VIDA Y TRASVIDA 2
Hijo, es hora de abrazarte
Iniciamos la presente entrega con versos de Teodoro Rubio (Peñaranda de Duero, Burgos, 1958). Doctor en Filología Hispánica, su tesis versó sobre la obra literaria de Gerardo Diego y, muy específicamente, sobre su poesía en versos transparentes religiosamente personales. En la publicación que ha realizado Teodoro de una parte de su investigación, me sorprendió una hermosa cita de G. Diego muy sugerente para nuestra Antología. Afirma el poeta cántabro: “Mi poesía religiosa nace como una prolongación de los rezos de mi niñez. Es mi manera de rezar y mi invitación al rezo para los demás fieles que necesiten la delicadeza del lenguaje poético.” Su actividad literaria es incesante: dirige, por ejemplo, varias Tertulias literarias como la del “Café Oriente”, frente al Palacio Real de Madrid. Y son numerosos los Premios recibidos (más de un centenar). Citaré, por ejemplo, el “Fernando Rielo de Poesía Mística” (2005).
ORACIÓN DE UN MORIBUNDO
Porque esta enfermedad corre sin pausa
al ritmo acelerado de las olas
del mar. Y con su estruendo
va inundando mi playa de tristeza.
Acudo a ti, Señor, tan desvalido,
con sed de ti, desierto y sin oasis.
Yo te llamo, Señor, y me respondes
con rotundo silencio, y hasta a veces
el silencio es callado y se desgarra
la ilusión de sanarme. ¡Tanta lucha!
Escucho una campana que a lo lejos
ensombrece esta noche, y como estrellas
titilan en mis pulsos los perfiles
del júbilo, poblando con sus luces
mi destierro de fiebre. La campana
suena con un dolor tan insistente
que me olvido de mí, por un instante.
Y pienso que tu voz es la que suena
en este corazón desalentado.
Que esta brisa que azota mi crepúsculo
sea tu aliento, Dios. Que tengo frío;
frío, como esos pájaros que vuelan
en bandadas, reptando el firmamento,
sin dejar huella, diminutos: manchas
grises en la amplitud de tu horizonte.
Que la brisa y el bronce que requiebra
este sosiego sea suave bálsamo
en las fatigas últimas que vienen
como náufragos, Dios, a la deriva.
Sí, suena la campana nuevamente
y oigo que tu voz me está llamando
por mi nombre: "¡Hijo, es hora de abrazarte!".
QUE LA GLORIA DE DIOS TE SONRÍA
Agentes de Pastoral en torno a los difuntos(despedida, tanatorio, entierro, funerales) realizan una interesante labor de humanización de la muerte. No siempre la familia es creyente y facilitar sentido en atmósfera de serenidad, ternura, unión, respeto, esperanza... es impagable servicio para familiares y amigos. Se dirige el celebrante al finado con estos versos. Se incluye siempre alguna metáfora que sugiere posibilidad de vida al otro lado del Misterio. Aquí, por ejemplo, se habla de “peldaños de la luz”, y al final se desea “que la gloria de Dios te sonría”.Sugerencia:imagina que estas palabras te las están diciendo a ti al final de tu tiempo. Háblalo con el Señor. ¿Te ayuda a revisar en algo tu vida presente?
SEGUIRÁS CON NOSOTROS
Tú que subes los peldaños de la luz,
te quedarás en todas tus cosas,
que seguirán latiendo sin ti.
Te quedarás también
en los adentros de los tuyos,
como un eco que nunca acaba de ceder
a los ruidos del olvido.
Te quedarás en el rumbo perdido
de los que encontraron el calor el día
en el que se reflejaron en tu mirada.
Quienes te conocieron,
quienes te amaron,
han abierto sucursales en los cielos
para tener derecho
a una porción de tu recuerdo.
Queda en paz
y que la gloria de Dios te sonría.
LA MUERTE ES SOLO UN UMBRAL
Quien nos habla esta vez es el difunto. Dice poco de Dios y del Cielo. Pero afirma presencia, comunicación con familiares y amigos, ser para ellos ángel protector; y sugiere que traspasó un umbral, que ha estrenado un ser nuevo. Lo que había señalado Jesús a Nicodemo: “Necesitas nacer de nuevo, de arriba” (Jn 3,7). Se nace, al morir: nuestras tumbas son cunas. Sugerencia:leer y meditar Jn 3,1ss. Habla Jesús de “nacer del agua y del Espíritu”. Por el bautismo nací del agua. Pero ¿nací, crecí, viví, vivo hoy del Espíritu?
PALABRAS DEL SER QUERIDO
Queridos míos:
No hay nada que temer,
la muerte es solo un umbral,
como el nacimiento.
El único recuerdo que me llevo
es el de los amores que dejo,
siempre estaré unido a vosotros.
No os atormentéis pensando
en lo que pudo ser y no fue,
en lo que debisteis hacer de otro modo.
A pesar de mi muerte
seguiremos en contacto,
me llevaréis dentro
como una constante presencia,
acudiré cuando me llaméis.
Seré vuestro ángel protector,
no os aflijáis.
Queridos míos, seguid viviendo.
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11. VIDA Y TRASVIDA
1. Nos resucitará también a nosotros
ESTA NOCHE, de José Luis Hidalgo
ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero
2. Hijo, es hora de abrazarte
ORACIÓN DE UN MORIBUNDO, de Teodoro Rubio
SEGUIRÁS CON NOSOTROS, de Pastoral de enfermos
PALABRAS DEL SER QUERIDO, de Pastoral de enfermos
3. ¿Cómo te dejará tu Cristo solo?
EN EL SEPULCRO, de José Jiménez Lozano
SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS, de Antonio Machado
ROMANCE DE LA FUTURA ALEGRÍA, de Rafael Alfaro
y4. ¿Verdad que no cojeas por el cielo?
JOVEN PARA SIEMPRE, de Jesús Mauleón
AHORA QUE LO HAS VISTO CARA A CARA, de Jesús Mauleón
YA LE HABRÁS DADO UN BESO ETERNAMENTE, de J. Mauleón
12. SONETOS DE LUZ
1. Quince sonetos como vidrieras de catedral
A UN LIBRO DE REZOS, de Luis López Anglada
ESTÁ LLORANDO, de Francisco Garfias
MI JUEZ, de Sagrario Torres
2. Tan puro el aire y tan posible el vuelo
LLEGADA A LA CIMA, de Luis López Anglada
LOS LABIOS TIEMBLAN, de Juan José Domenchina
REVELACIÓN, de Gerardo Diego
MILAGRO, de Javier de Bengoechea
3. Con las primeras luces a tu encuentro
ESTÁS AQUÍ, de Jacinto López Gorgé
VUELVE DIOS A SEMBRAR, de Ana María Romero
PRIMAVERA EN SILOS, de Gerardo Diego
SONETO DE LA LLUVIA, de Alfonso Albalá
y4. ¿Cómo puedo buscar, si te poseo?
ESTOY, de Javier de Bengoechea
LO QUE VEO, de José Luis Martín Descalzo
EMBRIAGUEZ, de Dámaso Alonso
MOMENTO, de Vicente Gaos.