distingue entre el inconformismo que tiene causas y entre una realidad que no es ni intrínsecamente perversa ni adaptable por imperativo emocional. Los conflictos entre intereses opuestos tienen su vía de solución democrática y judicial, legal y racional, cuando faltamos a la tolerancia o cuando hay que poner límites a la intolerancia.
En la Dictadura de los idiotas asistimos a uno de los últimos coletazos de Mayo del 68. La transmisión de la rebeldía entre generaciones. Entre las generaciones acomodadas de entonces que convirtieron su idealismo en religión de eterna juventud, y las nuevas generaciones que ni estudian ni trabajan porque casi todo se les da hecho. Semejantes en su rechazo de la realidad, unas porque les aterra la senectud, otras porque se han acostumbrado a que todo se lo den hecho, y eso lo saben, no tiene futuro.
Sólo los idiotas pueden pretender que la realidad se adapte a ellos, y es por ello que nos encontramos en una guerra posmoderna -no sangrante pero eficazmente fragmentadora y erosiva de las instituciones- entre cinceladores y dinamitadores de la pétrea realidad.
Lo que pasa en Cataluña y en resto de España es sociológicamente es eso, y puede anticipar para el resto de occidente el conflicto que ya vivimos: la omnipresencia de las emociones en el espacio público.
Tal como afirmaba Zygmund Bauman, las emociones sólo destruyen pues son incapaces de crear nada. Eso explica el fracaso de Mayo del 68, el de la Primavera árabe, el del 15M y el de los que están por venir.
Cuando el filósofo Gianni Vattimo define el Pensamiento Débil como una anarquía no sangrante, introducía una forma revolucionaria de entender la posmodernidad. Bajo inspiración anarquista, la autonomía del individuo se entiende de forma radical –y por tanto bajo dictadura emocional- como motor de desorganización social y familiar. Su éxito se ha basado en el rechazo de la realidad por insatisfacción, hedonismo y rebeldía.
La familia española es un campo de laboratorio magnífico para observar cómo esa anarquía no sangrante -el caduco autoritarismo de los padres ahora se está convirtiendo por idiotez y chantaje emocional en el autoritarismo de los hijos- es real e imperante.
Del "Harás lo que quieras cuando tengas tu propia economía y casa, pero mientras vivas en esta casa harás lo que te mandemos", al "Me das lo que pido o te la monto". Del "Estudia o trabaja pero no vas a estar sin hacer nada" al padre o la madre que, tras volver del trabajo, hace las tareas escolares de los hijos, inmersos en una absurda competitividad que hiere de muerte el principio del mérito y el esfuerzo individual. Somos una generación de nuevos padres que estamos sacándonos la EGB por segunda vez. Como padre creo que, ocultando la realidad o disfrazándola de amabilidad (pos-verdad lo llaman) a los hijos, los conducimos a su tiranía (emocional) y a su fracaso personal por falta de preparación y adaptación a toda realidad que tengan que afrontar por sí solos cuando sean mayores de edad.
Una consecuencia del bienestar material que tuvo lugar en Europa con la implantación del Estado social de Bienestar fue el advenimiento en una cultura de nueva opulencia, de generaciones insatisfechas de jóvenes que contemplaban su sociedad como un sistema de valores anacrónicos conservados en formol. Su herencia fue cultural y no política, se llamó MAYO DEL 68. Políticamente no innovó nada pues su espíritu revolucionario fracasó por contradicción real (existencia de dictaduras revolucionarias). Mayo del 68 rompió los conservadores valores sexuales de occidente y cuestionó la autoridad política hecha a semejanza del modelo familiar tradicional, que entonces sí era hetero-patriarcal y hoy es tan diverso como un sabroso cocido.
La revolución cultural inacabada de Mayo del 68 acabó paradójicamente en nada y en la nada. Generaciones de inconformistas de entonces fueron domesticados gracias a los encantos del hedonismo de la sociedad de consumo, en el transcurso de la más amplia etapa de libertades y ausencia de conflictos que ha vivido occidente. Sin embargo, muchos siguen padeciendo neurosis porque nunca llegaron a conciliar su conformismo material con ese inconformismo espiritual proveniente de sus años de juventud.
Muchos nostálgicos de ese espíritu de Mayo del 68, han convertido su idealismo juvenil en una metafísica o religión ateísta de eterna juventud. De ella beben como bebe el ganado en el abrevadero. Sorprende observar a adultos en plena adolescencia mental. Emocionales e irreflexivos, juzgadores y no observadores, burgueses inconformistas negacionistas de cualquier matiz, idiotas en creciente senilidad. Estos son los que aplauden el anarquismo no sangrante, que no es más que una rebeldía intergeneracional de estética desenfadada y boicoteo colérico del normal desarrollo de la vida del prójimo. Que impone constantemente su presencia a una mayoría silenciosa que nunca fue ni pija ni consentida, y que distingue entre el inconformismo que tiene causas y entre una realidad que no es ni intrínsecamente perversa ni adaptable por imperativo emocional. Los conflictos entre intereses opuestos tienen su vía de solución democrática y judicial, legal y racional, cuando faltamos a la tolerancia o cuando hay que poner límites a la intolerancia.
En la Dictadura de los idiotas asistimos a uno de los últimos coletazos de Mayo del 68. La transmisión de la rebeldía entre generaciones. Entre las generaciones acomodadas de entonces que convirtieron su idealismo en religión de eterna juventud, y las nuevas generaciones que ni estudian ni trabajan porque casi todo se les da hecho. Semejantes en su rechazo de la realidad, unas porque les aterra la senectud, otras porque se han acostumbrado a que todo se lo den hecho, y eso lo saben, no tiene futuro.
Sólo los idiotas pueden pretender que la realidad se adapte a ellos, y es por ello que nos encontramos en una guerra posmoderna -no sangrante pero eficazmente fragmentadora y erosiva de las instituciones- entre cinceladores y dinamitadores de la pétrea realidad.
Lo que pasa en Cataluña y en resto de España es sociológicamente es eso, y puede anticipar para el resto de occidente el conflicto que ya vivimos: la omnipresencia de las emociones en el espacio público.
Tal como afirmaba Zygmund Bauman, las emociones sólo destruyen pues son incapaces de crear nada. Eso explica el fracaso de Mayo del 68, el de la Primavera árabe, el del 15M y el de los que están por venir.