(Vatican News).- Mindanao, Siargao, Dinagat y Bohol son algunas de las islas más afectadas por el tifón Rai, conocido localmente como Odette, que se abatió sobre Filipinas el 16 de diciembre, dejando sin electricidad, arrancando tejados, destrozando edificios de madera, derribando postes de hormigón y arrancando árboles.
La magnitud de los daños, la falta de comunicación y de acceso a internet en muchas zonas, y las dificultades económicas del gobierno causadas por la emergencia de Covid-19, dificultaron la distribución de la ayuda y dejaron a muchas personas sin hogar y sin comida. Algunos supervivientes de la ciudad de Surigao pasaron días en las calles pidiendo dinero y comida a los automovilistas que pasaban por allí, al no haber recibido ninguna ayuda, informó UCA News.
Una Navidad diferente
La destrucción causada por la tormenta hizo que las celebraciones navideñas, uno de los acontecimientos más importantes del calendario cristiano y del archipiélago filipino, predominantemente católico, no fueran lo que solían ser.
"Lo importante es que todos estamos a salvo", dijo a UCA News un miembro de la congregación que asistía a la misa de Navidad en la iglesia parroquial de San Isidro Labrador, en la localidad de Alegría, en el extremo norte de la isla de Mindanao. La iglesia, que quedó con un agujero en el tejado tras la devastación de Rai en la zona, sigue en pie y acogió a los devotos en la solemnidad de la Navidad, deseosos de encomendar a Dios sus oraciones para un año mejor.
Visita del Nuncio apostólico a las islas afectadas
El Arzobispo Charles Brown, Nuncio apostólico en Filipinas, tenía previsto regresar el 28 de diciembre a Manila tras haber visitado las ciudades isleñas de Siargao y Dinagat, devastadas por la furia del tifón.
El Nuncio celebró la misa de Navidad el 25 de diciembre en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Monte Carmelo, en la localidad de Del Carmen, en la isla de Siargao, dañada por la tormenta, ante la presencia de los supervivientes del tifón Rai. Monseñor Brown fue recibido a su llegada, el pasado sábado por la mañana, por una delegación encabezada por Monseñor Antonieto Cabajog, obispo de Surigao. Tras el oficio litúrgico, el Nuncio visitó los nueve pueblos de la isla, donde Rai golpeó a su llegada el 16 de diciembre. El prelado pasó la noche en la ciudad de Dapa, donde volvió a celebrar la misa el domingo por la mañana en la iglesia parroquial del Santo Niño, antes de abandonar la isla en ferry hacia Surigao City. Aquí, el arzobispo celebró una misa en la catedral de San Nicolás de Tolentino y luego visitó las parroquias de la isla de Dinagat.
En su mensaje de Navidad, publicado antes de su visita, el nuncio había expresado su solidaridad con las personas afectadas por el tifón. Reflexionando sobre el significado del nacimiento de Jesús, pidió a los católicos que "no pierdan la oportunidad de acoger y mostrar hospitalidad a quienes más lo necesitan" y que hagan todo lo que esté en su mano para ayudarles en todo lo posible.
Cardenal Advíncula: "Ayudemos a nuestros hermanos a recomenzar"
El arzobispo de Manila, el cardenal José Advíncula, también había instado a los católicos, el viernes 24 de diciembre, en una entrevista con Radio Veritas a hacer que las víctimas del supertifón Rai sientan el espíritu de la Navidad enviándoles amor y oraciones en estos momentos difíciles. En efecto declaró:
"Estamos con ustedes mientras se levantan y afrontan un nuevo día. Pido a todo el mundo que se solidarice con nuestros hermanos y hermanas devastados por el tifón, ayudémosles a levantarse y empezar de nuevo"
Saldo provisional
Según el presupuesto actualizado del Consejo Nacional de Reducción y Gestión de Riesgos de Filipinas, la furia del tifón Rai causó la muerte de al menos 389 personas. El balance incluye 1.146 heridos, 64 personas aún desaparecidas y casi 571.000 desplazados. La oficina de protección civil de Manila informó que más de 300.000 personas se encuentran actualmente en campamentos temporales, mientras que otras 200.000 han encontrado hospitalidad en casas de familiares y amigos.
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