Profecías filosóficas (2)

La filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías (Martin Heidegger).


Las mentes más brillantes y proféticas pertenecen a la filosofía. Ellos anticiparon el tiempo presente, y en cierta forma también lo modelaron pues adquirieron una fuerte influencia. Estudiarles ayuda a entender el presente y vaticinar el devenir humano.

Con Marx, Nietzsche y Freud no acaba la filosofía contemporánea. El ser humano no puede explicarse sólo desde su dimensión socio-económica y auto-referencialidad moral y radicalidad vital. Tampoco desde su realidad inconsciente. Por eso he escogido un ramillete de filósofos que me parecen muy influyentes y han perfilado al ser humano y la sociedad que tenemos hoy. No están todos, pero sí creo, los más importantes.

EDMUND HUSSERL (1859-1938) “La ciencia genuina, hasta donde alcanza su verdadera doctrina, carece de profundidad. La profundidad es cosa de la sabiduría”

Es el padre de la fenomenología. Además de filósofo fue matemático. Fue judío y maestro de Heidegger, el cual acabaría aplicando las leyes raciales antisemitas en su universidad y contra su ex maestro.

Tenía una visión multidisciplinar de la filosofía (era matemático), lo cual pasaría a ser común en muchos filósofos posteriores. Quizás ello contribuya a entender que su concepción de la filosofía fuera novedosa. La filosofía ante todo y antes de filosofar era una concepción individual del mundo (Weltanschauung). La realidad es aquello que aparece como evidente incompleto. Requiere analizar su intencionalidad para percibir su totalidad. Por eso afirma la necesidad de trascender el empirismo científico (que él concibe como experiencial) e introducirse en su finalidad (lo llama intencionalidad). Fue de los primeros grandes pensadores en cuestionar la ciencia (empírica) como forma de conocimiento absoluta y excluyente. Fue discípulo de Franz Brentano (sacerdote secularizado), del que adopta la tesis de la intencionalidad y que a su vez lo fue también de Bernard Bolzano (que fue también sacerdote).

Con él empieza a derribarse el muro del mito científico empírico.

MARTIN HEIDEGGER (1889-1976)

Abandona inclinaciones de convertirse en sacerdote católico y se convierte en filósofo. Fue moralmente ultraconservador y tras perder la Fe, se hace ateo. Es el más sesudo ariete contra-argumental de la Metafísica occidental. Fue un ambicioso cretino que se hizo colaborador de los nazis, aunque no fue ideológicamente un nazi (no era cientifista). Tuvo una amante judía, la famosa filósofa Hannah Harendt, gran analista de la cuestión judía y del desarrollo de los totalitarismos. Quizás cierta culpabilidad biográfica le condujera a su fatalismo existencial. Fue el primero en cuestionar de forma contundente la metafísica que hasta entonces regía en la cultura occidental, y que viene a ser esa primera filosofía de fundamentos básicos relativos a la realidad (la naturaleza y finalidad de lo existente). Heidegger considera que no somos nada ni venimos a nada, somos sólo consciente temporalidad. Hemos sido arrojados a la existencia. Toda banalidad tiene excusa y sólo a nivel poético o literario consigue trascender el ser humano su angustia vital. Muchos dicen que es el pensador del siglo XX más influyente.

Con él empieza a derribarse el muro del mito del sentido trascendente de la vida.

LUDWIG WITTGENSTEIN (1889-1951) “De lo que no se puede hablar hay que callar”

Hijo de una de las más ricas familias austríacas de origen judío, aunque él fue bautizado y enterrado como católico. Tenía un carisma arrollador. Renunció a su fortuna familiar (una de las mayores de la época), y eligió retirarse repetidas veces a ejercer como maestro, jardinero o enfermero en sitios aislados de Escandinavia y Austria. Era ingeniero aeronáutico. Cruzándose en Inglaterra con Bertrand Russell, le convenció para hacerse filósofo, y vaya sí lo fue. Se retiró a un fiordo escandinavo y vivió aislado del mundo hasta concluir su gran obra con título en latín Tractatus logico-philosophicus. Su vida fue de película y sin embargo fue asocial y bicho raro. Fue profundamente admirado en el mundo anglosajón donde ha ejercido mayor influencia que en la Europa continental. Posiblemente fuera un homosexual reprimido.

Por lógica entiende el nexo entre pensamiento y lenguaje. Llega a decir “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. La realidad es esa composición de múltiples lazos entre pensamiento y lenguaje (a modo de composición de puzzle). Es Verdad aquello interrelacionado que se puede pensar en relación a un hecho y nombrar a través del lenguaje. Aquello que no pueda expresarse deja de formar parte de la realidad mundana, está fuera de ella, es lo trascendental o es mística. No lo niega (porque puede llegar a tener sentido) pero tampoco lo expresa porque sería ilógico o absurdo (no tiene explicación).

En una segunda etapa se detiene no en la estructura del lenguaje sino en los juegos del lenguaje que del mismo hacen sus usuarios, es decir, cómo aprendemos el lenguaje, para qué lo usamos, y sobre todo en qué contexto lo usamos, pues usar un lenguaje determinado fuera de su contexto conduce al absurdo. La función de la filosofía es desenredar los nudos de engaño del lenguaje, o lo que es lo mismo, asegurar que algo significa para todos lo mismo.

Y esto es clave, porque cuando hablamos de violencia, igualdad, libertad… ¿estamos seguros de que todos damos el mismo significado a estas palabras?

Con él empieza a derribarse el muro del mito de las grandes definiciones.

JOSÉ ORTEGA Y GASSET (1883-1955) “Hay tantas realidades como puntos de vista. El punto de vista crea el panorama”

Hay que citarlo porque los españoles no valoramos a este compatriota, del que también algunos dicen que es el más importante filósofo del siglo XX, por encima de Heidegger.

Nacido en el seno de la alta burguesía madrileña, su familia dirigía un periódico, el Imparcial. Se crió en un ambiente culto vinculado a la política y el periodismo. Abrazó, como tantos entonces, de forma entuasiasta la II República. Sin embargo, pronto se desencantó de ella. Fue contrario al reconocimiento de las autonomías regionales y al ostracismo al que fue relegada la Iglesia (siendo él agnóstico). La radicalidad del régimen y gravedad de los acontecimientos le hicieron frío con el Frente Popular. Huyó del país poco después del estallido de la guerra. Volvió estando Franco en el poder. La dictadura lo mantuvo siempre bajo sospecha y lo utilizó (como a Dalí) como icono de modernidad. Es el más extraordinario analista filosófico de la Historia de España –España invertebrada-.

Ortega bebe de la filosofía alemana, entonces historicista o genealogista, y funda el perspectivismo filosófico. Cada cual se hace una visión del mundo particular y ajustada a él. La suma de todas estas perspectivas, y de las que hayan de desconocerse, suma la realidad completa. La realidad es una experiencia biográfica y por tanto está moldeada por múltiples circunstancias. Integrarlas constituye el proyecto vital.

El ser humano es una individualidad, no tiene naturaleza sino historia (es realidad biográfica). Ortega es profundamente racionalista y a la vez profundamente vitalista. Su racio-vitalismo es esa relación inexcusable entre racionalidad e impulsividad vital.

Con él empieza a derribarse el muro del mito de la abstracción o generalización.

Tras estos grandes filósofos llegamos a la POSMODERNIDAD. En cierta forma ellos la prepararon pues cuestionaron mitos hasta entonces asentados (Progreso, Dios, Racionalidad, Ciencia, Trascendencia, Expresión y Abstracción). Lo que no previeron fue lo que había de llegar. Sus teorías fueron utilizadas y manipuladas para derribar (y no reformar) el apriorismo por excelencia de la cultura occidental: el carácter consciente y por ende, racional del ser humano y, su digna capacidad para adquirir un pensamiento propio, que es el auténtico motor del desarrollo.

Con la posmodernidad entramos en una etapa de la cultura del pensamiento, en la que el estado de ánimo habrá de prevalecer sobre el estado de consciencia.
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