“Se debe distinguir entre el mal y el bien, pero no dividir la sociedad entre los buenos y los malos” El arzobispo de Toledo denuncia la “violencia dialéctica exasperante” de la campaña electoral
"Que los representantes políticos se dejen de sus ideologías y se dediquen a servir al bien común"
“Los fieles católicos son lo suficientemente maduros, o lo deben ser después de tantos años de normalidad electoral, para votar según las diferentes posibilidades, o no votar”
“Nuestra vida pública está muy ideologizada y con una violencia dialéctica exasperante, como hemos visto en la campaña electoral”. Esta es la tesis del arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, quien denuncia cómo los representantes públicos parecen “haber perdido esa unión de nuestro ser con la realidad, con la vida cotidiana de la mayoría de los españoles”.
En su escrito para esta semana, titulado “Nuestra responsabilidad”, el arzobispo de Toledo advierte que no va a dar criterios de voto para las elecciones, pues “los fieles católicos son lo suficientemente maduros, o lo deben ser después de tantos años de normalidad electoral, para votar según las diferentes posibilidades, o no votar”.
Reduccionismo inaceptable
Lo que sí hace Braulio es abogar por “desterrar actitudes en la vida pública que en el pasado nos llevaron, antes de yo nacer, a una lucha entre hermanos, de consecuencias nefastas”, en referencia a la Guerra Civil. Así, apunta el prelado, “se debe distinguir entre el mal y el bien, pero no dividir la sociedad entre los buenos y los malos”, que lleva a “un reduccionismo inaceptable”.
“No debemos permitir que los políticos elegidos democráticamente entren en una lucha de personalismos, de modo que ellos, elegidos para algo concreto, ocupen toda la esfera de la vida política”, denuncia el prelado, quien insiste en que “debe haber en nuestra sociedad, de manera cada vez más nítida, lugar a la sociedad civil y para la vida de sus grandes instituciones, pues no se agotan estas en la actividad de los representantes políticos elegidos en el Parlamento y el Senado de la nación”.
“Que los representantes políticos se dejen de sus ideologías y se dediquen a servir al bien común, al bien de todos, respetando la libertad que nos da nuestra dignidad de seres humanos y reconoce, que no otorga, nuestra Constitución”
“Somos capaces de colaborar por el bien común en contextos donde no todos piensan igual, como en la familia o en el trabajo, porque hay respeto por el otro”, concluye el arzobispo de Toledo, quien sostiene que “esto genera confianza en el entorno donde vivimos”.
“No la genera que los representantes políticos elegidos piensen que ellos tienen que dirimir todo y estar en todo. Así se llega a la fractura entre los políticos y los demás ciudadanos, que amenaza la libertad y fomenta la desconfianza hacia ellos. Quiera Dios que no sea así”, finaliza el obispo.
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