La obediencia al espíritu y a la voz de Dios es definitivo para conservar el poder que Dios comunica a quien él quiere hacer descender su espíritu, para actuar en lo que Dios quiere, y el servidor está llamado a cumplir en fidelidad

Obediencia y fidelidad son muy importantes para que actúe el poder de Dios en el servidor, en la primera lectura de este domingo 4o del tiempo ordinario, del libro del Deuteronomio, se nos recuerda que el profeta debe actuar en esa fidelidad de la escucha en total obediencia a lo que Dios le pide , sin inventarse nada que esté fuera del querer de Dios.

En el evangelio de Marcos se nos narra cómo Jesús al hablar y actuar en la sinagoga de Cafarnaúm es reconocido en el poder que comunica su palabra y como con la fuerza de su espíritu libera al endemoniado.

El poder trasciende en el amor y el servicio, en la óptica y testimonio de Jesucristo.

Dios actúa a través de sus elegidos que reciben su espíritu para que Dios sea dado a conocer.

Las preguntas que hacen los oyentes y testigos en la sinagoga de Cafarnaúm, según el relato del evangelio de Marcos de este domingo cuarto del tiempo ordinario, son preguntas que nos hacen ver que Jesús es el Hijo de Dios y que en él se manifiesta con toda plenitud el espíritu de Dios.

Es un espíritu que siempre da vida y conduce en la verdad.

Podemos afirmar que el espíritu de Dios le da unidad a toda la historia de la salvación. Dios acompaña a la humanidad con la vida que nos comunica en su espíritu en las diferentes etapas de historia.

Así como Moisés afirma al pueblo de Israel que Dios hará surgir un profeta en medio de ellos, como Moisés, significa que es el mismo Dios el que seguirá actuando.

Por eso el espíritu de servicio es lo que mejor puede facilitar esa comunicación del espíritu en las diferentes etapas y tiempos en que camina la humanidad.

El espíritu es el que debe permanecer en el servicio.

Cuando en la iglesia tenemos roles y nos creemos necesarios e indispensables, estamos mal, porque muchas veces queremos retener el control y no dejamos, no permitimos y no damos crédito que también en otros actúa el poder Dios.

Fue el problema de los fariseos, escribas y ancianos que no reconocieron el poder del espíritu de Jesús, que es el espíritu de Dios.

Por eso la mejor manera de hacer transitar el espíritu de Dios y su poder, es a través de un servicio hecho con amor abnegado.

Ya lo dice Jesús, yo no he venido a ser servido sino a servir.

Lo que Jesús les deja a sus apóstoles no son casas, dinero, vestidos… sino el espíritu, como nos revela Pentecostés, a través del cual, podrán llevar a cabo su obra.

Podemos mencionar algunos tipos de poder, entre los diversos tipos que hay:

Poder de la santidad

Poder de la palabra

Poder del espíritu

Poder del testimonio en la verdad

Poder del amor

Poder de la fe

Poder de la verdad

Poder del dinero

Etc.

El servicio como Reina del poder. El servicio es el que hace posible que transite el espíritu de Dios y se manifieste el poder de vida, de amor, de fe y de la verdad.

Solo en este poder del espíritu, desde el servicio, se trasciende en esta vida, como Jesús nos da una enseñanza central

Entendemos entonces que para Dios no hay imposible porque en él está plenamente el poder del espíritu. Dios todo lo puede y todo lo hace. De ahí la importancia de siempre tener esa fe en Dios.

De ahí que Jesús dirá: el que crea en mí hará obras mucho mayores, porque es el mismo espíritu que se va manifestando en los diferentes tiempos y en diferentes necesidades donde se requiere la manifestación del poder del espíritu de Dios.

Por eso, San Pablo nos invita a estar libre de preocupaciones para poder servir enteramente al Señor, con una libertad totalmente dispuesta a lo que Dios pide. Y estar en esa unión íntima con el espíritu de Dios.