"Seamos malas noticias para todas esas élites que consideran que la vida humana y el planeta les pertenecen" Joaquín Sánchez: "Seamos un torrente de buenas noticias en un mundo que gime de dolor"
"La época que nació Jesús fue una época llena de crueldad y pobreza, donde Dios era utilizado como legitimación del poder y del expolio del pueblo"
"El rey Herodes representa a las élites sociales, religiosas, militares y económicas que quieren seguir manteniendo un mundo basado en el acaparamiento de las riquezas, utilizando la violencia y el control y dominio de pensamientos y sentimientos"
"Tenemos que ser constructores de buenas noticias para los inmigrantes, para los refugiados, parta los que sufren la guerra, la violencia, el hambre, la sed, las enfermedades, el paro, la precariedad laboral, la soledad, la discriminación, el rechazo, la opresión, la represión, los desahuciados de la vivienda, de la tierra y de los ríos"
"Tenemos que ser constructores de buenas noticias para los inmigrantes, para los refugiados, parta los que sufren la guerra, la violencia, el hambre, la sed, las enfermedades, el paro, la precariedad laboral, la soledad, la discriminación, el rechazo, la opresión, la represión, los desahuciados de la vivienda, de la tierra y de los ríos"
| Joaquín Sánchez, sacerdote
Estamos próximos a la Navidad, donde los cristianos y cristianas celebramos, recordando, el nacimiento de Jesús de Nazaret, que, como dice el Evangelio de Lucas, es una gran alegría para todo el pueblo, porque ha nacido el Mesías, el Salvador. Aunque estas navidades son extrañas, raras y tristes a causa de esta maldita pandemia, que nos tiene en un sin vivir, y que nos ha hecho experimentar que hemos fracasado como sociedad, porque estamos educados en el individualismo, el egoísmo y el narcisismo, tanto personal como socialmente.
La época que nació Jesús fue una época llena de crueldad y pobreza, donde Dios era utilizado como legitimación del poder y del expolio del pueblo. Era un Dios utilizado para arrebatar la dignidad al ser humano y hacerle sufrir. Pero, el nacimiento de Jesús fue una buena noticia para el pueblo, es decir, para todas las personas empobrecidas, sencillas, ultrajadas y violentadas, sometidas, descartadas de la sociedad. La palabra “pueblo” es de una gran importancia, porque era entroncar el nacimiento con la esperanza de la gente, que era que sus propias vidas y la de sus familias tuvieran vida, pudieran vivir con dignidad, desde el respeto, el sosiego y el bienestar.
Y, esa buena noticia, entronca con la misión de Jesús, que se recoge en el Evangelio de Lucas 4, 18-19:
“El Espíritu del Señor descansa sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres,
a proclamar la libertad a los cautivos,
y la vista los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
a proclamar el año favorable del Señor”.
No es de extrañar que el rey Herodes lo quisiera matar con la complicidad de los sumos sacerdotes y los letrados, porque matando a Jesús, el Mesías, se mataba la esperanza. El rey Herodes representa a las élites sociales, religiosas, militares y económicas que quieren seguir manteniendo un mundo basado en el acaparamiento de las riquezas, utilizando la violencia y el control y dominio de pensamientos y sentimientos. El pueblo debe seguir condenado a la obediencia de los poderes, de los que se consideran los dueños de la vida y de la muerte.
Por eso, Jesús es una amenaza que hay que eliminar para que todo siga igual, para ahogar la libertad, la fraternidad y la justicia; para encerrar a Dios en los templos, en los rituales y en normas, para encerrar a Dios en el espiritualismo y clericalismo y en un clericalismo que no sea buena noticia para los empobrecidos y empobrecidas, sino legitimación de los poderosos.
Y, los creyentes, haciendo vida de esta buena noticia, creyendo que Jesús es el Salvador, tenemos que ser constructores de buenas noticias para los inmigrantes, para los refugiados, parta los que sufren la guerra, la violencia, el hambre, la sed, las enfermedades, el paro, la precariedad laboral, la soledad, la discriminación, el rechazo, la opresión, la represión, los desahuciados de la vivienda, de la tierra y de los ríos…Y, por eso, tenemos que ser malas noticias para los causantes de este inmenso sufrimiento. Tenemos que ser malas noticias para todas esas élites que consideran que la vida humana y el planeta les pertenecen, que la vida humana y el planeta son un recurso para aumentar sus beneficios y satisfacer sus deseos y necesidades desde su avaricia, codicia, ambición y violencia.
¡Qué gran noticia fue que el Hijo de Dios se encarnara y se hiciera Dios-nosotros! Y ¡Qué pésima noticia para los destructores de la vida y de la naturaleza! Una buena noticia que nos invita a no dejarnos llevar por los discursos del odio, del racismo y el rechazo al pobre; una buena noticia que debe despertarnos de nuestras complicidades e indiferencias y abrirnos el corazón a la sensibilidad y la conciencia que emana de los evangelios, de la Palabra de Dios.
Seamos buenas noticias en un mundo angustiado, desesperanzado, que sufre, que huye del horror y del terror. Seamos buenas noticias desde nuestro compromiso de fe que nos lleva a aliviar el sufrimiento humano y a entrar en conflicto con los verdugos, pidiéndoles la conversión de sus vidas. Seamos un torrente de buenas noticias en un mundo que gime de dolor.
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