La Posverdad grita BARRABÁS
Todo extremismo destruye lo que afirma. (María Zambrano)
En la Historia se sucede una y otra vez el mismo drama. Los pobres, los mansos, los que lloran, los que piden justicia, los misericordiosos, los limpios, los perseguidos por justos siempre han de sufrir la persecución de los extremistas.
El extremista o es un oportunista o es un completo idiota. Como oportunista, se sirve de los demás para alcanzar sus fines. Como idiota, los desprecia y subordina.
La Historia de la humanidad es una Historia escrita con la sangre de mártires y héroes, que ni quisieron ser utilizados por oportunistas ni consintieron ser ultrajados por idiotas.
Los extremismos perdieron protagonismo tras el colapso del comunismo. Todos creíamos que el fin de ese enfrentamiento entre el libertinaje y el igualitarismo, nos haría entrar en una época de serenidad y prosperidad al amparo de un desarrollo tecnológico sin precedentes.
Venció el libertinaje, crecieron las desigualdades, resurgieron los igualitarios y aparecieron los indignados.
Se instaló durante décadas una forma de ver la realidad en la que la apariencia de verdad era más sustancial que la verdad misma, se le ha llamado Posverdad.
Triunfó así lo políticamente correcto (tradicional propaganda política). Se extendió el uso de los eufemismos en las relaciones (empezamos a pisar huevos), y se eliminaron los análisis en la comunicación, de tal forma que prevaleciera lo emotivo y superficial de la información suministrada, desprovista ya de significado conceptual.
Todo un caldo de cultivo para los extremismos, muchas veces tontos útiles de los ingenieros sociales.
El Mal actúa queriendo romper la unidad de criterio y acción comunitarios, para lo cual se vale del divide y vencerás, donde los extremismos y su protagonismo son muy útiles. Una dialéctica de enfrentamiento constante y su elevación a realidad natural, ciertamente bloquean la capacidad reflexiva de cualquiera.
La Posverdad impuso como pautas de comportamiento y conocimiento las emociones y las creencias personales. Se declararon caducos los dos antibióticos de los extremismos, la razón (muro frente a los disparates) y los sentimientos (puerta de los valores). La Posverdad disfraza la realidad para ocultarla.
La realidad y la verdad visten con modestia y se desnudan con insolencia.
A Cristo le condenaron los extremistas. Los zelotes y los sacerdotes (unos rebeldes a Roma, otros colaboracionistas con Roma), gritaron al unísono:
¡Preferimos a Barrabás!
Incómoda es la verdad, modesta e insolente su presencia. Pilatos guardó silencio ante el ultraje. Mejor condenar a un loco incómodo que temer a un idiota violento. Actuó como un ingeniero social vencido por los extremismos.
Cristo aparece en la Historia como Verdad, no como su apariencia. Todo en Él era auténtico. Se presentó al mundo, y el mundo le condenó por ello.
Todos, bienaventurados por vocación y naturaleza, somos susceptibles de ser engañados a través de nuestras emociones y creencias personales.
Todos podemos ser utilizados para gritar al unísono Barrabás, o ser ultrajados con la complicidad de nuestro silencio ante el justo por ello ajusticiado.
Los extremismos ahogan las bienaventuranzas. La ingeniería social se encarga de que no echen raíces.
Los extremismos llaman a los pobres clase obrera o fracasada, manipulables a los mansos, débiles a los que lloran, pesados a los que piden justicia, sentimentales a los misericordiosos, pringados a los limpios, y a los perseguidos por justos sencillamente les hace objetivo de la indiferencia.
Los extremismos al contrario de Cristo ocultan la verdad. Sus agitaciones y antagonismos son disfraz, pues al unísono gritan Barrabás.
Los extremismos, pesebres del error, condenan la Historia a repetirse. Los ingenieros siempre renacen como Ave Fénix en defensa de sus intereses.
Sin embargo, una visión espiritual y racional de la Historia, nos descubre una bella realidad. Que la Historia avanza porque en la acción de la Providencia divina, los bienaventurados ni se dejan ni se callan.
En la Cruz y en la Resurrección de la Vida, hacen avanzar la Historia real con la creatividad y el esfuerzo de los rebeldes y sencillos.
Se alzan victoriosos quienes construyen lo que viven pues profundizan sus raíces.
Los bienaventurados impulsan la Historia, no la repiten.
Su espíritu es Divino.