"No podemos defraudar a Jesús, que nos ama y lo ha dado todo por mi y por ti, solo por amor" Este Niño Jesús, en su amor, redime nuestra historia
"Su amor nos cobija, nos protege y nos salva. Todo el ser de este Niño se convertirá en muralla de amor por nosotros y fuente de paz"
"Este Niño, que sufrirá mucho en su vida, pasión y muerte, desde la persecución de Herodes, el asedio de escribas, fariseos y ancianos, entenderá el sufrimiento de cada uno, sobre todo, quien carece de amor y de vida"
"Este Pedro, fue capaz de negar a Jesús en el momento más duro de la prueba, el momento verdadero de los amigos, la pasión injusta sufrida"
"Este Pedro, fue capaz de negar a Jesús en el momento más duro de la prueba, el momento verdadero de los amigos, la pasión injusta sufrida"
Este Niño viene a encontrarse con nosotros, en nuestro espacio de vida, para redimirnos.
El, estando cerca de Jerusalén y desde ahí, mirando la ciudad expresa: si en este día comprendieras lo que puede conducirte a La Paz y, en otro momento, dice: cuántas veces te he querido reunir, como la gallina reúne sus pollitos, pero tú no has querido.
Esto significa que su amor nos cobija, nos protege y nos salva. Todo el ser de este Niño se convertirá en muralla de amor por nosotros y fuente de paz.
Veamos ahora a cada persona con la que esté Niño se encuentra, según nos narran los evangelios y hechos de los apóstoles.
La primer historia es la de María Magdalena, con siete demonios. Es la mujer que supo descubrir y experimentar la grandeza de amor y de vida de Jesús. Se sintió abrazada de amor, liberada de engaños y mentiras, de placeres efímeros que zarandeaban su vida sin darle nunca estabilidad, hasta que llegó él a ella, el que es la verdad, el amor y la vida.
Ella, por amor respondió, y supo estar en todo momento con Jesús. Aprendió en este amor verdadero la fidelidad del amor. Y aún, cuando casi todos abandonaron a Jesús en el momento de la prueba, ella fue capaz de soportar con él la cruz, su pasión, muerte y sepultura y, seguir ahí, con la gran sorpresa de que sería la primera testigo de la resurrección de Jesús, superando en esto a Pedro y a Juan, el discípulo amado. ¿Por qué? Porque tenemos que entender que para Jesús el amor es primero siempre, no hay nada por encima del amor.
Lo que podemos afirmar, entonces, es que conforme al amor, tenemos nuestro lugar ante Dios.
Este Niño, que sufrirá mucho en su vida, pasión y muerte, desde la persecución de Herodes, el asedio de escribas, fariseos y ancianos, entenderá el sufrimiento de cada uno, sobre todo, quien carece de amor y de vida.
Nuestro mundo tiene en muchas partes las carencias del amor y de la vida, y por tanto , ante estas carencias, hay mucho sufrimiento.
El sufrimiento para este Niño recién nacido no es indiferente. El sabe de sufrimientos, de traiciones, de maltratos, de burlas, de ingratitudes.
Su amor nos da ejemplo de una gran paciencia.
Por eso, él abraza la historia sufrida del enfermo, forastero, encarcelado, desnudo…
La historia de cada persona, en él, tiene una esperanza para ser redimida desde el amor.
Nadie puede anular esta esperanza de amor, porque él ha venido por los que sufren, o son excluidos, etiquetados por una sociedad que se avergüenza de muchos de ellos porque no entran en su esquema de reglas, donde en estas reglas hay ausencia de amor y compasión.
¿Para cuántos de nosotros son primero las reglas y no el amor? y ¿cuánto sufrimos esta hipocresía que nos imponen las reglas, asfixiando el amor verdadero?
El ejemplo lo tenemos en aquella curación de sábado, donde la regla es no hacer nada, pero para Jesús, el amor nunca se puede quedar cruzado de brazos si se presenta la exigencia de un amor que debe y puede liberar, sanar y redimir.
Así, un segundo ejemplo de historia, es el apóstol Pedro, encontrado a la orilla del mar de Galilea, cuando su horizonte de vida era solo pescar y vivir en Cafarnaúm, desde ese lugar o rincón de la tierra, fue llamado por el Maestro, quien quiso conocer a Pedro, su casa, su familia, con la presencia de su suegra, entendiendo que Pedro era casado.
Así abrazó la historia de Pedro que quiso conducir hasta confiarle las llaves del Reino y a la comunidad de los discípulos.
Este Pedro, que experimentó los extremos de una fe capaz de confesar a Jesús como el Mesías, de querer controlar hasta a Jesús para atreverse a decirle: a ti no te puede pasar esto de la pasión y muerte , despertando la molestia en Jesús para recriminarle a Pedro : cuidado!!! Aléjate de mi Satanás, porque tu piensas según los hombres y no piensas según Dios.
Este Pedro, fue capaz de negar a Jesús en el momento más duro de la prueba, el momento verdadero de los amigos, la pasión injusta sufrida, diciendo yo no lo conozco, no se quien es él, ni se de que me hablas, negándolo tres veces.
Este Pedro que dirá a Jesús ante la pesca milagrosa, aléjate de mi Señor, que soy un pecador.
Esta historia de Pedro fue redimida desde el amor de Jesús, caminando él con Pedro en las diferentes facetas narradas por los evangelios y por los hechos de los apóstoles, donde al final después de la resurrección, para confirmar la fidelidad de Pedro en el amor, le pregunta: Pedro, ¿me amas más que estos? Si Señor, contesta Pedro, y Jesús le dice, apacienta mis ovejas.
Esto para entender que nada hay por encima del amor, que el amor es lo supremo.
Un amor que sabe rescatar y redimir cada historia de cada persona por difícil que nos pueda parecer, porque el amor supera siempre la razón y las reglas humanas.
Otras historias rescatadas por Jesús son: la del apóstol Pablo, la adúltera, Zaqueo, Mateo.
Bien lo referían de Jesús: come con publicanos y pecadores.
Ciertamente los de las reglas humanas les cuesta mucho entender el amor que es capaz de redimir, liberar , sanar, aliviar el sufrimiento , para entonces si entender el camino de la fidelidad en el amor.
No podemos defraudar a Jesús, que nos ama y lo ha dado todo por mi y por ti, solo por amor; y a este amor estoy llamado a responder , siempre en total libertad, sin imposición más que la regla del amor, lo único en lo que si podemos confiar.
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