En la entrega precedente reprodujimos el soneto “Bodas de Oro” (pulsar). El poeta, a punto de cumplir los ochenta, celebraba con juvenil alegría el medio siglo de convivencia feliz con la amada: “refugio tú de amante compañía / que sigue recreando mi destino.” Y así cerraba el poema: “Eres como una copa de buen vino / que yo sigo bebiendo cada día.” Se acabó de imprimir “Sonetos en el tiempo” el 6 de enero de 2003.
Pero al siguiente mes, el 27 de febrero, fallecería inesperadamente Julia, dejando al amor de su vida desamparado y roto. Bajo la cruz que presidió la esquela, redactó el poeta: “Y comprendo, Señor, que Tú quisieras / tenerla junto a ti pues te amó tanto. / Pero ¿cómo podré vivir sin ella?” El desolado amante se puso a llorar versos de amor y de tristeza que, entre la fe y la duda, fueron recomponiendo el dolorido corazón en un resucitado corazón de la conformidad y la esperanza.
POESÍA ESENCIAL QUE SURGE DE LA EMOCIÓN
El poemario “Solo”, que se editó el mismo 2003, podría ser considerado uno de los más honestos testimonios de duelo y de ternura, de sensibilidad y alma de nuestra literatura. Pero sería conveniente reproducir completo el texto de presentación que incluyó el editor en la contracubierta de “Solo”:
“Poesía esencial que surge de la emoción ante el abismo de la ausencia. Poesía surgida del sentimiento más profundo, que coloca al poeta ante la asunción de lo irremediable y le lleva a una catarsis interior qua alcanza cotas de la más alta calidad lírica. En este libro, que él no hubiera querido escribir, emerge la palabra como vehículo del dolor, amargo pero creador, y lleva a José Javier Aleixandre a compartir con el lector, a través de los más bellos textos, la que siente como abrumadora e injusta soledad tras la inesperada muerte de Julia.”
PORQUE ES SEGURA NUESTRA CITA FELIZ
Acariciamos el poemario “Solo”, y adelantamos página. Nos encontramos con una emocionada dedicatoria a Julia, jamás ausente ya de los versos y del corazón: “Como homenaje y gratitud, en memoria de Julia, mi mujer, que a lo largo de cincuenta y siete años hizo posible para nosotros el milagro de la felicidad.”
Y al adelantar página de nuevo, descubrimos un espléndido soneto, el soneto, central de todo el libro, donde al dirigirse el enamorado a su dulcinea, le habla de belleza, de armonía y amor, de gozos, de Dios, de luz nueva, de amor eterno…
COMO UNA NOVIA GUAPA
TE HAS DORMIDO…
Como una novia guapa te has dormido,
después de que tu vida fuera mía
durante tantos años de armonía
con tanto amor logrado y compartido.
Me has hecho tanto bien, has reunido
para mí tantos gozos cada día,
que ha sido tu perfecta compañía
lo mejor que en mi vida ha sucedido.
Dios se ha llevado ahora tu dulzura
que a su infinita luz nueva luz lleva,
dejándome perdido en mi dolor.
Pero a mí volverás. Porque es segura
nuestra cita feliz en la luz nueva
donde ya será eterno nuestro amor.
GUIÁNDOME AL ENCUENTRO DE LA LUZ
A lo largo de 26 páginas, dinamiza el poeta cada uno de los 14 versos del soneto, desarrollando con libertad su enseñanza, acechando su misterio. Nos limitaremos a presentar el sugerente lírismo de los dos últimos versos (XIII y XIV).
Nos acercamos al verso XIII, que habla de Dios y de la otra vida, del encuentro feliz con la amada… Se reconoce la tentación de la duda. Pero se aferra el corazón a una vida sin término… “Porque es segura / nuestra cita feliz en la luz nueva…”
XIII Porque es segura
nuestra cita feliz en la luz nueva…
Si yo estuviera tan seguro
–como digo que estoy– de que estás esperándome,
me bebería con paciencia
las lágrimas vertidas,
esperando que a Dios me recomiendes
para que me alimente la esperanza
de nuestro nuevo encuentro
y esa esperanza borre mis miedos a la muerte.
Hoy necesito más que nunca
que después de esta vida haya otra vida,
que después de la muerte pueda haber
eterna luz en la que logre
volver a verte,
porque volver a verte es el deseo
que más urgentemente me reclama.
Con tu liviano paso te has ido sin que quede
ni un epitafio
que recuerde en la piedra tus virtudes.
Sólo tu nombre escrito y escoltándolo
con tus dos apellidos mi apellido,
sobre el sueño sin fin de tus cenizas
con las que mis cenizas cualquier día podrán
bajo la piedra reunirse
para que estemos juntos en el tiempo del barro.
Porque es segura –sí, tiene que serlo–
nuestra cita feliz en la luz nueva,
y espero un cántico de gloria cuando
yo llegue y tú me veas y salgas a mi encuentro.
Novia otra vez, el quince
de la niña bonita que tú fuiste
recuperado en la madura belleza de tu muerte.
Por eso me refugio en la promesa
que se nos hizo
de la resurrección,
y espero que te acerques
–brillante tu sonrisa feliz de bienvenida–
guiándome al encuentro de la luz
como un alba delante de mis ojos.
CON UN CERCANO DIOS COMO TESTIGO
Evoca José Javier su matrimonio de hace 50 años en la cumbre del amor, aquel Sí como un hermoso himno, el regalo del bolígrafo de plata con el que ahora describe su dolor, su soledad, rememora alegrías… Y soñando el futuro, imagina nuevas bodas con Julia más duraderas “con un Dios cercano como testigo”. ¡Cuánto amor, cuánta tristeza, cuánta fe, al borde del misterio y la felicidad…!
XIV ...donde ya será eterno nuestro amor.
En mi cumbre de amor yo era feliz,
y quién iba a decirme que los versos
más tristes de mi vida escribiría,
precisamente,
con el bolígrafo de plata
que tú me regalaste por nuestras bodas de oro.
Tan recientes que aún suena
nuestro rotundo sí como el más bello himno,
y ya de pronto tan lejanas.
Pero podremos cualquier día
celebrar, Julia, nuestras bodas
más duraderas que el fulgor del oro,
donde ya será eterno nuestro amor
con un cercano Dios como testigo.
