Más Allá de la Discapacidad:
Un Camino hacia la Dignidad y la Justicia
| Carmen Sánchez Carazo Doctora en Medicina y Máster en Bioética
El respeto a la dignidad humana no puede ser completo sin garantizar los derechos de las personas con discapacidad en todas las áreas de la vida.
Introducción
Los derechos de las personas con discapacidad se centran en garantizar su autonomía, libertad y dignidad, reconociendo la igualdad de oportunidades y la no discriminación en todas las áreas de la vida: física, emocional, intelectual, social y espiritual. Los derechos humanos se basan en la idea de que, por su dignidad inherente, todas las personas deben disfrutar de libertad y la posibilidad de desarrollar sus capacidades y talentos sin ser oprimidas.
La dignidad humana es un concepto poliédrico que abarca múltiples dimensiones de la vida. Según Kant, la dignidad exige que se respete a las personas como un fin en sí mismas, no como un medio. Este principio está reflejado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se establece la dignidad como fundamento de derechos como la libertad, la igualdad y el respeto.
La dignidad está íntimamente ligada a la autonomía. Cada persona tiene derecho a tomar decisiones sobre su vida y debe ser respetada en esas elecciones, especialmente en situaciones de vulnerabilidad como la discapacidad o el envejecimiento. Respetar la autonomía es esencial para preservar la dignidad, garantizando que las personas tengan el apoyo necesario para decidir por sí mismas, en lugar de que otros decidan por ellas.
El diseño accesible es imprescindible para asegurar la inclusión de las personas con discapacidad, eliminando barreras físicas y sensoriales que limitan su acceso equitativo a la educación, el trabajo, los servicios, los espacios públicos y el ocio.
Además, las actitudes negativas hacia las personas con discapacidad siguen siendo un desafío, manifestándose en formas de acoso, discriminación y exclusión. Estas actitudes vulneran la dignidad y requieren un cambio cultural. Es fundamental fomentar la empatía, el respeto y la igualdad de trato, promoviendo los derechos de las personas con discapacidad y su inclusión plena en la sociedad.
Este enfoque hacia la dignidad, autonomía y accesibilidad busca no solo eliminar barreras físicas y sociales, sino también construir una sociedad más justa y equitativa.
Reconocimiento histórico
La defensa de los derechos de las personas con discapacidad ha sido un proceso gradual que tomó fuerza en el siglo XX. Durante siglos, estas personas fueron marginadas y vistas desde una perspectiva paternalista, de caridad o dependencia, sin reconocimiento de derechos. Se las consideraba como objetos de asistencia, no como sujetos de derechos. Este enfoque tradicional comenzó a cambiar después de la Primera Guerra Mundial, cuando el regreso de veteranos con discapacidades físicas impulsó la necesidad de reintegrarlos en la sociedad y la economía, marcando el inicio de un reconocimiento más amplio de sus derechos.
En 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue un hito en la creación de un marco internacional para los derechos humanos, aunque no mencionó específicamente a las personas con discapacidad. No obstante, sentó las bases para que, en las décadas siguientes, los movimientos por los derechos civiles, como los de los años 60 en Estados Unidos, promovieran una nueva conciencia sobre la protección de los derechos de las personas con discapacidad. Estos movimientos sostuvieron que para vivir con dignidad y libertad plena no es suficiente garantizar derechos básicos como el voto o la libertad de expresión, sino que es crucial asegurar acceso a servicios esenciales como salud, educación y vivienda.
La Ley de Rehabilitación de Estados Unidos, Rehabilitation Act of 1973, fue fundamental para proteger los derechos de las personas con discapacidad, especialmente su Sección 504, que prohibía la discriminación en programas financiados con fondos federales. Esto garantizó acceso igualitario en instituciones como escuelas y hospitales.
En Sudamérica, la lucha por los derechos de las personas con discapacidad ha sido compleja, influenciada por documentos clave como la Declaración de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU (1975) y el Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad (1982). Estos promovieron un enfoque basado en derechos humanos y no en la discapacidad como una condición que necesita "corrección". Brasil, con su Constitución de 1988, y Colombia, con la de 1991, dieron pasos importantes al incluir derechos específicos para este colectivo, prohibiendo la discriminación y promoviendo la igualdad de oportunidades.
En Europa, durante la segunda mitad del siglo XX, surgieron políticas públicas enfocadas en eliminar barreras arquitectónicas y sociales. En España, la Ley de Integración Social de los Minusválidos (LISMI) de 1982 promovió la integración social y laboral de las personas con discapacidad.
El mayor avance internacional en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad fue la adopción de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CRPD) por la ONU en 2006. Este instrumento marcó un hito al reconocer formalmente sus derechos a nivel global, destacando el principio de dignidad inherente y subrayando la urgencia de eliminar las barreras que impiden su plena inclusión en la sociedad. Los estados firmantes han ido adaptando sus legislaciones para alinearse con los principios de la Convención.
Sin entrar en detalle sobre el contenido de estas leyes, es importante destacar que la CRPD ha marcado un antes y un después en la protección de los derechos de las personas con discapacidad. Este cambio de enfoque, desde la dependencia hacia la dignidad y los derechos humanos, es fundamental para asegurar que las personas con discapacidad participen plenamente en la vida social, económica y política.
Desafíos persistentes para la plena inclusión
- Barreras arquitectónicas y urbanísticas: A pesar de la existencia de leyes, las barreras arquitectónicas y sensoriales siguen dificultando la participación plena de las personas con discapacidad en la educación, el trabajo y la vida comunitaria. La implementación efectiva de normativas de accesibilidad y su supervisión rigurosa son esenciales para garantizar que todas las personas puedan desenvolverse con autonomía y dignidad.
- Estigma y prejuicios sociales: Persisten actitudes discriminatorias que erosionan la dignidad de las personas con discapacidad. Fomentar campañas educativas que promuevan el respeto a la diversidad funcional y establecer mecanismos de protección de derechos son claves para avanzar hacia una sociedad más inclusiva.
- Accesibilidad digital: En la era de la información, la brecha digital sigue siendo un reto importante. Muchas tecnologías no están diseñadas para ser accesibles, lo que impide la inclusión de las personas con discapacidad. Es esencial promover la accesibilidad en plataformas digitales para que nadie quede excluido de la información y los servicios tecnológicos.
- Subempleo y discriminación laboral: Aunque las leyes protegen el derecho al empleo, muchas personas con discapacidad siguen enfrentando subempleo y discriminación. Es necesario reforzar las políticas de inclusión laboral, asegurar adaptaciones razonables en el lugar de trabajo y fomentar una cultura que valore la diversidad, para garantizar igualdad de oportunidades en el mercado laboral.
Papa Francisco: Voz de Inclusión y Dignidad para las Personas con Discapacidad
El Papa Francisco ha expresado en numerosas ocasiones su profundo respeto y apoyo hacia las personas con discapacidad, destacando su dignidad inherente y el valor que aportan a la sociedad y a la comunidad cristiana. Para él, las personas con discapacidad no deben ser vistas como "periferias" de la humanidad, sino como miembros centrales e indispensables de la Iglesia y de la sociedad en general. En sus discursos, Francisco ha insistido en la necesidad de superar cualquier forma de discriminación, marginalización o exclusión hacia estas personas, promoviendo una cultura de acogida, inclusión y respeto.
El Papa subraya que la dignidad de las personas con discapacidad no se mide por sus capacidades físicas o mentales, sino por su valor intrínseco como seres humanos, creados a imagen de Dios. Toda vida humana, sin importar sus limitaciones, tiene un valor incalculable y merece ser vivida plenamente. En este sentido, el Papa hace un llamado a que la sociedad sea verdaderamente humana, es decir, que incluya, apoye y acompañe a todos sus miembros, especialmente a los más vulnerables. Este enfoque está en el centro de su visión pastoral, que exige que las personas con discapacidad puedan participar plenamente en la vida social, eclesial y sacramental.
Francisco ha hecho hincapié en que la Iglesia no puede ser "afónica" ni quedarse atrás en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad. Ha instado a las comunidades cristianas a eliminar tanto las barreras físicas como las actitudes de exclusión, recordando que la Iglesia tiene la responsabilidad de formar y acompañar a todos, especialmente a las familias que enfrentan el desafío de cuidar a personas con discapacidad.
Para el Papa, las familias no deben enfrentar la soledad y la falta de apoyo, y la Iglesia tiene un papel esencial en brindar este acompañamiento.
En el ámbito de la vida pastoral y religiosa, el Papa ha abogado por una catequesis inclusiva que no solo acompañe a las personas con discapacidad, sino que también las reconozca como sujetos activos dentro de la comunidad eclesial. Estas personas no deben ser vistas como simples receptoras de apoyo, sino como individuos que enriquecen a la Iglesia con sus propios dones. Francisco destaca que la liturgia, en particular la dominical, debe incluir a las personas con discapacidad, ya que el encuentro con el Señor resucitado y con la comunidad puede ser una fuente de esperanza y fortaleza para afrontar las dificultades de la vida. Ha subrayado que la catequesis debe buscar formas coherentes para que todas las personas, independientemente de sus discapacidades, puedan encontrar a Jesús y experimentar su amor. Ningún límite físico o psíquico debe ser un impedimento para el encuentro con Cristo, ya que Su rostro brilla en lo más profundo de cada persona. Francisco también advierte a los ministros de la Iglesia que no caigan en el error de subestimar la necesidad de la gracia que proviene de los sacramentos, y les invita a superar cualquier malestar o temor que puedan sentir al interactuar con personas con discapacidad.
El Papa Francisco promueve una Iglesia que no solo acoge, sino que incluye activamente a las personas con discapacidad, reconociendo su dignidad y valor como miembros esenciales de la comunidad. Para él, la plena inclusión no es solo una cuestión de justicia social, sino una manifestación del amor cristiano que reconoce a cada persona como reflejo del rostro de Cristo.
Conclusiones
- Transformación en la percepción de las personas con discapacidad: A lo largo del siglo XX, se produjo un cambio significativo en la manera en que las personas con discapacidad son vistas en la sociedad, pasando de un enfoque paternalista y de dependencia a uno basado en la dignidad y los derechos humanos. Este cambio fue impulsado por movimientos sociales, avances legislativos y la creciente conciencia de la necesidad de garantizar su plena inclusión en todos los ámbitos de la vida.
- El impacto de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad: La adopción de la CRPD por la ONU en 2006 marcó un punto de inflexión en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad. La Convención estableció un marco global que impulsó la adaptación de leyes en diversos países, enfocándose en eliminar barreras y promover la autonomía y dignidad de este colectivo. Este avance ha sido crucial para fortalecer su protección legal y asegurar su plena participación en la sociedad.
- Desafíos persistentes para la plena inclusión: A pesar de los avances legislativos, las personas con discapacidad continúan enfrentando barreras arquitectónicas, digitales y sociales que limitan su participación. La discriminación, el estigma y el subempleo siguen siendo problemas importantes. Por ello, es necesario seguir fomentando políticas inclusivas y campañas de concienciación que promuevan una sociedad más equitativa y accesible para todos.
- La dignidad intrínseca de las personas con discapacidad: El Papa Francisco reafirma que la dignidad de las personas con discapacidad no depende de sus capacidades físicas o mentales, sino de su valor inherente como seres humanos. Subraya que toda vida tiene un valor incalculable y debe ser vivida plenamente. En este sentido, Francisco hace un llamado constante a la sociedad y a la Iglesia para que eliminen barreras físicas y actitudes de exclusión, promoviendo una cultura de acogida e inclusión que valore y respete a cada persona por lo que es.
La inclusión activa en la vida eclesial: Francisco aboga por una Iglesia verdaderamente inclusiva, donde las personas con discapacidad no solo sean acompañadas, sino reconocidas como sujetos activos que contribuyen con sus dones a la comunidad. Resalta la importancia de una catequesis y liturgia inclusivas, donde ninguna discapacidad, física o mental, sea un impedimento para el encuentro con Cristo. La Iglesia tiene la responsabilidad de ser un espacio donde todos, especialmente los más vulnerables, puedan participar plenamente en la vida sacramental y comunitaria.