El Gobierno y la Iglesia quieren menos ruido

Este comentario de hoy me lo sugiere la visita del Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Bertone. Con la cantidad de noticias políticas y económicas que nos abruman, permítanme atender a ésta. Alguno me dirá, ¿este señor qué inversiones puede hacer? Y le respondo, ninguna. Entonces, es posible que me diga, ¿por qué tantas atenciones? Y ésta es una buena pregunta. ¿Por qué tantas atenciones del gobierno?

Yo podría responder que se trata del Primer Ministro de un Estado, el Vaticano, y que así son las reglas de la diplomacia internacional. Ya oigo su pregunta, pero ¿el Vaticano no es "una Iglesia"? Sí lo es, pero es también un Estado, con todas las desventajas para la sencillez del evangelio, y con todas las ventajas de tener voz y voto, y libertad de acción, en todas partes. Valórelo usted mismo.

Evidentemente, después de la que caído entre los más conocidos obispos españoles y el gobierno de Zapatero, no puede ser casualidad que el Secretario de Estado del Vaticano venga en viaje privado, y se deje fotografiar con todas las autoridades del Estado, y ni puede ser casualidad que esas autoridades se hayan prestado y buscado con gusto esas fotos. Luego algo habrá. Ya oigo su respuesta, “Dios los cría y ellos se juntan”. Bien, pero pensemos que puede haber algo más.

Es evidente que alguien quiere mostrar que la polémica entre la Iglesia y el Estado español no debe ir más allá y que hay otros modos de discrepar. Es evidente que las dos partes consideran que por ese camino a los dos les va mal, y es evidente que quieren mantener sus posturas políticas y morales, pero que las formas sean otras. (La prueba es que quienes, además de informadores, tienen objetivos políticos muy particulares, en concreto, hundir a Zapatero y con él a Rajoy y Gallardón, en favor de Esperanza Aguirre, pienso en Losantos o César Vidal, se ponen "malos" con la visita y el modo).

Ni el gobierno quiere una guerra electoral con las bases católicas de la Iglesia, pues las elecciones se ganan o se pierden en España por un millón de votos, ni la Iglesia quiere replantear los acuerdos con el Estado de 1979, pues cree que otros serían peores para ella, o arriesgar en una reforma incontrada de la ley de libertad religiosa.

Por tanto, ninguno de ellos va a callar sus opiniones sobre el aborto, el matrimonio, la eutanasia o la educación para la ciudadanía, pero las formas de relación de ambos las quieren más diplomáticas.

Ya lo he dicho desde aquí varias veces. Somos una sociedad democrática y plural en las formas de ver la vida; el Estado es laico, no tiene religión propia, sino que respeta las de los ciudadanos; nosotros somos su sociedad civil; todos libres para pensar de uno u otro modo y defender lo que sea, en el marco de los derechos humanos; las iglesias también; algunas de las concreciones de estos derechos humanos son discutidas moralmente; la mayor parte de ellas, no; los ciudadanos en una democracia, tenemos moralmente mucho en común; lo que nos separa es poco; es importante, desde luego, y tenemos derecho todos a discutirlo en público con nuestras razones.

La moral no es nadie, sino de todos; ni siquiera de las iglesias; de los estados, tampoco; al final, tiene que haber unas leyes democráticas; ojalá que con muchos apoyos, para que no sean leyes democráticas “raquíticas”; la ley hay que cumplirla; si a muchos les parece claramente injusta, se puede objetar, pero hay que conseguir democráticamente ese derecho de objeción; nadie puede hacer lo que le da la gana, porque sí; ir por libre en las leyes que no me gustan es carecer de respeto democrático a los otros; para legislar hay que respetar los derechos humanos; para protestar y oponerse, también; es muy sencillo.

Pienso en todo esto por la visita de Bertone. Sirve también cuando hablamos del “conflicto vasco”. Sirve siempre que hay que convivir entre distintos.
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