La presidenta del Foro de Laicos hace balance del Encuentro sobre el Primer Anuncio Dolores García Pi: "La indiferencia se transforma en interés cuando un cristiano rezuma caridad y amor"
"Para llevar la Buena Noticia de Jesús creemos que no existen recetas únicas, ni fórmulas mágicas, aunque, a veces, nos resulte más fácil buscarlas o pedirlas, porque pueden darnos una cierta sensación de seguridad"
"Es desde el encuentro personal con el otro y desde el testimonio con obras y palabras, desde donde se pueden superar las barreras existentes"
"Estamos sabiendo encontrar cauces de comunión, caminos compartidos, hacia una meta común, que no es sino ser Iglesia en salida"
"Estamos sabiendo encontrar cauces de comunión, caminos compartidos, hacia una meta común, que no es sino ser Iglesia en salida"
"La forma en la que estamos haciendo camino, basada en una sinodalidad real y un discernimiento sincero, es uno de los principales frutos del proceso que está generando nuevos frutos", señala Dolores García Pi a modo de una de las primeras instantáneas que le quedan tras la celebración este pasado fin de semana, en Madrid, del Encuentro sobre el Primer Anuncio (EPA), en el que esta farmacéutica participó de forma muy activa como miembro del Consejo Asesor de Laicos, nacido del Congreso de Laicos de 2020, del que este encuentro, en el que participaron más de 700 personas, se condenar heredero directo.
"Claro que queda camino por recorrer, pero se van dando pasos firmes en esa dirección. Y lo estamos haciendo desde la comunión con nuestros pastores, en un ejercicio de corresponsabilidad, libertad y confianza", señala la también presidente del Foro de Laicos en entrevista con Religión Digital. Y subraya: "Todos los que hemos preparado el EPA nos consideramos, y de hecho lo hemos sido, actores principales, al igual que los que han participado en él. De hecho, las comisiones de preparación (contenidos, logística, difusión y liturgia) han estado formadas en un altísimo porcentaje por laicos".
¿Cómo sale el laicado español de este Encuentro sobre el Primer Anuncio?
El Encuentro de Primer Anuncio se enmarca en un proceso más amplio, que tuvo su primer hito en el Congreso de Laicos “Pueblo de Dios en salida”. Por lo tanto, no se trata de un Encuentro aislado, sino de una nueva etapa del camino que ha ido consolidándose e involucrando a muchas más personas de todas las diócesis de España y de un gran número de movimientos y asociaciones laicales.
En este pasado fin de semana han pasado muchas cosas: no han sido sólo las ponencias, las experiencias, los talleres, aunque todo ello haya sido importante, sino muy especialmente el cómo lo hemos construido y vivido, con apertura y escucha activas. Dejarse sorprender, ilusionar, dar vida y animar son verbos que resonaban en el acto final del Encuentro.
“Donde dos o más están reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos”, dijo Jesús. Concluyendo estos tres días, vemos los efectos de su presencia y de su acción.
Al mismo tiempo, se percibía en los participantes una renovada responsabilidad: tras haber reconocido la importancia del Primer Anuncio en nuestras vidas y comunidades, ahora toca llevar de vuelta a ellas lo visto y oído para hacerlo vivo en los propios ambientes eclesiales de origen, y también de vida y compromiso. Es decir, era clara la conciencia que el camino continúa.
¿Han encontrado alguna receta para que el mensaje cristiano sea perceptible por el conjunto de la sociedad?
Para llevar la Buena Noticia de Jesús creemos que no existen recetas únicas, ni fórmulas mágicas, aunque, a veces, nos resulte más fácil buscarlas o pedirlas, porque pueden darnos una cierta sensación de seguridad. En cambio, sí contamos con muchas experiencias de Iglesia, de antes y de ahora, un enorme patrimonio, que podemos compartir entre las distintas comunidades y que nos pueden ayudar en el camino.
Es evidente que cada comunidad, cada lugar, cada persona es maravillosamente diferente y que no se puede pensar en un esquema igual para todas ellas. Vivimos procesos distintos, tenemos historias muy diferentes y, desde el respeto y la acogida, estamos llamados a escuchar el Espíritu Santo que nos puede dar respuesta sobre lo que hacer y decir en todo momento. Esta es nuestra tarea y responsabilidad.
Durante el Encuentro, más que recetas, nos ha parecido más importante resaltar algunas claves indispensables para la misión. En este momento, subrayo aquella que es condición primordial: para anunciar a Jesucristo, antes debemos haber tenido experiencia personal de Él, habernos encontrado con Él, habernos dejado mirar por Él. Sólo se puede compartir lo que se vive.
¿Cómo piensan romper la indiferencia que ha ido instalándose en buena parte de la sociedad?
Una de las ideas repetidas con más fuerza en estos días ha sido que el Primer Anuncio no es una tarea o una obligación; nace de nuestra condición de bautizados y, sobre todo, que a través de él vamos al encuentro de alguien. Y también de Alguien, con mayúscula, que nos espera y nos llama desde el otro. El Primer Anuncio es el lugar concreto donde Cristo entra en mi vida, es una llamada que nos hace desde las personas con las que compartimos vida, trabajo, compromiso, barrio, familia…
Es desde el encuentro personal con el otro y desde el testimonio con obras y palabras, desde donde se pueden superar las barreras existentes.
En estos días han resonado con insistencia actitudes fundamentales que deben permear nuestra vida y acciones: escucha, diálogo, alegría, esperanza, valentía, gratuidad y humildad. Esto es válido a nivel personal y también para nuestras comunidades.
El Primer Anuncio es un acto de caridad y amor, decíamos en la ponencia final. La indiferencia se transforma en interés cuando un cristiano rezuma una y otro.
Antes de eso, ¿no necesita el propio laicado español ser y sentirse más como un pueblo unido con una meta común? ¿Cómo se ha abordado esta cuestión en el EPA?
Absolutamente de acuerdo. Sinceramente, este es precisamente el objetivo del proceso impulsado con el Congreso de Laicos y, particularmente, con este Encuentro. Nos mueven esa ilusión y ese compromiso. De hecho, su título pretendía ser expresión de ello: Pueblo de Dios unido en la misión.
En el EPA estaba presente todo el Pueblo de Dios con sus distintas vocaciones (vida consagrada, laicado y ministerio ordenado), carismas, sensibilidades. Esto es una enorme riqueza que nos construye personal y comunitariamente. Y, por lo que vemos tras estos cuatro años transcurridos desde el Congreso y vimos en el Congreso mismo, estamos sabiendo encontrar cauces de comunión, caminos compartidos, hacia una meta común, que no es sino ser Iglesia en salida.
Se trata de experimentar la belleza y complementariedad de los diversos componentes del Pueblo de Dios. Hacer, en definitiva, experiencia de comunión.
“El camino que Dios está indicando a la Iglesia es precisamente el de vivir de manera más intensa y concreta la comunión, y caminar juntos”, son palabras del papa Francisco subrayadas al final del Encuentro.
En distintos momentos se ha repetido que la comunión debe vivirse dentro de las estructuras de la Iglesia, en las comunidades y que también debemos ser capaces de generar comunión en los ámbitos en los que vivimos, nos movemos y existimos. Una comunión que esté al servicio de la misión.
Estas ideas se han explicitado en las diferentes “paradas” en las que estaba dividido el programa del sábado: en la vida cotidiana, en las vivencias de la comunidad, durante el acompañamiento que estamos llamados a ofrecer a quien tiene un primer encuentro con Jesús y en la necesidad de capacitarnos con procesos formativos orientados a la maduración en la fe y al encuentro con las personas.
¿Les ha influido en las jornadas de este EPA la celebración del Sínodo de la Sinodalidad?
Rotundamente, sí. De hecho, la sinodalidad, junto con el discernimiento, han estado siempre presentes, desde el inicio de nuestro proceso. Y también, de forma especial, en este Encuentro de Primer Anuncio. No podía ser de otro modo teniendo en cuenta que en el equipo organizador estábamos personas que hemos participado muy activamente en el Sínodo, tanto en su fase diocesana y nacional, como en la continental europea y, en particular, en la asamblea del pasado mes de octubre.
"Puedo afirmar con rotundidad y con gozoso orgullo que, en estos años, hemos hecho práctica de sinodalidad, de caminar juntos personas muy distintas, en comunión, unidos en la diversidad"
Al comienzo, seguramente no alcanzábamos a entender la profundidad de lo que suponía. Teníamos un proceso en marcha y la propuesta de un Sínodo sobre la sinodalidad nos llegó por sorpresa. Pero sí puedo afirmar con rotundidad y con gozoso orgullo que, en estos años, hemos hecho práctica de sinodalidad, de caminar juntos personas muy distintas, en comunión, unidos en la diversidad. Comprendimos que este proceso enlazaba perfectamente con el proceso sinodal y lo hemos hecho uno. El Sínodo ha estado presente en la experiencia que tratamos de poner en práctica y, además, en la constatación de que la reflexión y la toma de conciencia sobre el Primer Anuncio que hemos hecho como Pueblo de Dios es ya una respuesta a la cuestión que el papa Francisco plantea en este momento: “¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?”.
¿Se ha sentido el laicado un actor principal de este EPA o su papel sigue siendo el de reparto?
Este proceso es, en sí mismo, una apuesta por dinamizar el laicado en España. Todos los que hemos preparado el EPA nos consideramos, y de hecho lo hemos sido, actores principales, al igual que los que han participado en el Encuentro. De hecho, las comisiones de preparación (contenidos, logística, difusión y liturgia) han estado formadas en un altísimo porcentaje por laicos.
Pero, más allá de números, basta con echar la vista atrás para comprender que lo que se anunció como una fecha en el calendario y una temática en junio de 2018, se ha convertido en un proceso, construido de abajo hacia arriba, en clave sinodal, que está ayudando al laicado en parroquias, diócesis, asociaciones y movimientos a redescubrir la preciosa vocación a la que estamos llamados y a comprender la complementariedad con la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada.
Claro que queda camino por recorrer, pero se van dando pasos firmes en esa dirección. Y lo estamos haciendo desde la comunión con nuestros pastores, en un ejercicio de corresponsabilidad, libertad y confianza. Este es, sin duda, uno de los frutos de este proceso.
¿Cuándo cree que podrían comenzar a verse los frutos de este EPA? ¿Y en qué habrían de concretarse esos frutos?
Durante la ponencia final del Congreso de Laicos surgió explícitamente una idea fuerza que hemos ido viendo en estos años: “Estamos sembrando las semillas necesarias para renovarnos y dinamizar el laicado en España; al mismo tiempo, estamos cosechando ya los primeros frutos de los cuales saldrán nuevas semillas de sinodalidad”.
Desde el principio hemos ido viendo frutos, también durante la preparación y celebración de este Encuentro. Aunque, como ocurre en todo proceso de siembra, requiere de voluntad, determinación, humildad, paciencia y esperanza.
La experiencia gozosa vivida en este fin de semana ya es un primer fruto que cada uno de los participantes nos hemos comprometido a compartir con nuestras comunidades de origen.
Otro fruto del Encuentro es la toma de conciencia de que el Primer Anuncio es ocasión de conversión pastoral para nuestras diócesis, parroquias y movimientos. Nos ayudará a que crezca nuestra pasión evangelizadora y a que aparezcan nuevas estructuras pastorales que nos permitan hacernos presentes allá donde Cristo todavía no es conocido. También nos permite descubrir la importancia del laicado en la misión evangelizadora de la Iglesia y en la transformación de las estructuras injustas de nuestra sociedad.
Nos gusta decir y repetir, recordando una idea que nos lanzó el Papa Francisco en su mensaje a los participantes en el Congreso “Pueblo de Dios en salida”, que estamos ante una página en blanco que debemos escribir entre todas y todos en un proceso de comunión, desde el respeto y el reconocimiento mutuo de todas las vocaciones y sensibilidades dentro de la iglesia. Dicho de otro modo: la forma en la que estamos haciendo camino, basada en una sinodalidad real y un discernimiento sincero, es uno de los principales frutos del proceso que está generando nuevos frutos. Seguiremos en esta línea, dejándonos sorprender por el Espíritu, porque sentimos con fuerza que Él guía este proceso.