Entrevista con la directora de Migra Studium María del Carmen De la Fuente: "Todo el mundo tiene en su familia a alguien que ha vivido un proceso migratorio"
"Mirando a nuestro alrededor vemos que las personas migradas son precisamente las que están sosteniendo de alguna manera nuestras vidas, cuidando ancianos o trabajando en el campo o en la hostelería, en situaciones laborales a menudo cuestionables y denunciables"
"Los movimientos migratorios continuarán teniendo lugar nos guste o no. Si no velamos para que se hagan de manera ordenada y segura, tal como dice el Pacto Mundial sobre la Migración, estaremos favoreciendo situaciones inadmisibles, provocando la muerte y el sufrimiento de muchísima gente más"
En 2003, en plena eclosión del boom inmobiliario, Cataluña vivió una importante entrada de población migrada. En Barcelona, la Torre Agbar se empezaba a perfilar como icono moderno y abría la polémica sobre el tipo de ciudad en la que se estaba transformando la capital catalana. Se decía que aquel rascacielos rompía la silueta urbana y era el primer paso para transformar Barcelona en una ciudad-espectáculo.
Con ese trasfondo, y en medio de un fuerte crecimiento turístico y migratorio, la Compañía de Jesús cedió una parte de su comunidad de la calle Palau para poner en marcha la Fundación Migra Studium, una entidad que debería dar respuesta a las necesidades generadas a raíz del nuevo contexto. Los jesuitas Joaquim Pons y Lluís Recolons impulsaron la fundación con un propósito que iba más allá del carácter asistencial: no se trataba sólo de acoger a las personas migrantes sino que había que intentar, además, comprender los cambios sociales derivados del fenómeno migratorio y aprender a vivir en una sociedad cada vez más diversa desde el punto de vista cultural y religioso.
En tiempos de pandemia, la ciudad parece el escenario de una película cuyos actores no han salido a escena. Son las 11 de la mañana de un 11 de noviembre y hace calor. No hay turistas en Plaza Cataluña. El emblemático Café Zurich está cerrado. Subo por la calle Ferran y desde la esquina del hotel Rialto observo una cierta agitación en la Plaza de Sant Jaume. Parece ser que hay convocado algún acto, pero no sé de qué se trata ni lo podré saber hasta después: mi cita es unos cuantos metros más abajo, en la calle Palau número 3, donde he quedado con María del Carmen De la Fuente, directora de Migra Studium.
El pasado 1 de noviembre se cumplieron 32 años de la primera muerte documentada de una persona migrante en la Frontera sur. Era un joven marroquí de Nador; la patera en la que viajaba con 22 personas más naufragó en el Estrecho de Gibraltar. El cuerpo sin vida del joven fue fotografiado por el reportero Ildefonso Sena en la playa de los Lances, Cádiz. Dieciocho personas desaparecieron en el naufragio y cuatro fueron detenidas.
La puerta del despacho está abierta. Cuando llego, María del Carmen acaba de colgar el teléfono. La bolsa y la fiambrera están sobre la mesa dejadas casi de cualquier manera. Aún no ha tenido ocasión de ordenarlas y eso que ya es casi mediodía. Dirige este centro desde septiembre de 2015. "Antes de llegar a Migra Studium —dice— no tenía experiencia en cuestiones migratorias. Pero con el tiempo he descubierto que es una realidad que enlaza con mi vida y con la de mi familia. Creo en la misión de esta entidad y aquí estoy, intentando aportar mi grano de arena, consciente de que somos una organización pequeña y con recursos limitados".
"Creo en la misión de esta entidad y aquí estoy, intentando aportar mi grano de arena, consciente de que somos una organización pequeña y con recursos limitados"
En estos momentos, Migra Studium cuenta con un equipo de 14 personas remuneradas y 255 voluntarias. Entre todas dan impulso a las diferentes áreas de trabajo a través de las cuales la entidad ofrece apoyo a las personas que más lo necesitan. En el día a día, el equipo tiene la oportunidad de conocer de primera mano historias humanas que les permiten ver que detrás de cada proceso migratorio hay, sobre todo, personas. "Las familias que abren la puerta de su casa a personas migrantes o solicitantes de asilo explican que se trata de una experiencia que enriquece mutuamente tanto a los que acogen como a los que son acogidos", reconoce De la Fuente, haciendo referencia a la Red de hospitalidad de Migra Studium, que el año pasado acogió 46 personas en diferentes hogares barceloneses.
El fotoperiodista Javier Bauluz fue testigo, en 1996, de la construcción de las vallas de Ceuta y Melilla. Pocos años después, en septiembre de 2002, fotografió el cuerpo sin vida de un náufrago de origen subsahariano en una playa de Tarifa, Cádiz. A pocos metros del cadáver, una pareja de bañistas contemplaba la escena con indiferencia, resguardados bajo la sombrilla.
Bauluz considera que dos décadas después de aquella imagen, la indiferencia de la sociedad hacia la inmigración se ha transformado en odio. "Es verdad que existe un sentimiento de rechazo y odio hacia la inmigración —admite la directora de Migra Studium—. Hay un deseo por parte de la UE de poner barreras con los países empobrecidos; hay empresas y mafias que sacan beneficios de esta situación en las fronteras. Pero por otro lado, también hay una parte de la ciudadanía que se muestra sensible y compasiva ante esta realidad. De hecho, cuanto más relación y conocimiento hay, menos odio. Cuando la gente entra en contacto en condiciones de igualdad con aquel que es diferente, la respuesta es muy positiva".
Refugees welcome
El año 2015, con miles de personas intentando entrar en la UE a través de Grecia, gran parte de la sociedad europea entonó el "Refugees welcome". Otros, en cambio, mostraban un cierto recelo ante la idea de acoger y decían: "Si quieres que vengan, mételos en tu casa". En opinión de De la Fuente, decir esto es una manera de cargar todo el peso del problema a la ciudadanía, y no se trata de eso. “Ante esta realidad, es necesario un posicionamiento y una respuesta de la sociedad a través de las administraciones. La red de hogares de acogida impulsada por Migra Studium es pequeña y tiene como objetivo hacer experiencia y demostrar que poniendo voluntad y recursos, se puede crear una sociedad diferente".
"La red de hogares de acogida impulsada por Migra Studium es pequeña y tiene como objetivo hacer experiencia y demostrar que poniendo voluntad y recursos, se puede crear una sociedad diferente"
No todo el mundo tiene, sin embargo, la posibilidad de acoger a gente en casa. En Migra Studium también existe la posibilidad de participar en otros programas, como las clases de alfabetización para adultos, la formación laboral o los grupos de visitas al CIE de la Zona Franca. "Se trata de generar una comunidad en la que cada uno pueda poner en práctica sus capacidades para demostrar que, con el esfuerzo y la implicación de todos, la acogida, la defensa de los derechos de las personas y la convivencia en una sociedad diversa es posible".
"Por otra parte —prosigue De la Fuente— hay datos que demuestran que necesitamos gente que venga a trabajar en nuestro país. Si miramos a nuestro alrededor, podemos ver que las personas migradas son precisamente las que están sosteniendo de alguna manera nuestra vida, cuidando ancianos o trabajando en el campo o en la hostelería, en situaciones laborales a menudo cuestionables y denunciables". Acoger y cuidar a las personas migrantes, vengan de donde vengan, es una cuestión puramente humanitaria. "Todo el mundo tiene en su familia alguna persona que ha vivido proceso migratorio, y eso hace que nos podamos poner fácilmente en la piel del otro. Por lo tanto, la migración es un hecho que nos hermana. Nuestra sociedad es fruto de los movimientos migratorios que han tenido lugar a lo largo de la historia ".
En una de las paredes del despacho reconozco una foto tomada por el reportero Sergi Càmara en 2015 en la Frontera sur. La usamos como portada de Foc Nou hace apenas un año, cuando Sergi recibió el Premio Memorial Joan Gomis de Periodismo Solidario. En la imagen, subidos a la valla de Melilla, un grupo de jóvenes subsaharianos imploran para que se respeten sus derechos elementales. El chico del centro, con el torso desnudo y los brazos en cruz, parece decir: "miradnos, ¿es que acaso no merecemos ser tratados como seres humanos?"
Muchas de las personas que llegan a Migra Studium han pasado por la Frontera sur. "Estamos pendientes de lo que ocurre en las fronteras y sabemos que a menudo nos llegan personas que han vivido situaciones muy difíciles", asegura De la Fuente. Muchas de las rutas migratorias del mundo actual están marcadas por la violencia hacia la población desplazada, personas solas o familias que en la mayoría de los casos no tienen más remedio que abandonar su hogar para poder vivir con unas mínimas condiciones de seguridad. "Los movimientos migratorios seguirán teniendo lugar nos guste o no. Si no velamos para que se hagan de manera ordenada y segura, tal como dice el Pacto Mundial sobre la Migración, estaremos favoreciendo situaciones inadmisibles, provocando la muerte y el sufrimiento de muchísima más gente. Migrar no debería ser un proceso traumático más allá del sufrimiento inherente de dejar atrás un hogar", concluye De la Fuente.
"Los movimientos migratorios seguirán teniendo lugar nos guste o no. Si no velamos para que se hagan de manera ordenada y segura, estaremos favoreciendo situaciones inadmisibles, provocando la muerte y el sufrimiento de muchísima más gente"
Damos por terminada la entrevista y María del Carmen me enseña las instalaciones. Me presenta, en el despacho de al lado, a Josetxo Ordóñez, responsable del Grupo de visitas al CIE. Después saludamos a Pilar Pavía y Pau Vidal, coordinadores de la Red de hospitalidad. Finalmente, nos acercamos al espacio interreligioso, una propuesta educativa dirigida a niños, jóvenes y adultos que pone énfasis en el hecho religioso y la diversidad de creencias que conviven en Barcelona.
En el camino de vuelta, vuelvo a pasar por la Plaza Sant Jaume y me encuentro con una protesta por el paro del sector deportivo en Cataluña. Más tarde, mientras camino por las callejuelas del Gótico en dirección a Plaza Cataluña, recuerdo aquel año 2003 en que el NO A LA GUERRA de Irak llenó las calles de la ciudad. En el momento actual, una movilización similar sería impensable y no por falta de razones. En el momento en que escribo estas líneas, la activista Helena Maleno denuncia en su cuenta de Twitter que durante la última semana de octubre cerca de 480 personas han muerto intentando llegar a las Islas Canarias. Por otra parte, fuentes de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) informan de la muerte de más de 70 personas en el naufragio de su patera frente a la costa de Libia mientras intentaban llegar a Europa.