Misas y Palabra de Dios

Tanto por su contenido real, como por su testimonio y catequesis, la reforma de la liturgia es tarea apremiante y profunda. Sin su planteamiento y desarrollo, la renovación- refundación de al Iglesia a la que se consagra el Papa Francisco, resultaría vana e inocua.

De entre la pluralidad de los capítulos “litúrgicos” necesitados de rectificación y enmienda, le presto aquí y ahora singular atención a los textos que configuran la tarea de la evangelización- educación de la fe contenidos en el esquema de la celebración eucarística. Idéntica, o mayor, preocupación reclaman otros, como los ornamentos “sagrados”, procesiones, letanías y oraciones, “titulitis”, santorales, reliquias, “apariciones” y revelaciones, cuya justificación primordial se asienta en el respeto a la buena voluntad y a la devoción del pueblo de Dios.

. ¿Por qué no integrar en la selección de las lecturas bíblicas, textos sagrados de otras religiones, o autores, aún considerados por los católicos como “paganos”, de cuyos contenidos participan en proporciones similares, el acervo universal de liberación- salvación y exigencias ético-morales, que identifican las creencias de la llamada “religión natural”? ¿Es que las habituales lecturas vétero-testamentarias aportan de por sí elementos educadores de la fe cristiana, tanto o más que los de religiones no judaicas? ¿Es que su Dios, sus criaturas –hombre y mujer-, el pecado, castigos y recompensas, idea del bien y del mal ,y tantos otros conceptos son cristianos de verdad, al margen de la recapitulación y encarnación en el Cristo Jesús de las promesas y del evangelio?

. ¿Es comprensible para el “pueblo fiel” que, sin una extensa e intensa cultura sobre la Biblia, por ejemplo, pueda interpretarse la idea de la mujer y su función en la sociedad y en la “familia patriarcal”, con proyección actual?. ¿No rechina la aseveración de “Palabra de Dios” – del Señor- con la que es preceptivo que el lector le coloque el punto y aparte al fragmento bíblico correspondiente, perteneciente al Antiguo Testamento?

. ¿Cuántos pasos en los caminos de la comprensión, del respeto, de la inteligencia, del diálogo inter-religioso y del ecumenismo podrían significar el intercambio de los textos sagrados, precisamente en sus actos de culto, además del estudio en las escuelas y universidades? ¿Caben acaso soluciones más efectivas para “entenderse” religiosamente, que el conocimiento, reconocimiento , consideración, amor y respeto en las expresiones cultuales más sacrosantas?.

. Himnos, poesías, recuerdos, invocaciones, “santos”, santuarios y libros sagrados de otras religiones e Iglesias, pertenecen por igual al patrimonio de la humanidad, que debería ser compartido con equidad y generosidad por unos y otros, con el convencimiento feliz de que es mayor, y más asequible, lo que religiosamente nos une que lo que nos separa a las personas de buena voluntad. A quienes aseveren, con pre-intelectual ligereza, que hay textos coránicos, budistas, sintoístas, etc. que incitan al mal, huelga recordarles que también hay textos bíblicos que lo son igualmente. A quienes proclamen que “una cosas es la teoría y otra la práctica” les basta y les sobra la comprobación de que tal principio está plenamente vigente en todas las religiones, instituciones y comportamientos humanos.

. La declaración y administración de la “Palabra de Dios” no son de la exclusividad de los miembros de la colectividad religiosa. Ni tampoco de un dicasterio romano. Dios no es ni sujeto ni objeto personal de administración, usufructo o dominio. Dios es Dios de todos, aunque por absurdas exigencias gramaticales, -y humildad y humanidad
excelsas-, a veces se deje escribir y describir con letras minúsculas. “Celebrar” a Dios, no solo en la fe, sino en el comportamiento y en la acción, se escribirá a perpetuidad en todas las religiones, en sus respectivos libros sagrados y diccionarios, con las letras mayúsculas de la “Adoración” y de la “Revelación”.

. El dato práctico de la expresa prohibición ”oficial” eclesiástica de la inserción de textos diferentes a los bíblicos en las misas, le presta aún mayor interés al tema aquí sugerido.
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