Termina la campaña. Convicciones de "perogrullo".
He evitado la política en estos comentarios hasta hoy. La campaña electoral llega a su fin y yo no la he seguido con atención. No por desprecio o desgana, sino por algo que creo a pies juntillas: la mayoría de la gente tiene una idea muy personal y madura sobre las elecciones. Me alegro. Opinando desde la radio, lo único que puedes hacer es molestar a algunos.
- De la política me gustaría recordar hoy varias cosas. Probablemente nunca deberíamos olvidar esta definición. La política es el arte de dar una respuesta civilizada a problemas sociales que no tienen una solución fija y única. Por eso hay que elegir y preferir. Caben varias soluciones y lo que discutimos es cómo repartir el esfuerzo. Que no sea mi solución, no significa que otra sea mala.
- A la política hay que recordarle que tiende a confundir lo importante con lo destacado y urgente. Por ejemplo que un ministro se vaya o no, es noticia política destacada, pero lo importante es qué le pasa a la gente y sus problemas del día a día. Esto es lo importante. A la política le cuesta reconocerlo. Ella vive en el escaparate. A los medios de comunicación también.
- A los políticos los respeto, más de una vez los defiendo, y a menudo los comprendo. Pero a los políticos les gusta esa vida en el escaparate. Son actores. No sólo, pero también. Es mejor saberlo y reconocerlo. Si alguien dice que está "a nuestro servicio", yo le creo, pero añado que su compensación es tener poder; le gusta; le va la marcha; si no te gusta el escaparate y discutir sobre lo divino y humano, no te gusta la política profesional. A cada uno lo suyo. Ni tan interesados en lo propio, ni tan altruistas con la ciudad. El poder es una droga que engancha y viene en el código genético. Hay que tener cuidado.
- Y, por fin, la política entre nosotros no tiene asegurados, todavía, unos mínimos morales. Me refiero a esto. Yo creo que todos los que se presentan y dedican a la política profesional deberían poder decir a los demás colegas algo así: te aseguro que no aceptaré en ningún caso que alguien te amenace y menos que te mate. Te aseguro esto y lo digo ante la sociedad por adelantado. No sé qué dirá el derecho en Estraburgo sobre la ley de partidos española y que no puedan presentarse todas las opciones que quisieran en el País Vasco. El derecho y la moral no siempre coinciden. No siempre. Yo estoy convencido de que es inmoral estar en la política profesional y no condenar el terrorismo contra los adversarios políticos. No sólo esto es necesario en política, pero esto me parece imprescindible.
- Dicho lo cual, suerte a todos los candidatos.
- De la política me gustaría recordar hoy varias cosas. Probablemente nunca deberíamos olvidar esta definición. La política es el arte de dar una respuesta civilizada a problemas sociales que no tienen una solución fija y única. Por eso hay que elegir y preferir. Caben varias soluciones y lo que discutimos es cómo repartir el esfuerzo. Que no sea mi solución, no significa que otra sea mala.
- A la política hay que recordarle que tiende a confundir lo importante con lo destacado y urgente. Por ejemplo que un ministro se vaya o no, es noticia política destacada, pero lo importante es qué le pasa a la gente y sus problemas del día a día. Esto es lo importante. A la política le cuesta reconocerlo. Ella vive en el escaparate. A los medios de comunicación también.
- A los políticos los respeto, más de una vez los defiendo, y a menudo los comprendo. Pero a los políticos les gusta esa vida en el escaparate. Son actores. No sólo, pero también. Es mejor saberlo y reconocerlo. Si alguien dice que está "a nuestro servicio", yo le creo, pero añado que su compensación es tener poder; le gusta; le va la marcha; si no te gusta el escaparate y discutir sobre lo divino y humano, no te gusta la política profesional. A cada uno lo suyo. Ni tan interesados en lo propio, ni tan altruistas con la ciudad. El poder es una droga que engancha y viene en el código genético. Hay que tener cuidado.
- Y, por fin, la política entre nosotros no tiene asegurados, todavía, unos mínimos morales. Me refiero a esto. Yo creo que todos los que se presentan y dedican a la política profesional deberían poder decir a los demás colegas algo así: te aseguro que no aceptaré en ningún caso que alguien te amenace y menos que te mate. Te aseguro esto y lo digo ante la sociedad por adelantado. No sé qué dirá el derecho en Estraburgo sobre la ley de partidos española y que no puedan presentarse todas las opciones que quisieran en el País Vasco. El derecho y la moral no siempre coinciden. No siempre. Yo estoy convencido de que es inmoral estar en la política profesional y no condenar el terrorismo contra los adversarios políticos. No sólo esto es necesario en política, pero esto me parece imprescindible.
- Dicho lo cual, suerte a todos los candidatos.