Política y equidistancia moral
Política y equidistancia moral
Quisiera evitar los temas políticos al hacer este comentario, pero no es tan fácil. A la gente le preocupan muchas otras cosas antes que “la política”. Pero, ¡cuidado!, hay un momento en que la política se convierte en cuestión mayor.
Es cuando la política se presenta como cuestión de dignidad para un grupo. No es fácil provocarlo, ni siquiera preverlo. Se busca siempre, pero sucede cuando sucede. Son circunstancias y momentos que parecen cobrar vida propia y ponen a la gente, a mucha más gente de la prevista, a favor de alguien y contra alguien.
Ha pasado otras veces. Se concreta en eslóganes como “no pasarán” o “vienen a por nosotros”. Y la gente se moviliza y da un vuelco a la previsiones electorales. Algo así me parece que esta cuajando a partir del caso De Juana. Gran parte de la sociedad española, no así la vasca, tiene la impresión de que se lo ha de jugar todo a una sola carta. Insisto en que es una parte muy numerosa, no toda la sociedad. No sabemos cuántos, todavía. Se pueden hacer muchas interpretaciones y mostrar la manipulación partidista que hay detrás, sobre todo por parte de la oposición, pero los hechos son más fuertes que las valoraciones morales. Suceden, son criticables, pueden estar mal, puede probarse que se manipulan, pero resultan imparables. Cuando alguien da con la fibra del orgullo de la tribu, tiene la clave política para ganar unas elecciones. España también es una tribu nacional para muchísima gente.
Valorar todo esto es tan repetido como casi superfluo. Que si tú haces esto, que si hiciste lo otro, que si lo haces con esta intención o que tú tienes aquella otra. En fin, poco puede añadirse que no se sepa. Una cosa sí me gustaría comentar. Para valorar todo lo que está sucediendo no crea Usted a quienes rechazan cualquier razonamiento y matiz como equidistancia moral. La teoría de la equidistancia moral es, por lo general, perezosa intelectualmente, es decir, no quiere conocer la realidad, sino meterla en su molde; y es poco respetuosa de los otros, porque les atribuye por principio intenciones miedosas y malignas. Pero, mire, quien estudia unos hechos, es una analista; quien los condena o aprueba, es un sujeto moral; pero quien reiteradamente supone intenciones perversas en los demás, es un malpensado y un perezoso. Aquello de “piensa bien y acertarás”, se ha convertido en “piensa mal, aunque te equivoques”. Esto, éticamente, es una perversión y, sin embargo, hoy, una ley política general. ¿Cómo lo ve Usted?
Quisiera evitar los temas políticos al hacer este comentario, pero no es tan fácil. A la gente le preocupan muchas otras cosas antes que “la política”. Pero, ¡cuidado!, hay un momento en que la política se convierte en cuestión mayor.
Es cuando la política se presenta como cuestión de dignidad para un grupo. No es fácil provocarlo, ni siquiera preverlo. Se busca siempre, pero sucede cuando sucede. Son circunstancias y momentos que parecen cobrar vida propia y ponen a la gente, a mucha más gente de la prevista, a favor de alguien y contra alguien.
Ha pasado otras veces. Se concreta en eslóganes como “no pasarán” o “vienen a por nosotros”. Y la gente se moviliza y da un vuelco a la previsiones electorales. Algo así me parece que esta cuajando a partir del caso De Juana. Gran parte de la sociedad española, no así la vasca, tiene la impresión de que se lo ha de jugar todo a una sola carta. Insisto en que es una parte muy numerosa, no toda la sociedad. No sabemos cuántos, todavía. Se pueden hacer muchas interpretaciones y mostrar la manipulación partidista que hay detrás, sobre todo por parte de la oposición, pero los hechos son más fuertes que las valoraciones morales. Suceden, son criticables, pueden estar mal, puede probarse que se manipulan, pero resultan imparables. Cuando alguien da con la fibra del orgullo de la tribu, tiene la clave política para ganar unas elecciones. España también es una tribu nacional para muchísima gente.
Valorar todo esto es tan repetido como casi superfluo. Que si tú haces esto, que si hiciste lo otro, que si lo haces con esta intención o que tú tienes aquella otra. En fin, poco puede añadirse que no se sepa. Una cosa sí me gustaría comentar. Para valorar todo lo que está sucediendo no crea Usted a quienes rechazan cualquier razonamiento y matiz como equidistancia moral. La teoría de la equidistancia moral es, por lo general, perezosa intelectualmente, es decir, no quiere conocer la realidad, sino meterla en su molde; y es poco respetuosa de los otros, porque les atribuye por principio intenciones miedosas y malignas. Pero, mire, quien estudia unos hechos, es una analista; quien los condena o aprueba, es un sujeto moral; pero quien reiteradamente supone intenciones perversas en los demás, es un malpensado y un perezoso. Aquello de “piensa bien y acertarás”, se ha convertido en “piensa mal, aunque te equivoques”. Esto, éticamente, es una perversión y, sin embargo, hoy, una ley política general. ¿Cómo lo ve Usted?