El Papa recuerda el dolor y el horror de los once años de guerra en el país Francisco pide "una paz justa y duradera" para Ucrania y Siria
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En una carta enviada a los participantes en la conferencia "La Iglesia como casa de la caridad - Sinodalidad y coordinación", que comenzó en Damasco, el Papa recuerda que nadie olvida el sufrimiento de la nación de Oriente Medio y que la sinodalidad lleva a amar a la Iglesia
"Todos somos miembros del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia", a pesar de nuestras diferencias, añade el Papa, permanece la misma vocación: "dar testimonio del Señor mediante el anuncio del Evangelio y las obras de caridad", "caminando juntos", en un espíritu de comunión y en respeto a nuestras diferencias"
Sandri: "Esperamos que se abran los corazones y las mentes de los poderosos que rigen los destinos de las naciones, para que cese toda barbarie"
Sandri: "Esperamos que se abran los corazones y las mentes de los poderosos que rigen los destinos de las naciones, para que cese toda barbarie"
(Benedetta Capelli, Vatican News).- Los pensamientos sobre los sufrimientos infligidos por la guerra en Ucrania recorren la carta del Papa Francisco, leída ayer en árabe y en la apertura de la Conferencia "Iglesia, Casa de la Caridad - Sinodalidad y Coordinación", organizada por las Congregaciones para las Iglesias Orientales, que concluye mañana en Damasco, Siria.
"En estos días de guerra y de inmensos sufrimientos para nuestros hermanos y hermanas de Ucrania -escribe el Pontífice-, abracémoslos en la oración y en el afecto, confiando en que una paz justa y duradera pueda ser alcanzada rápidamente, para que la obra de las agencias pueda ser llevada adelante en esa querida nación, como lo es hoy en Siria".
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Francisco recordó que aún hoy el país sigue viviendo el conflicto y que eso genera dolor, "hambre, muerte y la continua huida de sirios", pero no esconde los "grandes esfuerzos que se están haciendo para ofrecer esperanza y perspectivas de futuro a los que se quedan". Por lo tanto, la conferencia - explica - es una forma de reiterar la preocupación de la Iglesia por lo que se está viviendo, pero también de poner de relieve la sinodalidad que San Pablo describe como el cuerpo y sus miembros. "Entre los miembros del cuerpo existe la escucha, el intercambio, el amor, el apoyo mutuo y, sobre todo, la conciencia del papel que cada uno está llamado a desempeñar. Cuando una parte del cuerpo sufre, todas las demás acuden en su ayuda, compartiendo su sufrimiento y haciendo todo lo posible por aliviarlo".
La sinodalidad es caminar juntos
"Todos somos miembros del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia", a pesar de nuestras diferencias, añade el Papa, permanece la misma vocación: "dar testimonio del Señor mediante el anuncio del Evangelio y las obras de caridad", "caminando juntos", en un espíritu de comunión y en respeto a nuestras diferencias. Una sinodalidad que toma fuerza de la Trinidad, pero que también se experimenta "en las relaciones cotidianas, en el diálogo y en la confrontación continua sobre lo que significa ser Iglesia en el contexto actual, en la valoración y la escucha de los demás y en la comprensión de que todos somos hermanos y hermanas". Una sinodalidad que lleva a amar a la Iglesia para amar a la humanidad con pasión.
Signo tangible de la caridad de la Iglesia
El Papa Francisco destaca luego que "la caridad, vivida sinodalmente, no deja lugar a intereses egoístas, ni por parte del que da ni por parte del que recibe, ya que es conforme a Cristo, que se entregó por los demás". De ahí su agradecimiento personal a quienes han sido "un signo tangible de la caridad de la Iglesia, alimentada por el Evangelio". "Espero -concluye- que vuestros trabajos de estos días sean una oportunidad para profundizar y reavivar el espíritu misionero de la Iglesia, abriendo nuevos caminos para recorrer juntos y coordinando las obras de caridad con una atención amorosa hacia los pobres y los marginados".
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Sandri: estar aquí es un signo de esperanza
En su discurso, el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, subrayó que estar juntos "ayuda a sentir la vocación de ser Iglesia católica en Siria hoy, a sentir la responsabilidad especialmente hacia las generaciones más jóvenes y los segmentos más débiles de nuestras comunidades, a soñar y realizar juntos, por lo que está dentro de nuestra competencia y de nuestras posibilidades, el presente y el futuro de ellas y de este amado país".
Ucrania fue uno de los pensamientos del cardenal y exhortó a rezar por los hijos e hijas de Siria, expertos en el dolor y en la prueba de la guerra que envuelve la tierra en las tinieblas y priva a los pueblos de la luz de la esperanza", por este país atormentado. "Creemos que vuestra súplica de paz y reconciliación, al ser probada en el crisol del sufrimiento, no quedará sin ser escuchada por el corazón de Dios. Esperamos, sin embargo, que se abran los corazones y las mentes de los poderosos que rigen los destinos de las naciones, para que cese toda barbarie".
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Una jornada intensa
Numerosas reflexiones marcaron la primera jornada de la Conferencia, a la que asiste una delegación vaticana que incluye al arzobispo Giampiero Dal Toso, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y responsable de las Obras Misionales Pontificias, Pascal Debbane y Alessio Pecorario, del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. El tema principal fue la esperanza en el futuro y en los jóvenes, subrayado por el patriarca católico sirio Younan y el patriarca greco-melquita Absi.
El cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Damasco, recordó la expresión de ser una Iglesia en salida, del hacerlo juntos, como el buen samaritano. "Esto -afirmó- impide dar la espalda al sufrimiento de nuestro hermano". Luego hubo escucha y trabajo en grupo, pero también el informe de Monseñor Dal Toso, que se detuvo en algunas notas teológicas y pastorales para vivir la caridad, destacando cómo la guerra ha cambiado la forma de percibir y vivir la acción de la caridad.
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