"Centinelas de la oración en la noche y samaritanos" La Vida Consagrada
"Cada 2 de febrero la Iglesia nos invita a celebrar la Jornada Mundial de la Vida Consagrada … El lema de esta XXVIII Jornada de la Vida Consagrada, está tomado del salmo 39: 'Aquí estoy, Señor; hágase tu voluntad'"
"También hoy, la Iglesia 'necesita la profecía de la Vida Consagrada, con el compromiso profético' para hacer posible 'una Iglesia sinodal en misión'"
"En su mensaje, los obispos de esta Comisión nos recuerdan un hecho doloroso presente,'se ha dado entre nosotros faltas graves, por las cuales no nos cansaremos de pedir perdón, reiterando al mismo tiempo nuestra voluntad de reparar íntegramente, al que ha sido herido'"
"Los que hemos sido llamados a seguir a Jesús por medio de los consejos evangélicos, hemos de renovar, con alegría y esperanza, nuestra respuesta, el 'fiat' que dimos al Señor cuando hicimos nuestra profesión"
"En su mensaje, los obispos de esta Comisión nos recuerdan un hecho doloroso presente,'se ha dado entre nosotros faltas graves, por las cuales no nos cansaremos de pedir perdón, reiterando al mismo tiempo nuestra voluntad de reparar íntegramente, al que ha sido herido'"
"Los que hemos sido llamados a seguir a Jesús por medio de los consejos evangélicos, hemos de renovar, con alegría y esperanza, nuestra respuesta, el 'fiat' que dimos al Señor cuando hicimos nuestra profesión"
Cada 2 de febrero la Iglesia nos invita a celebrar la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Por eso hoy, en esta fiesta de la Presentación del Señor, los obispos de la Comisión Episcopal de la Vida Consagrada, nos recuerdan en su mensaje, “el don que supone para la Iglesia y para el mundo” el testimonio de los religiosos y de las religiosas, “en su riqueza de tipos y carismas, inspirados por el Espíritu Santo”.
El lema de esta XXVIII Jornada de la Vida Consagrada, está tomado del salmo 39: “Aquí estoy, Señor; hágase tu voluntad”. Por eso con este salmo, los religiosos y las religiosas, los monjes y las monjas y los miembros de los Institutos Seculares, con agradecimiento, nos admiramos de que el Señor, a pesar de nuestra fragilidad e incoherencia haya pensado en nosotros y nos haya escogido y enviado, para anunciar con alegría la salvación y para dar a conocer la lealtad del amor de Dios a todos los pueblos (Ps 39: 6,10-11).
"También hoy, la Iglesia 'necesita la profecía de la Vida Consagrada, con el compromiso profético' para hacer posible 'una Iglesia sinodal en misión'"
En nuestra vida de consagrados, como dicen los obispos, hemos de “continuar, por medio de los votos de castidad, pobreza y obediencia, la ofrenda de Jesucristo hasta la muerte en cruz”. Y es que también hoy, la Iglesia “necesita la profecía de la Vida Consagrada, con el compromiso profético” para hacer posible “una Iglesia sinodal en misión”.
Cabe recordar que los que seguimos a Cristo en la Vida Consagrada (como también todos los que han sido bautizados en el nombre de la Santa Trinidad), hemos recibido “el amor y la llamada del Señor”, para de esta manera ser testigos de esperanza, de fraternidad y de gozo.
En su mensaje, los obispos de esta Comisión nos recuerdan un hecho doloroso presente, desgraciadamente, en nuestras congregaciones, y es que, a pesar de nuestra consagración, “se ha dado entre nosotros faltas graves, por las cuales no nos cansaremos de pedir perdón, reiterando al mismo tiempo nuestra voluntad de reparar íntegramente, al que ha sido herido”.
En su mensaje con motivo de la XXVIII Jornada de la Vida Consagrada, los obispos nos invitan a contemplar “la fortaleza de la Virgen del fiat”, ya que “María de Nazaret, como su Hijo, nos ayudan a comprender y a vivir, como personas consagradas, la plena disponibilidad para hacer la voluntad de Dios”.
Así lo intentan hacer, a pesar de las propias debilidades, las Carmelitas Descalzas de les Alqueries, Alba de Tormes, Tarragona, Ávila, Serra y Puçol; las cistercienses de Tulebras, Carrizo de la Ribera, Benaguasil, Vallbona de les Monges y Villamayor de los Montes; las Obreras de la Cruz de València, Montcada y Castalla; las Carmelitas Vedruna de Vic, Alacant, Manresa y Vinalesa; los jesuitas de Manresa y València; las Cartujas de Benifassà y los Cartujos de Porta Coeli y Miraflores; las Agustinas de Sant Mateu; los Dominicos del Pouet de Sant Vicent de València; los cistercienses de la Oliva, Cardeña, Poblet y San Isidro de Dueñas; los Franciscanos de Gilet; las Hermanas de la Doctrina Cristiana de Benidorm; las Clarisas de Pedralbes, Gandia y Vila-real; las Capuchinas de València y Manresa; los Salesianos de Borriana y Barcelona; las religiosas de Iesu Communio de Godella; las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Xixona, la Seu d’Urgell y Castelló de la Plana; las dominicas de Manresa y Paterna; las religiosas de Jesús Maria de València y Oriola; las benedictinas de Oviedo, Montserrat, Santiago de Compostela, Manacor y la Fuensanta; las religiosas de la Consolación de Borriana y l’Alcora; los Escolapios de Gandia, Madrid y Moià; los Carmelitas Descalzos de Benicàssim; los Hermanitos y las Hermanitas del Cordero de Navalon y Barcelona o los Mercedarios del Puig y Sant Ramon.
Todos los que en esta Jornada de la Vida Consagrada renovamos nuestra opción para seguir a Jesús y para servir a nuestro mundo, queremos acercarnos a los que sufren para hacer nuestro su dolor y vendar y curar las heridas de todos los que el mundo ha maltratado. Queremos llevarles el consuelo y la luz de Cristo y de la Iglesia, que es madre y que, por eso mismo, acoge con amor a todos aquellos que nuestra sociedad ha descartado.
En esta Jornada Mundial de la Vida Consagrada, los que hemos sido llamados a seguir a Jesús por medio de los consejos evangélicos, hemos de renovar, con alegría y esperanza, nuestra respuesta, el “fiat” que dimos al Señor cuando hicimos nuestra profesión. Hemos de de vivir nuestra consagración, a pesar de nuestra pequeñez y de nuestras incoherencias y miedos, fieles a la llamada que acogimos, superando el cansancio, el desánimo y la desesperanza, tan frecuentes en todos aquellos que caminamos conscientes de nuestra fragilidad, pero a la vez, confiando en Aquel que nos ha llamado por nuestro nombre.
La Vida Consagrada nos hace centinelas de la oración en la noche y samaritanos para acoger al hermano, para aliviar su dolor, para dar esperanza (a pesar de que a veces nos falte a nosotros) al que ha perdido el sentido de la vida.
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