Fibromialgia: ¿Y vosotros hijos? (4)
Las relaciones con los hijos son de un orden distinto al del amor de la pareja. Es una mezcla de ternura, de afecto, de amor también, por supuesto, al que viene a mezclarse la función, en mi caso, paterna: educación a hacer, niños a conducir a lo mejor de sí mismos para que se equipen para largas caminatas en las estepas de la vida. Entre mi convicción de ser yo ante vosotros en mi verdad de hombre y mi realidad de padre, hay un vado que he atravesado regularmente según la urgencia, la necesidad, el amor comprometido. ¿Era dos en uno? Tuve un padre fuerte. Y esto marcó una vida. He tenido sueños de educación en contradicción con este fuerte modelo de mi infancia. Queda algo y, cuando mi salud me desestabiliza, mis tiernos deseos de cercanía y afecto paternales tiemblan sobre el pedestal de mi pasado y de mi imagen de marca. A fuerza de mirarme tanto, desarrollo una capacidad de observar a los demás. Al principio observaba cualquier indicio sospechoso de un gesto potencialmente doloroso hacia mí. Un fuerte apretón de manos, una palmada en la espalda, estos gestos de afecto masculino se han convertido en mi bestia negra. Me duele cuando me tocan. Y así, poco a poco, observé mucho para evitar esos golpes del destino. También os observaba a vosotros. Tres hijos y tres hijastros. Tantas miradas que llevan una pregunta, tantas palabras que esconden más o menos discretamente la cuestión, tantas atenciones delicadas que llevan en ellas esta pregunta: ¿cómo va? Y ahora me atrevo a descubrirme y descubrir el sabor de la ternura y el calor de la sencillez a través de estas atenciones, estas preguntas y vuestros estímulos.
André (elleboudta@gmail.com)