Ha fallecido en Madrid el pasado 27 de marzo, a la edad de 93 años, el poeta José Javier Aleixandre. En fotografía, le observamos firmando ejemplares, en 2010, de su postrer poemario, “Últimos pasos”, número 24 de su producción lírica. A finales del pasado marzo apareció en ABC un sencillo y expresivo homenaje de quien fue sucesor suyo en la Presidencia de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, el reconocido escritor y poeta Juan Van-Halen. Me permitiré reproducir seguidamente algún párrafo de su sentido y documentado artículo (que podéis leer completo pulsando aquí):
LA POESÍA EN LA SANGRE
“Se nos ha ido un poeta de formación clásica bien asimilada, un prosista elegante, un periodista todo terreno y un hombre bueno de trato acogedor, amigo de sus amigos y enemigo de nadie. José Javier Aleixandre, con quien tanto quise, había atravesado la solemne y quebradiza frontera de los noventa años, y a la hora de escribir estas líneas se me agolpan en el cofre de la memoria tantas vivencias compartidas que me vence esa melancolía que a menudo transitan sus versos tersos, hondos y personalísimos. Al fin y al cabo –nos lo dijo San Juan de la Cruz– «el tiempo es melancolía y cuando se para lo llamamos eternidad». El reloj vital del poeta se ha detenido, pero permanecerá vivo para siempre cuando un lector se acerque a su obra en el cómplice menester de la lectura.
Guipuzcoano de Irún, sobrino del premio Nobel Vicente Aleixandre, llevaba la poesía en la sangre. Periodista de formación y oficio: redactor de «Ya», redactor-jefe de «Ateneo» y «La actualidad española», enviado especial de ABC a Oriente Medio, su temprana vocación literaria se manifestó en varios géneros. Publicó 23 poemarios, tres libros de narrativa y estrenó tres obras de teatro, pero él se consideró sobre todo poeta y la poesía se derrama en toda su obra. Tras la muerte de su esposa Julia López de Letona, en 2003, publicó «Solo», su poemario más personal, intimista y estremecedor.”
DESDE "VER Y CANTAR"(1953) HASTA "ÚLTIMOS PASOS" (2010)
La vida lírica de José Javier Aleixandre ha transcurrido entre la edición de su primer libro de poesía “Ver y cantar” (1953), hasta su título final “Últimos pasos” (2010), más de medio siglo de aventura y desventura, de risas y de llanto, de realidades y esperanzas.No nos fue fácil encontrar poemarios en librerías ni versos por internet. Pero una sola visita a la sede de la Asociación de Escritores y Artistas nos fue suficiente para obtener seis volúmenes con poemas ya del siglo XXI.
Así, en ocho entregas del blog “Nido de Poesía”, hemos presentado, muy provisionalmente (ver índice al final de esta página), algún verso de “Penúltima nostalgia” (1991), “Sonetos en el tiempo” (2003), “Solo” (2003), “Desde aquí abajo” (2009), y “Últimos pasos” (2010).Nos ha faltado, acaso, en nuestros comentarios, conocimiento técnico, saber científico, pero nos gustaría imaginar que dimos vuelo al corazón, asombro a la intuición, aplauso a la aventura…
Una última observación. No solo fue abundante la producción literaria de José Javier sino también de calidad. De hecho, numerosos poemarios fueron reconocidos con meritorios galardones. Por ejemplo: obtuvo los premios de San Juan de la Cruz, Francisco de Quevedo, Rabindranath Tagore, Fernando Rielo de Poesía Mística… Y otros, como el Ángaro, Nicolás del Hierro, etc. Recibió el título de Hijo adoptivo de Fontiveros (patria chica de san Juan de la Cruz), y el honor de académico de su Academia de Juglares…
QUE MI VOZ FUERA ANDADURA PARA LLEGAR AL AMOR
Todo poeta, de alguna manera, escribe versos para sí mismo, para sus contemporáneos y, ¿por qué no?, también para lectores del futuro. En su último poemario “Últimos pasos”, bajo el título “Mi voz” anota el poeta dos brillantes décimas de notable generosidad ética. Reproducimos la segunda: “De mi voz yo no quisiera / que fuera solo un sonido, / y con su sonoro ruido / sin otro fin se perdiera. / Yo quisiera que a cualquiera / mi voz le hiciera mejor. / Que solo fuera un rumor, / pero de tanta dulzura / que mi voz fuera andadura / para llegar al amor.”
En el poemario “Con vosotros hablo” (2006), descubrimos, como un milagro, el río de palabras que fluyen, como agua de manantial, del poema “Mis versos”. Parir un poema es como parir un hijo, y de ello tiene experiencia el poeta, padre de cinco. Se sufre y se goza en la paternidad. Da sentido a la vida. Como escribir versos con el alma embarazada. ¿Por qué no leemos más poesía de José Javier Aleixandre, resucitando su palabra por los altares del corazón…?
MIS VERSOS
Yo me pregunto
si no estaréis algunos engañándome
cuando elogiáis mis versos.
Lo que sí puedo aseguraros es
que me ha costado mucho que nacieran.
Como si me arrancara yo mismo de mis labios
con un dolor de parto las palabras precisas.
Luego, cuando el poema comienza a respirar
–casi siempre llorando, como anuncia
su llegada a la vida cualquier niño–
mi corazón se llena de una dulzura inédita.
Igual que el de una madre, que sonríe sin márgenes
al mirar a ese hijo que tiene entre sus brazos,
coronado el esfuerzo de parirlo.
Tanto duele parir versos –si en ellos
se quiere que se aprieten alegrías o lágrimas–
que, después, al tenerlos delante de los ojos,
ensimismadamente se les mira.
Incluso se les puede acariciar,
como si fueran pobres criaturas
que viven indefensas en un mundo que tiembla
de ambiciones y miedos en pasiones anárquicas.
Son mis versos, me digo con íntimo contento.
Y me admira el milagro
de que su luz pudiera realizarse
con la sangre que corre por mi pluma.
Son mis versos. Mi vida
puesta en renglones con sonido puro.
Reciben almas nuevas y sonoras las letras
que van formando ríos propios con mis palabras
para expresar lo que soñando voy,
con el amor saltando
la comba de los pares y los nones.
Y es hermoso sentir esa emoción
–incomparable–
de lograr un perfecto endecasílabo,
o conseguir que asombre una metáfora
si es un camino virgen que ilumina un relámpago.
Mis versos son mi única fortuna.
Una fortuna inmensa
que puedo derrochar sin que nunca se acabe,
porque siempre se puede sufrir más.
