“¡Ya están otra vez los del rosario!” me dice un amigo.

Y yo le respondo, “mientras lo permita la legalidad …”. 

Y es que el juez solo hace cumplir lo que la ley permite, y hace tiempo que el insulto, la difamación, la provocación, la blasfemia, la usurpación de identidad, el enaltecimiento del terrorismo … son “formas de libertad de expresión”.  Por lo tanto esta gente “del rosario” tiene el mismo derecho que se le concede al “artista que “crea” con hostias consagradas robadas, a los “willitoledos”, a los pirómanos de imágenes religiosas o representativas de instituciones públicas, …

Si abrimos el menú de formas de libertad de expresión, lo abrimos para todo y para todos. Por eso perseguir a los que rezan el rosario delante de las clínicas abortivas me parece una vulneración del derecho de los que rezan el rosario. 

Otra cosa es si yo estaría delante de una clínica abortiva con el rosario en la mano o en la calle Ferraz. Ya adelanto que en ninguna de las dos. 

No participo de ese uso y manipulación de una práctica piadosa, pero dado el sistema legal que nos estamos dando no seré quien judicialice estas prácticas mientras no cambien las cosas. 

Confieso que soy partidario a veces de provocar e incluso de escandalizar, siempre y cuando el escándalo y la provocación puedan mover corazones. Así por ejemplo una exposición de Sebastiáo Salgado puede ser provocativa o escandalosa mostrando los muñones de niños y niñas mutilados por las bombas antipersona en Angola, pero es una provocación, o incluso un escándalo justificado, y se podría decir que hasta necesario. 

Las imágenes de desnudos, de masacres, de miseria humana pueden ser escandalosas, pero necesarias para ponernos delante de los ojos la verdadera realidad de nuestros hermanos. 

De lo que discrepo es de las manifestaciones que solo buscan el insulto, el desprecio, … 

El Rosario es un arma de construcción masiva, si se usa como arma de destrucción ya pierde toda su eficacia. Pero allá cada cuál. 

Pero insisto que a día de hoy social y judicialmente están en su derecho como una forma más de libertad de expresión. Y condenarlos solo a ellos sí sería una acción discriminatoria. 

¿Vamos, que o todos moros o todos cristianos! y si el personaje de Rojas puede ir disfrazado de obispo sin serlo, si otros pueden ofender los sentimientos religiosos impunemente, y otros llamar arte a un trozo de mierda, …. pues nada, ancha es Castilla! Pero luego no nos ofendamos porque un grupito de beatos recen el rosario delante de una clínica o a las puertas de la sede de un partido político.