Una reflexión sobre la música y la evangelización Desde los Salmos hasta el RAP
reconocimiento continuado y omnipresente, una conciencia colectiva que les pudiese obligar a tener siempre listas las maletas y hacer kilómetros por las diócesis vecinas en una oferta permanente y coordinada de evangelización y música
hay un abismo entre las realidades de la música cristiana profesional entre lo que se hace en España o lo que se hace en Latinoamérica, especialmente en Estados Unidos o en Brasil que juegan en otra liga
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
No soy intérprete ni compositor, ni productor, pero desde hace unos años me siento parte de una gran familia, variopinta y diversa, que es la de los artistas cristianos. He sido admitido en sus grupos, encuentros y reuniones como un testigo más de este singular mundo. Y el último espacio en el que he participado ha sido el retiro para artistas y creativos organizado en La Canal (Cantabria), y desde la organización de este encuentro me han pedido una reflexión al hilo de un momento de ese encuentro que reunió on line y desde los lugares más lejanos a gente vinculada al mundo de la música cristiana o música para la evangelización.
Lo que pude escuchar me resultó muy interesante pero también es cierto que no escuche nada sorprendente, nada de lo que en mayor o menor medida he podido ir percibiendo en mis años de contacto con este mundo.
Para empezar creo que hay dos campos muy diferenciados en los que poder fijar nuestra reflexión, uno el de la evangelización y otro el de la música.
Empecemos por la evangelización.
Creo que hay un sentir general por parte de las personas que viven y se mueven en torno a este mundo de la música cristiana/católica/para la evangelización de sentirse “llamados”, “vocacionados”, cooperadores de la evangelización; pero paralelamente a ese sentimiento hay otro de no sentirse suficientemente valorados por las instituciones, por los obispos, párrocos; hay una sensación de no ser tenidos en cuenta en un proyecto serio de plan pastoral de evangelización. De manera especial quienes se dedican profesionalmente y viven o tratan de vivir de ellos sienten que no les es reconocida esa profesionalidad; se acude a ellos para “adornar” un acto y no como sujetos activos de la evangelización, aunque luego se reconozca que la música tiene su efecto y hace llegar los mensajes a la gente, pero a ellos no se les concede ese mérito. Y eso se refleja a la hora de valorar económicamente sus servicios, dando un valor casi de limosna a todo un trabajo. Está mejor considerado profesionalmente el fontanero que arregla la calefacción de la parroquia que el artista que aporta su arte en una adoración.
Pero como se sienten vocacionados por ello son incombustibles y a pesar de ese trato injusto ellos siguen adelante y siguen ofreciendo, incluso a cambio de nada, su aportación a la evangelización.
Claro que como en todo hay excepciones y siempre hay un sacerdote, un obispo, una delegación, un evento o un macro evento como una JMJ que pone en valor a la música en su programa.
Pero lo que siempre he sentido es que lo que los artistas cristianos demandan es un reconocimiento continuado y omnipresente, una conciencia colectiva que les pudiese obligar a tener siempre listas las maletas y hacer kilómetros por las diócesis vecinas en una oferta permanente y coordinada de evangelización y música. Donde si bien el dinero no será lo más importante pero donde muchos granos harán granero.
Dentro de este campo de la evangelización también podemos analizar otros aspectos como son los contenidos de la misma y las filias y fobias dependiendo de los carismas que dejen ver cada artista. Algo así como hablar de estilos musicales pero en clave de evangelización. Pero aquí que decir, que en la variedad está el gusto y lo mejor es que haya para elegir.
El segundo campo al que me refería es el de la música como tal.
Aquí nos encontramos un gran abanico, desde el que con cuatro acordes y una guitarra compone ritmos pegadizos y para que la parroquia se una al canto, hasta los puristas que no dan por terminada su obra hasta que está armonizada para coros y orquesta (exagerando un poco vale!!!); por otro lado está el que vive para la música y la evangelización pero come de su trabajo en la oficina y el que ha querido apostar fuerte y hacer de la música su mundo y su profesión, además de su vocación.
Claro, no podemos tratar a todos por igual y si lo hacemos caemos en una discriminación evidente, en detrimento del profesional, por supuesto.
Pero si ya partíamos de una falta de reconocimiento del artista como evangelizador como para pedirle a la institución que distinga por categoría profesional.
A veces se observa una difícil convivencia entre profesionales y “aficionados”, a veces los primeros miran con cierta condescendencia a los segundos y reclaman su lugar en una escala de la calidad y el tiempo invertido, y los segundos piden un poquito de caridad cristiana para sus sencillas composiciones que si bien no son un musical ni una obra musicalmente perfecta, no por ello deja de ser su aportación a la misma evangelización a la que todos se sienten llamados.
En la reunión pude conocer que hay un abismo entre las realidades de la música cristiana profesional entre lo que se hace en España o lo que se hace en Latinoamérica, especialmente en Estados Unidos o en Brasil que juegan en otra liga.
El mundo de las productoras, de la difusión por radios comerciales y/o evangelizadoras, al otro lado del charco es “otro mundo”. No obstante la secularización también está llegando a aquellas tierras que otrora han vivido con estadios de deportes llenos hasta la bandera para alabar al Señor.
En todo caso lo que sí pude percibir de la reunión on line es que hay mercado para la música cristiana, hay esperanza no solo en la evangelización sino también en el negocio. Y eso, especialmente para los que se dedican a la producción es un aliciente.
Durante la reunión se hizo una valoración muy interesante del fenómeno Hakunna, un producto mediático y musical que cuenta con un buen respaldo económico y un trabajo de marketing que está dando resultados, en lo musical y en lo espiritual.
Ahora están en la cresta de la ola y es difícil predecir el tiempo que durará.
Al hilo precisamente de Hakunna se hizo una interesante reflexión que afecta a los artistas que logran ascender al TOP de las listas, se les acusa de no tener caridad con quienes se han ido cruzando en su ascenso, que como dijo una vez Francisco se los volverán a encontrar cuando desciendan, y quizá entonces pretendan recoger lo que no cosecharon.
Y para terminar una reflexión sobre lo que siento que se vive en todo este mundo en mi entorno, en España. Se participa de esa falta de reconocimiento pero también existe una falta de unión entre el colectivo. Hay encuentros en los que si bien son todos los que están por desgracia no están todos los que son, y no sé, ni señalo a nadie, como responsable de que esto no se pueda producir, cada cual sabrá su cuota de responsabilidad.
Por otro lado siento con fuerza una demanda de un circuito de eventos musicales y de oración que recorra las diócesis españolas, pero eso es tarea de las delegaciones de juventud, de catequesis, de evangelización, de pastoral vocacional y de otras delegaciones que pueden incorporar la música a sus eventos.
No quiero terminar esta reflexión sin un doble reconocimiento, a los veteranos y a los nuevos valores. Expresamente he evitado citar ningún nombre porque los tengo a todos en mi reconocimiento y la lista sería eterna. Pero, y que cada cual se encaje donde quiera, mi reconocimiento por la labor realizada a los veteranos de este mundo de la música evangelizadora, y a quienes han estado a su lado para organizar conciertos, adoraciones, multifestivales, retiros, eventos de todo tipo, …; y mi reconocimiento para los nuevos valores, la mayoría gente joven que con nuevos ritmos, nuevos estilos y nuevas escenografías siguen diciendo que Dios existe y nos ama, y que hay una mujer, María, que es Madre y Señora.
Que las pequeñas diferencias se vayan solventando, que las instituciones hagan el ejercicio de reconocer el papel que estos hombres y mujeres juegan en la tarea de la evangelización y que todos sigamos disfrutando del arte de la música que también canta las maravillas de la creación desde los Salmos hasta el RAP.
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