Sus habitantes abonan la tesis negacionista basada en la afirmación de que Dios lo predestina todo Urk, el pequeño municipio holandés negacionista, que sólo confía en Dios y no cierra las iglesias
Urk es un pequeño pueblo de pescadores situado en la provincia de Flevoland, Países Bajos, cuyos habitantes se resisten cerrar los templos religiosos y a la vacuna contra el coronavirus
De poco o nada han servido mensajes como el enviado por el Ministro de Justicia, Ferdinand Grapperhaus, del partido cristianodemócrata CDA, que exhortó a toda la población del país a combatir el virus por todos los medios
A pesar de que los centros de vacunación del municipio cerraron por la falta de afluencia, el covid no se ha extendido por este peculiar municipio holandés donde el 98 por ciento de los habitantes pertenece a alguna confesión religiosa
A pesar de que los centros de vacunación del municipio cerraron por la falta de afluencia, el covid no se ha extendido por este peculiar municipio holandés donde el 98 por ciento de los habitantes pertenece a alguna confesión religiosa
Urk es un pequeño pueblo de pescadores situado en la provincia de Flevoland, Países Bajos. Su puerto es uno de los más bulliciosos de todo el país y muchos de sus vecinos tienen un barco atracado en él. Otra cosa que tienen en común los habitantes de este municipio bañado por el Mar del Norte es la resistencia a cerrar las iglesias del pueblo y a vacunarse contra el coronavirus.
De poco o nada han servido mensajes como el enviado por el Ministro de Justicia, Ferdinand Grapperhaus, del partido cristianodemócrata CDA, que exhortó a toda la población del país, “incluida la comunidad eclesiástica de Urk”, a combatir el virus por todos los medios. La gente del pueblo prefiere dejarse guiar por sus líderes religiosos, como por ejemplo Hessel Snoek, de la iglesia de Sionkerk, que en la pasada primavera escribió una carta a su feligresía invitándola a rezar.
“Queremos obedecer pero dentro de los mandamientos de Dios. Hacemos esto por la salvación de las almas de la gente. El contacto humano ha desaparecido y no se tiene en cuenta el malestar psicológico del municipio”, aseguró Snoek.
Territorio hostil para periodistas
En Urk, tampoco los periodistas son bien vistos. Durante la reapertura de iglesias que tuvo lugar en la pasada primavera, varios de ellos sufrieron ataques por parte de furibundos feligreses. Uno de ellos, llegó incluso a atropellar intencionadamente a un reportero. No en vano, la casi totalidad de la población de Urk (un total de unos 21.000 vecinos) va a la Iglesia, “ya sea por convicción o por apuntarse a ‘hobby’ social mejor valorado del pueblo”, como apunta Lucía R. A. en este reportaje publicado en El Confidencial.
Los centros de vacunación de Urk cerraron por la falta de afluencia. El coronavirus, no obstante, no se parece haberse extendido por este peculiar municipio holandés, cuya natalidad dobla a la del resto del país y donde el 98 por ciento de los habitantes pertenece a alguna confesión religiosa. En Urk, casi todos abonan tesis negacionistas basadas en la afirmación de que Dios lo ha predestinado todo y la vacunación manipula el sistema inmunológico y el cuerpo; e interviene, por consiguiente, en las acciones del Creador.
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