Guadalupe: Cuentas claras

El tema de la contumaz, y hasta ahora inabordable, pertenencia del santuario de Guadalupe, Patrona de Extremadura, a la archidiócesis de Toledo, en Castilla-La Mancha, es ciertamente grave. Da la impresión de que, quienes lo mantienen impoluto en la actualidad, están muy lejos de las realidades humanas y divinas, intentando vivir “en el mejor de los mundos”. Las derivaciones políticas, sentimentales, culturales, sociales y, por supuesto, fundamentalmente religiosas, son de colosal importancia. Subrayo algunas de ellas:

1- Los comentarios suscitados apuntan, ya con irreverencia y descaro, pero siempre basados en experiencias `personales, familiares y sociales, al hecho de que el santuario y la devoción a tan excelsa Patrona, son fuentes de sustantivas riquezas, cuya traducción en euros sería imprescindible conocer al detalle y “como mandan los cánones”. ¿Qué cantidades de dinero generan el fervor y la devoción marianas, bajo la sacrosanta advocación “autonómica” de Guadalupe?. ¿Cuál es la distribución que de ellas se efectúa con fines sociales, cultuales o religiosos? ¿Quiénes son sus administradores? ¿Qué parte le corresponde a Toledo, como diócesis de la que depende? ¿Cuál es su aplicación en la misma? ¿Se reduce el interés al empeño “primado” de que “todo siga como está” con la “gloria” arzobispal de que Guadalupe es advocación universal, con mención reverencial sobre todo para los países hispanoamericanos, prevaleciendo tal interés sobre realidades contables, con IVA o sin IVA?¿Se impusieron ya las leyes o normas “franciscanas” auspiciadas por el Papa Francisco, en la administración de los bienes propios, y adscritos , al monasterio de Santa María de Guadalupe, “Patrimonio de la Humanidad” por más señas, con inclusión de sus valiosas riquezas? ¿Acaso hay en toda Castilla- La Mancha, con excepción de la catedral toledana, otro centro de peregrinación, visita y limosnas, con capacidad de atracción religiosa y cultural semejante al de Guadalupe?. Las cuentas han de ser, presentarse e interpretarse siempre con claridad y “fermosura”. Más, cuando estas son “religiosas” y mucho más aún cuando estas puedan arroparse con las “impías y blasfemas” susceptibilidades al uso, en cualquiera de sus modalidades.

.2- De acuerdo, en general, con las palabras del Nuncio Apostólico en España, en su reciente, aparatosa y palaciega, visita a Extremadura, en las que “despachó” el tema de Guadalupe , con generalidades como estas :” Lo que importa es subrayar lo que nos une como católicos y cristianos (¡¡), y no que una parte de la diócesis, o de España, esté en un sector o en otro. Con una visión más universal y abierta, el problema de Guadalupe no será tan importante o esencial para vivir bien (se supone que la fe). La pelea o el enfrentamiento no es útil para diócesis hermanas como las de Castilla- La Mancha y Extremadura”. Un lenguaje tan desangelado, presuntamente optimista e intencionalmente generalista, no es evangélico, y ni siquiera, educado. La pregunta, formulada por los periodistas, voz del pueblo extremeño, quedó una vez más sin contestar, a no ser que el arzobispo “primado“ se diera personalmente por aludido y `pensara que él, y solamente él, y no el pueblo de Dios en Extremadura, hubiera sido el destinatario de la aséptica perorata del Nuncio. (Conste que las palabras pronunciadas por este son copia literal de las distribuidas por las agencias de prensa)

De todas maneras, creo excesiva y presuntuosa la convicción que expresó poseer el Nuncio Apostólico de que “no llevo mensaje especial para la archidiócesis de Mérida Badajoz, dado que Extremadura no tiene ningún problema especial en la Iglesia en España”. Eran otros tiempos y otro Nuncio- entonces Mons. Riberi-, quién, ante una afirmación similar, pero ilustrado con otras informaciones, la diócesis de Badajoz pastoreada `por el eviterno y venerado obispo titular don José María Alcaraz y Alenda, con la ayuda de su coadjutor don Doroteo Fernández, se hizo noticia nacional con la renuncia del primero, adelantándose a lo que posteriormente se establecería sobre la jubilación a los 75 años de edad. Y es que lo importante es estar informados, para lo que es indispensable, acudir directamente a sus fuentes. “A los obispos, incluidos los Nuncios, no se les plantean problemas”, suele ser piadosa y frecuente repuesta de quienes les preparan las visitas y los acompañan. Si alguien tiene dudas acerca de la veracidad de este aserto, que pregunte y se informe. Mi experiencia es tristemente rica y documentada.

Guadalupe- Extremadura- Toledo dan mucho más de sí, por lo que posiblemente el tema será objeto de nuevas reflexiones, siempre y cuando estas sean de utilidad para el pueblo de Dios Las ya cuestionadas relaciones Iglesia- Estado, y la nueva concepción “franciscana” de la Iglesia, explicarán y demandarán tiempos y ocasiones de renovación y reforma, a la centelleante luz de los evangelios.
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