"En la contemplación, en el “estar en sí” hallamos horizonte y sentido para la vida" Nos sobra ansiedad y nos falta calma en la vida (Marta y María)
- Marta y María
Podemos pensar que Marta y María fueron dos personas, dos hermanas que probablemente seguían a Jesús (discípulas) y que en algún o en muchos momentos le acogerían en su casa.
También podemos pensar que Marta y María representan dos actitudes en la vida, dos modos de vivir y de comprender la existencia.
Marta representa la actividad que desplegamos en la vida. El trabajo, el dinamismo, el pan son necesarios en la vida.
María representa el “por qué y para qué” trabajamos.
Marta ve lo inmediato. María ve la vida desde el horizonte, desde el “hacia dónde absoluto” hacia el que nos encaminamos.
Marta vive el tiempo y el trabajo con ansiedad, en un “activismo” que pretende dominar el tiempo, el trabajo, la vida. María vive serenamente desde el corazón, desde la quietud y calma.
Marta pretende dominar la existencia, controlarlo todo. María vive a la escucha de la vida.
- Tener calma en la vida.
En la vida hay que tener calma y saber pararse a escuchar la Palabra, el porqué de la vida, el horizonte. Jesús se retiraba muchas noches –muchas veces- a orar, a pensar. Contrastaría lo que veía y oía en el Templo a los sacerdotes, a los fariseos, zelotas, etc… Vería a la gente sencilla, pobres, enfermos y en el silencio y quietud de la noche y de la vida, vería y tomaría sus propias decisiones y actitudes.
Es la actitud de María: vivir con sosiego, tener –sacar- tiempos de silencio y calma, escuchar la Palabra, la voz de la propia conciencia.
Una de las características de nuestro momento cultural sea la ansiedad. Hoy en día vivimos ansiosamente, de prisa, sin serenidad ni reflexión. Todo de prisa y corriendo, todo a la última moda, lo mismo da un móvil que un ordenador o las vacaciones. En esta “post pandemia” el gran problema es que se cancelan vuelos, que no se puede ir de aquí para allá. Las mismas vacaciones no son un tiempo de calma y descanso tranquilo, sino un salir de estampida “hacia ningún lado”.
- Algunas consideraciones.
- o La edad de la población va creciendo y vamos envejeciendo. Pero dado el “juvenilismo” en el que se pretende vivir, se nos suele decir: no importa “tienes ganas de hacer cosas”.
A ciertas edades y en ciertas circunstancias “no hay que hacer nada”, sencillamente “estar, ser en la vida”. Para muchos de nosotros, mayores y ancianos en la vida, es el tiempo de María, no de Marta.
- o La tendencia al activismo es una actitud muy presente en la vida pastoral: Tan fácil como ligeramente a un cura le pueden hacer párroco de 4 ó 6 parroquias, o más. ¡Eso no puede ser! Uno puede estar, “estar en sí”, en una parroquia, uno puede servir humildemente a una comunidad parroquial, evangelizar, atender a los enfermos en una comunidad no en 8, a no ser que todo se convierta en un transporte de productos sacramentales. La vida pastoral se ha convertido en un “Transportes seur”´litúrgico. En las parroquias y en la pastoral y en la vida hacen falta “marías”, no “martas”.
- o Un presbítero, un anciano, (que eso significa la palabra presbítero), ha de estar serenamente en la comunidad eclesial, su ministerio es el buen criterio del anciano, sin activismos, sin suplencias forzadas.
Un anciano en la familia está; humildemente está presente, sin pretender llevar las riendas de todos los asuntos.
- o Hay personas que critican zafiamente a los monjes y monjas de clausura (vida contemplativa) la “ineficacia” de su vida. “Mejor sería que se dedicasen a cuidar ancianos o a la enseñanza”. Pues mire usted, mi vocación, “la mía”, es la de “María”. Soy, quiero contemplar; quiero vivir la llamada de la ultimidad, la contemplación del horizonte absoluto es una vida y vivencia hermosa, realizadora y legítima.
- o Incluso en determinadas congregaciones religiosas de vida activa, muchos superiores y superioras pretenden forzar en trabajos exhaustivos a sus religiosos y religiosas que quieren vivir su vocación, su edad en paz y sin maratones de trabajo
- pensamiento y contemplación.
El pensamiento, la calma, la contemplación, la actitud de María nos son necesarias y no sola ni principalmente como cuestión religiosa, sino como modo de ser y estar en la vida, como actitud existencial.
En la contemplación, en el “estar en sí” hallamos horizonte y sentido para la vida.
La calma, la contemplación no son un “diazepán”, sino halla sentido, descanso del alma en el encuentro con la ultimidad).
Esto es lo importante, la mejor parte, lo que dará sentido a la actividad humana.
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