Encuentro de músicos católicos contemporáneos "Los premios Spera son para compartir, no para competir"
Mas de cien artistas se dan cita en Zaragoza para visibilizar sus dones y el papel de la música en la evangelización
El Arzobispo Carlos Manuel Escribano estuvo presente en la entrega de premios y presidió la vigilia
El artista Nacho Cano hizo entrega de algunos de los premios Spera
El artista Nacho Cano hizo entrega de algunos de los premios Spera
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
A medida que iban llegando la zona preparada para compartir el arte de cada cual se iba llenando de gente que cogía el micrófono, la guitarra y el teclado, que de forma natural e improvisada se creaban “nuevos” grupos musicales. Y así unos a otros se amenizaban la espera del comienzo oficial del IX Encuentro de Músicos Católicos.
Tras la cena en el restaurante del Hotel Tibur, donde se encuentran alojados los 120 participantes, se dió inicio oficial a las actividades.
Raúl Tinajero definió como entrañables estos momentos que reúnen a gente que cree en la música como instrumento de evangelización, de encuentro con Cristo, y que ya muchos llevan los días reservados en sus agendas de los últimos años.
La primera actividad, bajo el epígrafe de “Toda una Vida” recogió este año el testimonio de Juan Yzuel, que como aragonés “jugaba en casa”; y de Athenas que conectada desde su Argentina natal por video conferencia fueron desgranando, con ayuda de David Santafé, los hitos más importantes de su vida.
Acompañada de imágenes de su biografía Athenas pudo recordar sus inicios en la música cuando se presentó a un concurso en Argentina y salió seleccionada para formar una pequeña agrupación musical que le permitió saborear los primeros aplausos en sus giras por el país.
Con la sensación de que en la música estaba una parte de su vida y gracias a las “diosidencias” que dicen algunos, Athenas fue conociendo a grandes de la música que le fueron llevando de la mano para llegar hasta donde hoy está.
En su última etapa alguien que ha jugado un papel importante es su marido, también músico. Su nominación a los premios del Grammy Latino y sus más de 700 mil seguidores en las redes la han convertido en un referente.
Juan Yzuel rememoró su infancia sirviendo mesas en el negocio familiar, después su etapa de escolapio misionero, de sacerdote, y en una última etapa su vida como marido y padre de familia, una vida en la que siempre la música ha estado presente.
Su proyecto EsperanzArte que evangeliza en colegios y parroquias es la niña de sus ojos actualmente y a ella dedica gran parte de su vida, además de seguir componiendo.
Una oración dió por cerrada la jornada.
El sábado se inició con una misa en la que todos eran el coro, grandes voces se sumaban a los cantos elegidos para la celebración.
El vitoriano Juan Pedro Castellano, director de la Fundación Edelvives, compartió en el primer acto del programa de la mañana sus recuerdos de infancia y cómo poco a poco Dios le ha ido encauzando a llevar una vida que le obliga a “multiplicarse” y ser testigo y parte de muchas experiencias solidarias. En su labor al frente de la Fundación Edelvives esta experiencia de partirse y repartirse para llegar a muchos sitios se hizo más expresa si cabe. Y en todo momento, de una manera u otra la música siempre ha estado presente. Quizá por eso la Fundación Edelvives entre sus proyectos está el apoyo a iniciativas que tienen que ver con la música.
El resto de la mañana se nos fue entre las manos como el agua con una ronda de presentación de los asistentes, algo que no estaba previsto pero que resultó un momento mágico, donde la gente pudo compartir de dónde venía, de qué realidad llegaba hasta aquí y que esperaba llevarse de este encuentro.
Tras el reposo de la comida un espacio que ya es un clásico de estos encuentros, donde los grupos, y especialmente los artistas que se acercan por primera vez al encuentro ofrecen lo mejor de su repertorio y muestran un poco de los dones que Dios les ha dado.
Y llegó la hora de los premios Spera 2022, que como se dijo durante la gala no han sido creados para competir sino para compartir. En todo caso podemos hablar en estos términos: que la triunfadora de la noche fue Aisha, la rapera que agradeció que el hip hop haya sido acogido por la música católica contemporánea. Aisha se llevó tres galardones; otro triunfador fue Toño Casado a quien su “Vía Crucis” solo de está trayendo alegrías; el artista revelación ha resultado ser el sacerdote Juan Baena; clásicos de la música católica como César Hidalgo, Nico Montero o IXcís también recibieron su premio; Como artista latino el premio se fue para Chile desde donde agradeció el premio el jesuíta Cristobal Fones; Juan Yzuel vió premiado su proyecto Esperanzarte con 19 años de historia y fuera de concurso el Programa Canta Y No llores que se emite en EWTN y que conduce el conocido cantautor hispano-uruguayo Luis Alfredo Díez fue premiado con una estatuilla Spera y el broche fue el reconocimiento a toda una vida de la familia Valiván.
Entre el jurado de este año se encontraba Nacho Cano quien asistió a la gala y nos comentó cómo la Iglesia "debería volver a esos orígenes en los que las iglesias daban importancia a la música desde su construcción. Hay que hacer un renovado repertorio musical y que a la gente que ayuda a ponerse en contacto con Dios les den "bola".
La noche del sábado se cerraba con la Vigilia de Adoración en la capilla de la Virgen del Pilar que fue presidida por el arzobispo de Zaragoza Carlos Manuel Escribano. Durante dos horas fueron sucediéndose los artistas amenizando la Adoración al Santísimo.
Non solum sed etiam
Al recoger uno de los premios Aisha dijo que “Con Dios se puede soñar”. Me resultó una frase llamativa y cargada de verdad. Y una prueba de ello son todos los artistas católicos, los que estaban presentes este fin de semana y los ausentes. Yo los llevo tratando desde hace años y doy fe de que son grandes soñadores, pero sueñan sobre la base de Dios, en clave de Dios podríamos hacer el juego de palabras. Sueñan ellos y sus familias, sus amigos, las gentes de sus parroquias, de sus comunidades. Sueñan con un mundo mejor, sueñan con conseguir tocar los corazones y sueñan con ayudar a conectar a Dios con el hombre y al hombre con Dios. Porque con Dios se puede soñar, claro que sí. Y sueñan con ser llamados de otras diócesis para ofrecer su arte y su don, para acompañar en una celebración litúrgica, en una adoración o en una catequesis. Sueñan con tener el mismo reconocimiento que el conferenciante al que han telonado. Sueñan con que la música tenga su puesto y su reconocimiento en la Iglesia. Otro objetivo más para llevar al Sínodo.
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