Difunde en una carta la necesidad de comprometerse con la Colecta Sandri llama a los cristianos de todo el mundo a cooperar "con sus hermanos y hermanas de Tierra Santa"
Esta colecta universal por Tierra Santa que se realiza el Viernes Santo en todas las Iglesias del mundo
El cardenal Sandri ha recordado la importancia de participar y ayudar a la gente que ha sufrido "largas y destructivas guerras, que produjeron y continúan produciendo millones de refugiados y condicionan fuertemente el futuro de enteras generaciones"
(AICA).- Se ha difundido hoy, miércoles 4 de marzo, la carta del prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, cardenal Leonardo Sandri, apelando a “una mayor cooperación y a un compromiso generoso de los cristianos de todo el mundo con sus hermanos y hermanas de Tierra Santa”, con la colecta que la Iglesia realiza a tal fin el Viernes Santo.
“La Tierra Santa es el lugar físico en el que Jesús ha vivido esta agonía y este sufrimiento transformándolos en acción redentora gracias a un amor infinito”, con estas palabras explica el cardenal argentino en su carta firmada el 26 de febrero de 2020, Miércoles de Ceniza; el significado de esta colecta universal por Tierra Santa que se realiza el Viernes Santo en todas las Iglesias del mundo.
Una tradición que comenzó en 1974, en vísperas del Jubileo y en pleno clima de la renovación postconciliar de la Iglesia, el papa san Pablo VI invitó a los católicos de todo el mundo a ofrecer una ayuda concreta a las iglesias de esta región tan azotada, con su exhortación apostólica Nobis in animo: una forma de caridad eclesial que une a todo el cuerpo eclesial.
Y después de su peregrinación a los Santos Lugares, en 1964, el pontífice no se cansó de ayudar a las personas y a las iglesias en un camino renovado de paz y prosperidad: humana, social, económica y política.
El cardenal Sandri, recuerda en su reflexión que la Tierra Santa, y de modo particular la comunidad cristiana que allí reside, “siempre ha ocupado un lugar importante y especial en el corazón de la Iglesia universal”.
“Esta –como recuerda San Pablo–, en el momento en que se empeña en expresar su solidaridad, también económica, con Jerusalén, cumple un acto de restitución: de Jerusalén, en efecto, toda la Iglesia ha recibido el don y la alegría del Evangelio y de la salvación en «Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por su pobreza». Y es la conciencia del don recibido la que mueve de nuevo a dar con alegría y generosidad”.
Duras pruebas que aún no han terminado
Por otra parte, en alusión a las duras pruebas sufridas a lo largo de los siglos por la Iglesia que vive en Tierra Santa y en todo el Medio Oriente, el purpurado señala que éstas no terminaron, como lo muestra la tragedia de la continua y progresiva reducción del número de fieles locales, con el consiguiente riesgo de ver desaparecer las diversas tradiciones cristianas que vienen de los primeros siglos.
“Largas y destructivas guerras produjeron y continúan produciendo millones de refugiados y condicionan fuertemente el futuro de enteras generaciones, que se ven privadas de los bienes más elementales, como el derecho a una paz justa, a una infancia tranquila, a una instrucción escolar orgánica, a una juventud dedicada a la búsqueda de un trabajo, a la formación de una familia, al descubrimiento de la propia vocación, a una vida adulta fructífera y digna, a una vejez serena”.
Es por ello que el prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales subraya que la Iglesia sigue trabajando por la salvaguardia de la presencia cristiana y por dar voz a quien no la tiene.
“Lo hace, ciertamente, en el campo pastoral y litúrgico, que es fundamental para la vida de nuestras pequeñas comunidades. Pero continúa también, en modo serio, en su empeño por garantizar una educación de calidad a través de las escuelas, que son fundamentales para conservar la identidad cristiana y para construir una convivencia fraterna, especialmente con los musulmanes, según las indicaciones contenidas en la “Declaración de Abu Dabi”, explicó, haciendo hincapié en que esta ayuda es posible gracias a la generosidad de los fieles de todo el mundo.
Por último el cardenal argentino recuerda que el cuidado de los santuarios, resultaría imposible sin la Colecta “pro Terra Sancta”, que es de fundamental importancia, “tanto porque estos son el lugar material que conserva la memoria de la divina revelación, del misterio de la encarnación y de nuestra redención, como también porque en esos lugares la comunidad cristiana local encuentra los fundamentos de su propia identidad”.
“En torno a los santuarios y gracias a su presencia, encuentran un trabajo digno muchos de los fieles cristianos dedicados a acoger a los millones de peregrinos que en estos últimos años llegan, cada vez más numerosos, para visitar los Santos Lugares”, concluye la carta.
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