Francisco asumirá, sin explicitarlas, todas las propuestas aprobadas por el Sínodo en su exhortación "No hay que pedir permiso para aquello que no lo necesita"
Bergoglio, salvo sorpresa, no hará explícita la aprobación de curas casados en 'Querida Amazonía', al más puro estilo de lo que ocurrió con los divorciados vueltos a casar en 'Amoris Laetitia'
El ejemplo de la religiosa que habló en el aula y admitió 'confesar' sin absolver, y 'bendecir' sin ungir, clave para entender la realidad de la Amazonía
Sinodalidad y discernimiento parecen ser las claves para entender el nuevo documento papal, que verá la luz este miércoles
Sinodalidad y discernimiento parecen ser las claves para entender el nuevo documento papal, que verá la luz este miércoles
"No hay que pedir permiso para aquello que no lo necesita". Esta es la tesis de última hora que sostienen altos eclesiásticos que han tenido la oportunidad de revisar los últimos borradores de 'Querida Amazonía', en lo referente a la presencia de hombres casados actuando como sacerdotes, tal y como aprobó el punto 111 del documento final del Sínodo de la Amazonía.
La exhortación papal, que se publicará el miércoles al mediodía, salvo sorpresa mayúscula, no explicitará la aprobación de curas casados, pero sí asumirá todas las propuestas aprobadas, por mayoría de dos tercios, en el aula sinodal. Sin necesidad de que aparezca regulado en ningún punto de la exhortación, al más puro estilo de lo que sucediera en 'Amoris Laetitia' al referirse a la comunión para los divorciados vueltos a casar (como se recordará, la 'puerta abierta' aparecía en una nota al pie de página, sin que eso supusiera modificar un ápice la doctrina).
Tres claves de lectura
En todo caso, hay tres grandes claves para entender el documento, y las preocupaciones papales. En primer lugar, dejar claro que Francisco entregó el borrador para su corrección y traducciones a comienzos de enero, antes del 'affaire' del 'no-libro' de Sarah y Benedicto contra cualquier apertura a la norma del celibato. Sea lo que acabe diciendo (o dejando de decir) 'Querida Amazonía', el texto no se habrá visto condicionado por las presiones del purpurado guineano y sus entramados mediáticos, con la inestimable colaboración del defenestrado Gäenswein y el propio Benedicto XVI.
En segundo lugar, que la cuestión de los curas casados o el diaconado femenino no arrastre el interés por un documento que denuncia la situación en la Amazonía, que se centrará en las cuatro "conversiones" mencionadas en el documento final del Sínodo (que, nos insisten, el Papa avalará en su totalidad): pastoral, cultural, ecológica y sinodal.
Finalmente, la apuesta decidida por el discernimiento (esencial para entender el cambio que supuso 'Amoris Laetitia') y la sinodalidad. De hecho, no se descarta que Francisco proponga un sínodo específico para apostar decididamente por una Iglesia en proceso de cambio permanente, donde las decisiones se vayan tomando por una mayoría cada vez más amplia, con una mayor participación de laicos y mujeres, como ya ha ido sucediendo a lo largo de estos siete años de pontificado.
El ejemplo de Alba Teresa
De ahí, la expresión "No hay que pedir permiso para aquello que no lo necesita", y el ejemplo, clave, de la religiosa Alba Teresa Cediel, quien en el Sínodo despertó las conciencias de todos al afirmar que "cuando el sacerdote no puede hacer presencia y se necesita que haya un bautismo, nosotras bautizamos, si alguien se quiere casar, nosotras hacemos presencia y somos testigos de ese amor, y muchas veces nos ha tocado escuchar en confesión, no hemos dado la absolución pero en el fondo de nuestro corazón hemos dicho: 'Con la humildad de que este hombre o mujer se acerque a nosotras, por situaciones de enfermedad o ya próximos a la muerte', nosotras creemos que Dios Padre también actúa ahí".
Y es que, más allá de decisiones polémicas, lo importante -como sucediera en Amoris Laetitia- son las puertas abiertas, y en la participación de los bautizados en las tomas de decisión. Ahí, y no en la gradualidad de una norma determinada, es donde se juega la auténtica revolución en la Iglesia.
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