Diseño chapucero

El sentido trasciende los átomos
de que estoy hecho (R.Laughlin)



El prof. Leandro Sequeiros, jesuita y paleontólogo como Teilhard de Chardin, es el autor de un libro interesante: “El Diseño chapucero”. En esta obra se critica la teoría ortodoxa del Diseño inteligente y perfecto del universo, en nombre de un Diseño menos inteligente y más imperfecto, lo cual replantea la pregunta tradicional por el Dios creador de dicho universo. A continuación ofrecemos un apunte original sobre el libro en cuestión.


1 (El Diseño chapucero)

El universo no exhibe un Diseño inteligente en el sentido de perfecto, sino un Diseño imperfecto. La creación no muestra un Designio maravilloso, sino un Designio algo chapucero. Tanto esta imperfección como cierta chapuza son inexplicables recurriendo a la teoría ortodoxa del Dios clásico, creador omnipotente y omnisapiente, perfectísimo; pero son explicables recurriendo a la teoría darwiniana de la evolución por selección natural.

En efecto, la evolución selectiva se basa en la lucha o conflicto tanto en la naturaleza como en la vida, así pues en el sufrimiento de los que contienden en semejante escenario conflictivo. El presunto Diseño maravilloso del universo lo es a cierto nivel matemático abstracto, pero física y biológicamente está atravesado por imperfecciones, fallos, amenazas y extinciones, hasta arribar presumiblemente a la muerte final térmica del propio universo.

Consecuentemente en la actual teoría del Big-RIP, los átomos del universo acaban descomponiéndose subatómicamente, hasta alcanzar el estado/estadio del gran RIP: a la vez desgarro final y descanso en paz (Requiescat In Pace).


2 (Diseño y Designio)

La visión desgarrada y desgarradora de la realidad biológica recondujo a Darwin de la ortodoxia a la heterodoxia, de la creencia al agnosticismo y del racionalismo a la perplejidad. Intrigantemente los matemáticos suelen ser más creyentes que los físicos y biólogos; aquellos contemplan las ecuaciones matemáticas del cosmos, mientras que estos observan los accidentes de dichas ecuaciones en la realidad física y biológica.

La hipótesis de un Dios-razón prepotente, creador del universo, se tambalea en un tal horizonte de potencia e impotencia, de racionalidad e irracionalidad, de positividad y negatividad. Tanto el biólogo R. Dawkins como el físico S. Hawking aparcan al Dios trascendente y creador, afirmando un universo que se concrea a sí mismo inmanentemente.

El Diseño o Designio del universo comparece en este contexto como un autodiseño o autodesignio del propio universo, que se autoabastece y autoregula, se autoconstruye y autocontiene intrínsecamente, sin necesidad de una divinidad exterior al mismo. Pero de esta forma se elimina al Dios, aunque al precio de divinizar la realidad inmanente del universo.

Nos parece mejor entonces la postura de aquellos científicos que, como Einstein, apartan al Dios exterior pero introducen en el interior del universo una matriz cuasi divina, o bien una pulsión trascendental, como Schopenhauer. El gnóstico Basílides de Alejandría pensaba que Dios crea el mundo desde su propia nada, de modo que el Creador sería un Dios-Nada, al que podríamos denominar místicamente el Todo-Nada, nada del ente y todo del ser.


3 (Religión y Ciencia)

En la disputa entre Religión y Ciencia, yo diría que la ciencia tiene más razón, pero la religión más sentido. La ciencia tiene más razón al ofrecernos un universo en el que estamos abandonados a nuestra propia suerte, ante el silencio radical del Dios. Pero la religión tiene más sentido, por cuanto abre este universo inmanente a su propia trascendencia salvadora o liberadora.

Así que la ciencia sería la base material, mientras que la religión representaría la altura espiritual. Por eso Isaac Newton afirmaba la ciencia frente al error y la superstición de la religión, pero reafirmaba la religión frente a la idolatría y falsos absolutos de la ciencia.

El propio Einstein proponía un punto de encuentro entre la religión y la ciencia, el cual se encontraría en la inteligibilidad tanto del universo como de la idea de Dios. En esta visión, la divinidad se concibe como la razón encarnada en el mundo, como la inteligibilidad accidentada en la realidad inmanente.

Sin embargo, se trata de una visión racionalista clásica, la cual observa la racionalidad de lo real pero no tanto su irracionalidad, la inteligibilidad de la creación pero no su ininteligibilidad, consignificada por el caos y el azar, la negatividad y el mal, la muerte.

El Dios-razón de la tradición clásica es el Dios-explicación del universo, un Dios que no juega a los dados ni al azar. Pero entretanto la ciencia contemporánea asume de buen grado que Dios juega a los dados del azar, o bien que los dados del azar juegan con el presunto/presumido Dios. Por eso no es ya posible/plausible un Dios-explicación trasparente del universo, sino si acaso un Dios-implicación, la divinidad implicada e implicante, el Dios creador y creado.


4 (Dios implicado)

La divinidad implicada es lo divino capaz de asumir lo demónico o diabólico, lo contradivino o antidivino: algo que por cierto realiza el Dios cristiano en la Cruz, el cual ya no es el Dios-explicación sino el Dios-expiación o implicación, ya no es el Dios-razón pura, sino el Dios-amor impuro.

El viejo Dios ortodoxo prepotente deviene ahora un Dios heterodoxo, amoroso y compadeciente. Entonces se parece más a una Diosa matricial, a modo de matriz del universo, una deidad omnipujante cuya pro-creación se compadece con su hijo Eros, el dios ambivalente del amor, a la vez racional e irracional.

Como afirmara Voltaire, si Dios no existe habría que inventarlo. Pero Voltaire no era el típico creyente creído o engreído, ni tampoco el típico increyente descreído, sino el filósofo disidente de un Dios heterodoxo.

Es propio del disidente no quedarse asentado en sus reales o realidades, sino levantarse (di-sedeo) contra la realidad sedentaria, proyectando el amor a la sabiduría (filosofía).

Mas la filosofía como amor a la sabiduría revela el enigma del universo como sabiduría del amor: una sabiduría que no se reduce a mero saber (científico), y un amor que no se reduce a mera materia (sexual).

Como afirma en su inteligente libro Leandro Sequeiros, la clave de la vida está en la evolución emergentista, emergentismo que concibe la materia autotrascendiéndose en lo transmaterial o espiritual, como el amor y la sabiduría: cuya introyección personalizada nos ofrece la imagen emergente del Dios, concebido filosóficamente como ideal de lo real.


(Conclusión)

La divinidad comparece simbólicamente como el espíritu del universo y el alma del mundo, la conciencia relacional de lo real y su relación de amor, contrapunteado diabólica/diabálicamente por la disgregación y el desamor.

La vida encarna la integración del ser que finalmente se desintegra; por su parte, la muerte encarna la desintegración que se reintegra finalmente en el todo: en el almario del ser.

(Nómina abreviada)
---Leandro Sequeiros, El diseño chapucero, Khaf, Madrid 2009.
---Basílides de Alejandría, B. Spinoza, A. Schopenhauer, Voltaire.
---Darwin, Einstein, Monod, Teilhard de Chardin, Laughlin.
---R. Dawkins, D. Dennet, S.Hawking, F.J. Ayala.
---I.Núñez de Castro, J.L. Ruiz de la Peña, J. Monserrat.
---Para nuestra propia hermenéutica o interpretación del tema, puede consultarse A.Ortiz-Osés y J.Otaola, Masonería y hermenéutica, Atanor, Madrid 2010.
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