SONETOS DE LUZ 3
Con la primeras luces a tu encuentro
Jacinto López Gorgé (Alicante, 1925 – Madrid, 2008) ha venido a estar con nosotros hoy. Periodista, crítico, director de revistas, antólogo... Y poeta. Aunque nacido en Alicante, se traslada muy pronto a Melilla y Tetuán, fomentando la amistad hispanomarroquí. En 1969 le incluye Leopoldo de Luis en su Antología religiosa, presentando textos de sus dos iniciales poemarios: “La soledad y el recuerdo” y “Signo de amor”. Afincado finalmente en Madrid (1970), continuará su labor periodística y literaria. Dará a conocer los versos de “Nuevos poemas de amor” y “Dios entre la niebla”. Así describe su fe de entonces: “El poeta siempre estuvo –aunque no lo confesara– a la búsqueda de Dios. Duda a veces de la existencia divina. Pero no puede pasar sin ella. Y la siente opresivamente, entre dudas y luchas interiores.”
ESTÁS AQUÍ
Estás aquí. Te siento. Y bien quisiera
tenerte siempre al lado, como ahora.
Pero a veces te busco y no hay aurora
que alumbre tu existir. Te quedas fuera
de mi oración entonces... Si pudiera
tenerte y contemplarte siempre, hora
tras hora sin dudar, con tu sonora
luz junto a mi razón, qué bien me fuera.
Pero a veces no estás. Y no te siento
por más que rozo tu amorosa mano.
No estás aquí, Señor. Yo no te miento.
No te puede mentir quien va temprano,
con las primeras luces, a tu encuentro,
y a veces, oh Señor, te busca en vano.
DIOS HA SEMBRADO MÚSICA EN MI PECHO
Madrileña afincada en Almería, Ana María Romero nos regala este encantador soneto: “Dios se nos vuelve flor en primavera.” No sólo la naturaleza, también el ser humano se siente transformado. Y es curioso: aquí no se escucha gorjeo de aves, quien se llena de música, como órgano de catedral, es la poeta (“Dios ha sembrado música en mi pecho...”).Sugerencia: Los versos finales son antológicos; y parecen escritos para esta antología oracional: “¡Qué gozo de vivir! ¡Cómo apetece / colgar el corazón de alguna rama! / Que cante como un pájaro. Y que rece.”
VUELVE DIOS A SEMBRAR
Ha estallado en azul la primavera.
El corazón de gozo se desata.
Y Dios viene a sembrar su voz de plata
en la hondura del hombre que le espera.
Dios se nos vuelve flor. Se hace pradera.
Risa de junco y agua de regato.
Rama reverdecida que, hace un rato,
se columpiaba en una enredadera.
Dios ha sembrado música en mi pecho.
Me germinan las notas si me llama
llenando con su luz mi mundo estrecho.
¡Qué gozo de vivir! ¡Cómo apetece
colgar el corazón de alguna rama!
Que cante como un pájaro. Y que rece.
AY, SANTA ENVIDIA DE HABER SIDO UN MONJE
Nueve años después de su visita de 1924, cuando compuso el popular “El ciprés de Silos”, el poeta montañés escribe “Primavera en Silos”, también recogido, recién compuesto, en el libro de firmas del monasterio. Inventaría Gerardo Diego el claustro y su vegetación; y aplaude, creacionista, el estilo de canto de un “novillero ruiseñor”. Pero esta vez los protagonistas son, sobre todo, los monjes: qué envidia poder decir, como piadoso fraile, en la llamada final del Señor: “¡Bien sabes que estoy presto!” Sugerencia:¡Mis manos están vacías!, se torturaba un moribundo, hasta que un hombre de fe le colocó entre los dedos, bien apretado, un crucifijo...
PRIMAVERA EN SILOS
Ahuyenta el sol los delicados hilos
de una lluvia viajera. Y, pregonero
del hondo y fresco azul, un novillero
ruiseñor luce su primor de estilos.
Los perales en flor, nuevos los tilos;
el ciprés, paraíso del jilguero.
Qué bien supiste, hermano jardinero,
interpretar la primavera en Silos.
Ay, santa envidia de haber sido un monje,
un botánico, un mínimo Calonge
–frescor de azada y luz de palimpsesto–,
y un anónimo y verde día, cuando
Dios me llamase, hallarme de su bando
y decirle: “Bien sabes que estoy presto”.
ENCIENDE SU ORACIÓN CON MUDAS VOCES
Observador de la naturaleza, describe con mimo Alfonso Albalá la situación del campo en vísperas del verano. Ha llovido, todavía a tiempo (“Ha regado, Señor, tu diestra mano, / con lluvias nuevas, nuestra mies sedienta...”). El hermano sol abona el campo con su energía. Y orea el viento la futura cosecha... ¿Y qué hará el campesino? Eleva el corazón al Agricultor Mayor. Sugerencia: podríamos unirnos a él en su plegaria espiritual: “Señor, ¡tu voz de lluvia en mi barbecho!”. Se está refiriendo ahora al labrantío de su fe, a ser la buena tierra de quien ”oye la palabra, la medita y da fruto” (Mt 13,23). No nos faltará la lluvia de Dios.
SONETO DE LA LLUVIA
Ha regado, Señor, tu diestra mano,
con lluvias nuevas, nuestra mies sedienta;
diste sangre a esta tierra polvorienta,
humedeciendo el corazón del llano.
Bajo tu sol, Señor, el sol hermano,
la vida nueva en mi terruño alienta:
a la encina vecina de la venta,
volverá la chicharra este verano.
La preñez de la espiga el tallo arquea,
–hay una duda tácita en las hoces–
en tanto el viento nuestro campo orea.
El hombre de mi tierra, sobre el pecho,
enciende su oración con mudas voces.
Señor: ¡tu voz de lluvia en mi barbecho!
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11. VIDA Y TRASVIDA
1. Nos resucitará también a nosotros
ESTA NOCHE, de José Luis Hidalgo
ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero
2. Hijo, es hora de abrazarte
ORACIÓN DE UN MORIBUNDO, de Teodoro Rubio
SEGUIRÁS CON NOSOTROS, de Pastoral de enfermos
PALABRAS DEL SER QUERIDO, de Pastoral de enfermos
3. ¿Cómo te dejará tu Cristo solo?
EN EL SEPULCRO, de José Jiménez Lozano
SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS, de Antonio Machado
ROMANCE DE LA FUTURA ALEGRÍA, de Rafael Alfaro
y4. ¿Verdad que no cojeas por el cielo?
JOVEN PARA SIEMPRE, de Jesús Mauleón
AHORA QUE LO HAS VISTO CARA A CARA, de Jesús Mauleón
YA LE HABRÁS DADO UN BESO ETERNAMENTE, de J. Mauleón
12. SONETOS DE LUZ
1. Quince sonetos como vidrieras de catedral
A UN LIBRO DE REZOS, de Luis López Anglada
ESTÁ LLORANDO, de Francisco Garfias
MI JUEZ, de Sagrario Torres
2. Tan puro el aire y tan posible el vuelo
LLEGADA A LA CIMA, de Luis López Anglada
LOS LABIOS TIEMBLAN, de Juan José Domenchina
REVELACIÓN, de Gerardo Diego
MILAGRO, de Javier de Bengoechea
3. Con las primeras luces a tu encuentro
ESTÁS AQUÍ, de Jacinto López Gorgé
VUELVE DIOS A SEMBRAR, de Ana María Romero
PRIMAVERA EN SILOS, de Gerardo Diego
SONETO DE LA LLUVIA, de Alfonso Albalá
y4. ¿Cómo puedo buscar, si te poseo?
ESTOY, de Javier de Bengoechea
LO QUE VEO, de José Luis Martín Descalzo
EMBRIAGUEZ, de Dámaso Alonso
MOMENTO, de Vicente Gaos.