LA PAZ SOCIAL, FRUTO DEL DIÁLOGO INTERCULTURAL
| Fernando Bermúdez
El pasado 21 de mayo se celebró el día Internacional de la diversidad cultural para el diálogo. Diversas organizaciones sociales, culturales y religiosas llevaron a cabo actividades en orden al desarrollo de la interculturalidad y del diálogo interreligioso. De un tiempo a esta parte se observa que han aumentado en diversos sectores de la población murciana las actitudes racistas, xenófobas, supremacistas, aporofóbicas, islamófobas y sexistas, así como los discursos de odio que desembocan con alguna frecuencia en prácticas violentas. Es muy preocupante esta realidad, que está generando en la ciudadanía un clima de polarización, intolerancia y degradación de los valores éticos.
Aunque es una tarea de toda la población hacer frente a esta degradación ética, corresponde de una manera muy particular a las autoridades, partidos políticos, instituciones civiles y religiosas, centros educativos y medios de comunicación, ejercer su liderazgo en la lucha contra la intolerancia y actuar con responsabilidad y firmeza contra comportamientos racistas, respetando el artículo 1º de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que proclama la igualdad y dignidad de todos los seres humanos.
No se puede pasar por alto la discriminación racial, de prejuicios y estereotipos motivados por la etnia, el origen, la clase social, la religión, el color de la piel, la identidad afectivo-sexual y las diferentes formas de incitación al odio, que deterioran la convivencia cívica y rompen la armonía social. Es un deber moral de toda persona e institución fomentar actitudes de respeto y acogida hacia colectivos en grave riesgo de exclusión social, como son particularmente los migrantes. Recientemente hemos visto gestos de humanidad en la playa del Tarajal de Ceuta, que son signos de esperanza.
Abogamos por un país inclusivo, intercultural, interétnico, interreligioso, hospitalario, que reconozca y respete la diversidad como un derecho, un valor y una riqueza de lo humano y de la naturaleza, acogedor de las personas inmigrantes, refugiadas y abierto al diálogo; un país que sea capaz de fomentar la unidad sin que desemboque en la uniformidad, y de reconocer la diferencia sin que desemboque en desigualdad. La unidad no está reñida con la diversidad, todo lo contrario, una sociedad plural e intercultural es fuente de enriquecimiento personal, cultural y social.
Sin duda que somos muchos quienes soñamos con una sociedad integradora donde quepamos todos y todas y donde se respete y cuide la naturaleza, nuestra casa común, de la que formamos parte, practicando la eco-fraternidad. Todo ciudadano y ciudadana ha de caracterizarse por la defensa de los valores morales igualitarios, ecológicos, la práctica de la compasión con las personas que sufren en su propia carne la injusticia estructural, la discriminación, la pobreza, la exclusión y la violencia de género.
De ahí la necesidad de activar y apoyar políticas que contribuyan a generar amor, cooperación, solidaridad, amistad, cercanía, compasión, cuidado de los otros y otras, y desterrar políticas que fomenten la intolerancia, el odio, la venganza, el rechazo y los enfrentamientos que provocan violencia.
Asimismo, es hora de aceptar que en una sociedad democrática caben las distintas tradiciones religiosas. Todas ellas dan respuestas a las necesidades espirituales del ser humano y ofrecen mensajes y prácticas de amor solidario, que debe traducirse políticamente en el compromiso por la construcción de un mundo más justo, solidario, intercultural, interétnico, interreligioso, fraterno-sororal, inclusivo y eco-humano. Para ello es necesario que las personas creyentes de diferentes tradiciones religiosas, sobre todo cristianas y musulmanas, se conozcan mutuamente, pues existen más elementos que los unen de los que los separan. En España tenemos el ejemplo de Ibn Arabi, musulmán murciano de los siglos XII y XIII, un hombre profundamente interreligioso que afirmó que su fe y su religión son el amor. Su espiritualidad debe marcar la pauta de convivencia entre todas las religiones y entre todas las personas movidas por el amor a la humanidad.