XXX LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO B/29-10-2018

XXX LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO B/29-10-2018

EVANGELIO DEL DÍA: Lc 13,10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque
Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

COMENTARIO:

Celebramos el Lunes de la Trigésimo Semana del Tiempo Ordinario. Desde Jesucristo comprendemos, a la luz de toda su vida, que "Dios necesita de los hombres no para ser Dios sino para ser un Dios de hombres y mujeres" (Edward Shillebeeckx), y que es imposible gestar un credo razonable al margen de la historia del hombre, de su temporalidad, de sus angustias y esperanzas, anhelos y frustraciones, sueños y fatigas, proyectos y derrotas.
En el Evangelio de este Lunes de la XXX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 13,10-17) Jesús cura a una mujer que padecía una enfermedad desde hacía dieciocho años y andaba encorvada. Pero en vez de glorificar a Dios por este milagro, el jefe de la sinagoga se indigna porque había curado en sábado.
Jesús restituye la plenitud de la salud y elimina el estigma de la enfermedad (que para muchos en su tiempo era indicación de un castigo divino), defiende la aceptación social de la persona, y le da la certeza de pertenecer al pueblo de Dios. Además, establece que el amor y el hacer el bien son superiores a toda la ley.
Pedimos a Dios que nos conceda el don de la generosidad para dar y para darnos. Amén.

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