XXIX SÁBADO DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO B/ 27-10-2018
XXIX SÁBADO DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO B/ 27-10-2018
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 13,1-9
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»
COMENTARIO:
Celebramos el Sábado de la Vigésimo Novena Semana del Tiempo Ordinario. La salvación es un regalo de Dios que no se consigue por méritos propios. La salvación nos la ha merecido Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Su vida, muerte y resurrección nos revela cuánto nos ama Dios.
En el Evangelio de este Sábado de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 13,1-9) Unos le cuentan a Jesús lo ocurrido a unos galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían, y este dato le sirve a Jesús para transmitirles una enseñanza: Las desgracias no son la consecuencia inmediata de los pecados de las víctimas, sino una llamada a la conversión.
Y, lo mismo que siempre, Dios tiene todavía paciencia con cada uno de nosotros para dar frutos que siempre permanezcan, frutos de amor.
Pidamos a Dios que nos conceda levantarnos de nuestra mediocridad y nos fortalezca con la perseverancia y la confianza. Amén.
www.marinaveracruz.net
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 13,1-9
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»
COMENTARIO:
Celebramos el Sábado de la Vigésimo Novena Semana del Tiempo Ordinario. La salvación es un regalo de Dios que no se consigue por méritos propios. La salvación nos la ha merecido Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Su vida, muerte y resurrección nos revela cuánto nos ama Dios.
En el Evangelio de este Sábado de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 13,1-9) Unos le cuentan a Jesús lo ocurrido a unos galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían, y este dato le sirve a Jesús para transmitirles una enseñanza: Las desgracias no son la consecuencia inmediata de los pecados de las víctimas, sino una llamada a la conversión.
Y, lo mismo que siempre, Dios tiene todavía paciencia con cada uno de nosotros para dar frutos que siempre permanezcan, frutos de amor.
Pidamos a Dios que nos conceda levantarnos de nuestra mediocridad y nos fortalezca con la perseverancia y la confianza. Amén.
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