En economía, "más" no significa "mejor"
Releo por aquí y por allá reflexiones y análisis sobre la crisis, y una y otra vez vuelvo sobre esta pregunta. Pero, ¿qué ha ocurrido para que el sistema financiero internacional salte por los aires y haga de las economías más afamadas un juguete roto?
A mi juicio, la respuesta debe seguir esta senda: un componente de nuestras economías, “el mercado de productos financieros”, ha estallado hecho añicos. Y, ¿cómo es esto? Una vez potenciada su lógica (¡más siempre es mejor!) por la globalización general del mercado del dinero y la permisividad de quienes la “vigilan”, (¡todavía no sé, si porque no podían, o no querían, o estaban en el mismo barco!), ¡unida a la revolución tecnológica en la comunicación de datos, y por ende de cifras de dinero!, (¡este factor es fundamental!), ha crecido durante años con un “éxito” tan extraordinario como “ficticio” o “virtual.
(Una cita. Escribe el profesor Torrero, y lo reproduce el profesor Juan Velarde, ninguno de los dos sospechoso de anticapitalista: "Esa aristocracia de las finanzas ha promovido la innovación financiera y sus ejecutivos tenían ingresos millonarios en plena juventud..., eran los Máster del Universo... Han sido todo eso... y algo más: han sido los principales responsables de la escalada en la progresión al riesgo en todo el mundo... que... no proviene sólo -ni a mi juicio principalmente- de las intervenciones de las autoridades. Lo engendra el propio sistema financiero, que no responde al diseño de nadie, sino que es la consecuencia de la liberalización y de la presión competitiva. En el actual sistema financiero, el estímulo hacia la innovación financiera y la fortísima competencia hacen que la dinámica gire en torno a una docena de entidades... que operan a nivel mundial. Éstas han sido las auténticas responsables... de la crisis financiera mundial».).
Por supuesto, muchos actores se han enriquecido en el trajín, pero ni de lejos de ha creado la riqueza real que le correspondería. Sus consecuencias, las que todos conocemos: situación de quiebra en unos, ¡los que más arriesgaron o no pudieron salir a tiempo!, falta de liquidez y desconfianza en todos, parálisis de nuestros sistemas productivos, recesión a la vista, lucha social por lograr “pactos” beneficiosos para los grupos mejor situados, precariedad, paro, pobrezas, desconfianza y miedo.
Esto es lo que hay. Para mí, lo he escrito otras veces, ¡por muchos matices que pongamos!, esta globalización neoliberalmente gestionada o consentida, es profundamente economicista (¡economicida, dicen algunos!), y tiende a convertir casi todo en “títulos financieros, tarde o temprano, artificiales”. Ésta es su lógica, "más siempre es mejor"; si el mercado lo permite, "más siempre es mejor"; y esta lógica, sin vigilancia y control social, es mortal de necesidad. Unida a la revolución en las comunicaciones que he dicho y al “dinero abundante y barato” que no sé por qué las autoridades financieras nacionales (los Bancos Centrales) y multilaterales (BM, FMI, OMC, etc) han facilitado a “los mercados”, multiplica la posibilidad de crear riqueza contable y artificial hasta límites siderales, ¡y sin la debida valoración como bien social!
¿Por dónde salimos de ésta? Si no “recuperamos” el control democrático de la vida social y, representándolo, el control político de las reglas y realizaciones de la economía internacional, ¡es la soberanía de la sociedad!, el estallido de una burbuja financiera siempre será el comienzo de otra y las víctimas, personas, grupos sociales y pueblos, pueden variar de nombre y generación, pero su condición objetiva de “trabajadores precarios” o “aspirantes a ello”, amenazados, excluidos y, en su caso, marginados, en el Norte, ¡y en el Sur!, apenas puede variar. En el mejor de los casos la globalización ¡neoliberalmente gestionada!, en realidad, ¡toda globalización economicista!, la que sigue la lógica, ¡más siempre es mejor!, crea “riqueza”, pero será aquella sobre la que no se puede preguntar, ni qué riqueza, ni cómo ni dónde, ni para quiénes, ni a costa de quiénes, ni con qué uso de los recursos escasos.
Por eso, cuando los (neo) liberales se quejan de que no ha fallado el mercado, sino las distorsiones que los Estados han introducido en ellos, obligando a los bancos a realizar contratos hipotecarios con ciudadanos insolventes a corto plazo, ("hipotecas basura"), están diciendo de las autoridades públicas algo que no es despreciable, al contrario, que es muy importante aclarar; mal vamos si los vigilantes y reguladores no vigilan o regulan mal. Cosa que no me extrañaría. Yo no despacho la pregunta con un simple, "ideología neoliberal".
Como todavía no lo veo claro, no digo la última palabra. Pero, a la vez, y de esto sé más, los (neo)liberales están queriendo escapar de rositas de la pregunta por la eficiencia humana de la libertad absoluta en los mercados financieros; atraídos por la eficiencia económica, y libres de preguntas morales, humanas, que el mercado suponen que responde "bien" de modo connatural a su lógica, o si no las responde, es que no son preguntas "morales", sino ideológicas, dan por científica y ética la máxima económica, "más siempre es mejor", lo cual constituye al cabo el meollo de esta crisis económica y de la siguiente. Quizá ésta es la gran cuestión. No, no, "más no siempre es mejor, claro que no".
Quizá, éticamente hablando, la crisis nos brinda la oportunidad de hablar de la economía desde su lógica, y de si ésta posibilita salidas humanas para todos; desde luego, la de "más siempre es mejor", crea riqueza, pero deja un rastro de víctimas y desequilibrios que hora es de reconocerlo y corregir.
De esto habla la moral social cristiana, en su lenguaje propio.
A mi juicio, la respuesta debe seguir esta senda: un componente de nuestras economías, “el mercado de productos financieros”, ha estallado hecho añicos. Y, ¿cómo es esto? Una vez potenciada su lógica (¡más siempre es mejor!) por la globalización general del mercado del dinero y la permisividad de quienes la “vigilan”, (¡todavía no sé, si porque no podían, o no querían, o estaban en el mismo barco!), ¡unida a la revolución tecnológica en la comunicación de datos, y por ende de cifras de dinero!, (¡este factor es fundamental!), ha crecido durante años con un “éxito” tan extraordinario como “ficticio” o “virtual.
(Una cita. Escribe el profesor Torrero, y lo reproduce el profesor Juan Velarde, ninguno de los dos sospechoso de anticapitalista: "Esa aristocracia de las finanzas ha promovido la innovación financiera y sus ejecutivos tenían ingresos millonarios en plena juventud..., eran los Máster del Universo... Han sido todo eso... y algo más: han sido los principales responsables de la escalada en la progresión al riesgo en todo el mundo... que... no proviene sólo -ni a mi juicio principalmente- de las intervenciones de las autoridades. Lo engendra el propio sistema financiero, que no responde al diseño de nadie, sino que es la consecuencia de la liberalización y de la presión competitiva. En el actual sistema financiero, el estímulo hacia la innovación financiera y la fortísima competencia hacen que la dinámica gire en torno a una docena de entidades... que operan a nivel mundial. Éstas han sido las auténticas responsables... de la crisis financiera mundial».).
Por supuesto, muchos actores se han enriquecido en el trajín, pero ni de lejos de ha creado la riqueza real que le correspondería. Sus consecuencias, las que todos conocemos: situación de quiebra en unos, ¡los que más arriesgaron o no pudieron salir a tiempo!, falta de liquidez y desconfianza en todos, parálisis de nuestros sistemas productivos, recesión a la vista, lucha social por lograr “pactos” beneficiosos para los grupos mejor situados, precariedad, paro, pobrezas, desconfianza y miedo.
Esto es lo que hay. Para mí, lo he escrito otras veces, ¡por muchos matices que pongamos!, esta globalización neoliberalmente gestionada o consentida, es profundamente economicista (¡economicida, dicen algunos!), y tiende a convertir casi todo en “títulos financieros, tarde o temprano, artificiales”. Ésta es su lógica, "más siempre es mejor"; si el mercado lo permite, "más siempre es mejor"; y esta lógica, sin vigilancia y control social, es mortal de necesidad. Unida a la revolución en las comunicaciones que he dicho y al “dinero abundante y barato” que no sé por qué las autoridades financieras nacionales (los Bancos Centrales) y multilaterales (BM, FMI, OMC, etc) han facilitado a “los mercados”, multiplica la posibilidad de crear riqueza contable y artificial hasta límites siderales, ¡y sin la debida valoración como bien social!
¿Por dónde salimos de ésta? Si no “recuperamos” el control democrático de la vida social y, representándolo, el control político de las reglas y realizaciones de la economía internacional, ¡es la soberanía de la sociedad!, el estallido de una burbuja financiera siempre será el comienzo de otra y las víctimas, personas, grupos sociales y pueblos, pueden variar de nombre y generación, pero su condición objetiva de “trabajadores precarios” o “aspirantes a ello”, amenazados, excluidos y, en su caso, marginados, en el Norte, ¡y en el Sur!, apenas puede variar. En el mejor de los casos la globalización ¡neoliberalmente gestionada!, en realidad, ¡toda globalización economicista!, la que sigue la lógica, ¡más siempre es mejor!, crea “riqueza”, pero será aquella sobre la que no se puede preguntar, ni qué riqueza, ni cómo ni dónde, ni para quiénes, ni a costa de quiénes, ni con qué uso de los recursos escasos.
Por eso, cuando los (neo) liberales se quejan de que no ha fallado el mercado, sino las distorsiones que los Estados han introducido en ellos, obligando a los bancos a realizar contratos hipotecarios con ciudadanos insolventes a corto plazo, ("hipotecas basura"), están diciendo de las autoridades públicas algo que no es despreciable, al contrario, que es muy importante aclarar; mal vamos si los vigilantes y reguladores no vigilan o regulan mal. Cosa que no me extrañaría. Yo no despacho la pregunta con un simple, "ideología neoliberal".
Como todavía no lo veo claro, no digo la última palabra. Pero, a la vez, y de esto sé más, los (neo)liberales están queriendo escapar de rositas de la pregunta por la eficiencia humana de la libertad absoluta en los mercados financieros; atraídos por la eficiencia económica, y libres de preguntas morales, humanas, que el mercado suponen que responde "bien" de modo connatural a su lógica, o si no las responde, es que no son preguntas "morales", sino ideológicas, dan por científica y ética la máxima económica, "más siempre es mejor", lo cual constituye al cabo el meollo de esta crisis económica y de la siguiente. Quizá ésta es la gran cuestión. No, no, "más no siempre es mejor, claro que no".
Quizá, éticamente hablando, la crisis nos brinda la oportunidad de hablar de la economía desde su lógica, y de si ésta posibilita salidas humanas para todos; desde luego, la de "más siempre es mejor", crea riqueza, pero deja un rastro de víctimas y desequilibrios que hora es de reconocerlo y corregir.
De esto habla la moral social cristiana, en su lenguaje propio.