"Es esa potencia y capacidad que Dios puso en la voluntad del ser humano, la libertad" "¿Qué es ese Pecado Original que parece perseguir implacablemente a la naturaleza humana?"
"Celebramos un misterio en apariencia obvio: que María Santísima debía ser preservada desde su concepción para ser la Madre del Salvador de la Humanidad, de Jesús"
"Ese riesgo de la libertad es también una capacidad maravillosa porque no somos títeres de Dios. Y como toda capacidad y potencia, antes que el pecado, admite el riesgo potencial de la tentación"
"Entonces el Pecado Original, que comprende la posibilidad de vivir a nuestro antojo, tiene también un lado amable y maravilloso, como es que Dios provee los medios para mitigar ese riesgo"
"Entonces el Pecado Original, que comprende la posibilidad de vivir a nuestro antojo, tiene también un lado amable y maravilloso, como es que Dios provee los medios para mitigar ese riesgo"
| Marco Antonio Velásquez Uribe
El 8 de diciembre es fiesta desde 1854, cuando Pío Nono reconoció el dogma de la Inmaculada Concepción de María Santísima. Es una fiesta arraigada en el corazón de los fieles que recoge lo mejor de nuestras tradiciones.
Celebramos un misterio en apariencia obvio: que María Santísima debía ser preservada desde su concepción para ser la Madre del Salvador de la Humanidad, de Jesús.
En su esencia, ese misterio remite a algo más complejo, como es el Pecado Original. O sea, a esa culpa que nos viene sólo por existir, por nuestra condición humana.
Desde la vida adulta, la propia experiencia del pecado personal nos enseña a comprenderlo, pero al contemplar una vida inocente de un recién nacido, es imposible encontrar la tentación, ni menos la culpa en quien aún no ha caído en el pecado.
Entonces, ¿qué es ese Pecado Original que parece perseguir implacablemente a la naturaleza humana?
Es esa potencia y capacidad que Dios puso en la voluntad del ser humano, la libertad. Con ella la propia voluntad asume el riesgo de soltarnos de la mano de nuestro Creador, tomando la propia vida con la fuerza y la pasión de construirla y hacerla a nuestro modo.
Ese riesgo de la libertad es también una capacidad maravillosa porque no somos títeres de Dios. Y como toda capacidad y potencia, antes que el pecado, admite el riesgo potencial de la tentación. De ahí que nuestros recién nacidos vengan al mundo con esa potencialidad aún no ejercitada.
Entonces el Pecado Original, que comprende la posibilidad de vivir a nuestro antojo, tiene también un lado amable y maravilloso, como es que Dios provee los medios para mitigar ese riesgo. Ahí están los Sacramentos, donde el Bautismo asegura esa gracia vivificante que nos ofrece el camino de retorno seguro al Amor de Dios, pese a la tentación y al pecado.
En María Santísima, esa tensión de la humanidad, entre la tentación y el pecado, no existe porque su propia entrega a la voluntad de Dios es prueba de ello: “Hágase en mí, según tu Palabra”.
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