El rector de Comillas reflexiona, por Santo Tomás de Aquino, sobre la misión de las universidades católicas Julio L. Martínez, sj.: "En un tiempo tan difícil, la misión de una Universidad de la Iglesia es más necesaria y apasionante que nunca"
"Nuestras universidades católicas, cuando han sabido mantener su calidad, se encuentran entre las instituciones mejor preparadas en nuestro país para ofrecer a sus alumnos un aprendizaje multidimensional, integral"
"Es nuestro objetivo fundamental formar muy buenos profesionales y mejores personas, que descubran su vocación profunda y vivan desde ella"
"Desde nuestra pertenencia católica, nuestras instituciones están llamadas a crear valor con valores”
"Desde nuestra pertenencia católica, nuestras instituciones están llamadas a crear valor con valores”
| Julio L. Martínez, sj., rector de Comillas
Creo realmente que nuestras universidades católicas, cuando han sabido mantener su calidad, se encuentran entre las instituciones mejor preparadas en nuestro país para ofrecer a sus alumnos un aprendizaje multidimensional, integral, que incorpora de modo eficaz la innovación educativa, donde por supuesto la tecnología y la digitalización tienen un papel muy importante pero no sustitutivo de la relación humana. Nuestro fondo es el humanismo cristiano que no ignora los cambios e efectos de la 4ª revolución industrial en la que estamos de lleno inmersos.
Nuestra respuesta universitaria ha de ser, pues, una educación y formación integral para los estudiantes que desean prepararse concienzudamente para sus profesiones y eligen una universidad exigente como la nuestra. La formación continua también es para todos los que buscamos tener un impacto real y positivo en ellos, para que sean personas que, con espíritu de libertad y generosidad, tomen la decisión consciente de dedicarse al bien y la verdad en todos los ámbitos de su existencia. Es nuestro objetivo fundamental formar muy buenos profesionales y mejores personas, que descubran su vocación profunda y vivan desde ella.
Estamos ya haciendo y en los próximos años tendremos que hacer importantes esfuerzos por apoyar la renovación de esta función universitaria fundamental de la formación, con una apuesta decidida por la innovación educativa, porque las personas van cambiando en este mundo en tan profunda transformación, así como por la función universitaria de la investigación que cualifica el ser verdaderamente “universidad”.
Al respecto de la investigación multiplicaremos los recursos y tendremos que elegir con discernimiento en qué poner nuestras energías para investigar teniendo presente siempre el horizonte que ofrece la misión enmarcada por el desarrollo sostenible (en sus múltiples dimensiones desde la personal a la mundial, pasando por la familiar) y por la ecología integral, en su vertiente tanto social como ecológica.
Los graves frentes que hoy tienen que afrontar nuestras sociedades están en el corazón de nuestra investigación interdisciplinar, útil, transformadora y orientada al mayor servicio a la familia humana (“Todos somos hermanos y vamos en la misma barca”). En el caso de una universidad jesuita como Comillas, ese horizonte lo vemos desde las preferencias apostólicas universales que ha señalado la Compañía de Jesús, bajo la aprobación y guía del papa Francisco.
La transferencia de conocimientos también nos llama a ser conscientes de nuestro papel público en la vida de la sociedad en su conjunto, en la que muchos de nuestros antiguos alumnos destacan por sus logros, excelentes carreras profesionales y vocación de servicio.
Y nos llama, por supuesto, a ser conscientes de nuestra misión dentro de la vida de la Iglesia, a la que nos sentimos honrados de pertenecer e íntimamente unidos. Desde nuestra pertenencia católica, nuestras instituciones están llamadas a “crear valor con valores”, como le he oído decir a mi colega y amiga rectora de la Universidad Católica de Portugal, poniendo la dignidad humana y la sostenibilidad en medio de todos nuestros esfuerzos. En fin, en un tiempo tan difícil y en que toda la humanidad está sufriendo tanto, la misión de una universidad de la Iglesia es aún más necesaria y apasionante que nunca.
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